Durante muchos años, hasta 1936, el centro de nuestro planeta fue para la humanidad casi tan desconocido como el mar en que supuestamente nadaba la tortuga sobre la que estaba la Tierra o como el atlante que la cargaba, y esta semana la publicación de un estudio parece habernos regresado a aquellas épocas.
Incluso se han publicado interpretaciones del estudio publicado el lunes en la revista Nature Geoscience, totalmente erróneas, que especulan que el centro de la Tierra no sólo detuvo su giro, sino que podría empezar a girar en sentido contrario, lo cual, de ser cierto, podría ser catastrófico.
El centro de la Tierra se empezó a estudiar a través de las ondas generadas por temblores muy grandes que literalmente pudieran detectarse de un extremo a otro del planeta, y con esa misma técnica Yi Yang y Xiaodong Song, sismólogos de la Universidad de Beijing, parecen haber detectado que el centro de la Tierra “dejó de girar más rápido que el resto del planeta” en algún momento del año 2009.
Lee el estudio completo aquí.
Si la noticia fuera realmente que el “corazón” de nuestro planeta se detuvo, sería para alarmarse, pues el campo magnético de la Tierra, que nos protege de las partículas más dañinas de la radiación solar, depende de la rotación de la masa de hierro líquido a altísima temperatura de unos 2,500 kilómetros de diámetro que se encuentra en las profundidades; sin embargo, la noticia es otra.
Por un lado, existen los científicos que interpreta las mediciones realizadas que el centro gira a una velocidad mucho mayor que la del resto planeta, los que dicen que no es tan mayor, lo que dicen que solo es mayor a veces y los que afirman que los datos se pueden explicar sin una rotación diferenciada del resto del planeta, sólo con variaciones en la superficie del propio centro.
Así, habrá diferentes interpretaciones del trabajo de Yang y Song, quienes siguieron registros de sismos entre 1995 y 2021, y eventualmente, porque así funciona la ciencia, habrá un consenso sobre su significado; pero podrían faltar décadas para que esto sucediera.
Y falta aún más tiempo para que suceda la otra implicación de este estudio, pues hay que recordar que el campo magnético de la Tierra ha cambiado de ubicación a lo largo de los 4 mil 500 millones de años de edad del planeta, y es muy probable que vuelva a hacerlo, pero es imposible que, en contra de la ley de la inercia, de pronto se detenga y empiece a girar en sentido contrario. MAAZ
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