Los hijos de África ya están en la Final
La lección de inclusión de Francia ya los tiene en la Final gracias a la sangre y las diabluras de sus jugadores, de los que sólo cuatro tienen padres franceses
San Petersburgo fue testigo del triunfo de la inmigración. Sí, Francia es la persistencia de la memoria de la vanguardia futbolística; por supuesto que Bélgica vino a San Petersburgo para ocupar la puerta del Hermitage para su propia revolución pateando un balón. Pero más allá del espectáculo mostrado por Diablos y Blues, la multinacional partida de este par de selecciones europeas le reiteró al mundo la importancia de la inclusión. La Francia de Zidane, un hechicero hijo de argelinos, ya lo había gritado en 1998. Y el fútbol es un deporte de historia, memoria y herencia; y ésta se llama Kilian Mbappè, mozalbete de pinceles tan exquisitos como los mostrados en aquel verano del 58, cuando un chico brasileño apodado Pelé, pintó el báltico sueco con florituras y preciosismos.
3 Son las finales a las que ha llegado Francia en la historia de la Copa del Mundo. Ganó en 1998 cómo anfitrión y perdió la final de 2006. Ahora jugará por su segundo título en la final de Moscú. Quién se referirá a Mbappė como el hijo de una argelina y un camerunés. El 10 francés igual sabe andar en puntillas, que cabalgar furioso por la banda. Es el recital francés de los Blues finalistas, dónde Pogba es hijo de guineanos, Rami de marroquíes, Fekir de argelinos.
Y a quién le importa que Samuel Umtiti haya nacido en Camerún cuando su remate tiene a Francia en la puerta de levantar por segunda vez en la historia un título mundial. Son hijos y más hijos de Francia y África Es la Francia finalista de 2018. Le blues de los hijos de la inmigración africana. La de 23 nacidos en territorio propio, pero de sólo cuatro jugadores de padres franceses.
5 Triunfos no fueron suficientes. Bélgica aplastó a todos sus rivales en primera ronda y siguió su camino victorioso en octavos y cuartos de final hasta que chocó con Francia en semifinales ¿Y Bélgica?, Ardiente en el campo y en la sangre. Estos Diablos rojos murieron en Rusia con la misma promesa de hace cuatro años, también atados a un vasto pasado del continente africano. Quién dijo que África murió en la primera ronda de la Copa de Rusia. Si en Bélgica, el Congo vivió hasta semifinales a través de Batshuayi y Boyata, o Malí representado con Dembélé. Y Marruecos con Fellini. Bélgica soñó y sólo se atoró en la antesala de la Copa del Mundo porque la memoria del torneo es celosa. Pero no por la pasión regada en el campo. Bélgica refrescó el orden mundial luego se echar a Brasil y regaló quizá la semifinal más internacional de la historia, ¿y Francia?, Francia confirmó que la historia pesa, aunque al final, el fútbol es lo de menos cuando en el rectángulo verde la inclusión le grita al mundo que parecen este presente convulso.
El francés que se quedó al margen
Fue raro verlo vestir de diablo y entonar La Marsellesa. Thierry Henry fue el guía de Romelu Lukaku en el frente belga y el resultado se contabilizo con cuatro tantos para el chico. Henry, campeón con Francia en 1998 y subcampeón en 2006 no pudo meterse a su tercera final mundialista, ahora en su papel de auxiliar técnico de los Diablos. El tiempo dirá si algún día el ex goleador francés tiene la oportunidad en el banco del país que lo vio nacer.