Temperaturas de hasta 48 grados en Australia y al menos 91 muertos por las heladas en Estados Unidos son solo algunas de las consecuencias del clima extremo en ambos hemisferios, acentuado por la emergencia climática.
Mientras en Australia, las autoridades esperan que el termómetro llegue a los 51 grados en la ciudad de Onslow —en la parte occidental—, en Estados Unidos se reportan graves afectaciones a hogares y comercios debido al congelamiento de las tuberías y otras afectaciones.
Ejemplo de ello es Memphis, en el estado de Tennessee, donde se rompieron tantas tuberías que la presión del agua bajó en toda la ciudad. Asimismo, se emitieron alertas por posible contaminación, lo que ha llevado a los ciudadanos a tener que hervir el agua o comprar el líquido embotellado.
Estados Unidos no es el único país bajo la ola helada. Las tormentas de nieve y heladas amenazan con desquiciar Europa: desde temperaturas de -18 grados en Rumanía hasta fuertes vientos y lluvias en Irlanda y Gran Bretaña. El clima extremo colapsa las actividades cotidianas.
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Por su parte, el verano se ensaña con el hemisferio sur, ya que además de lo reportado en Australia, otros lugares como Chile registran estiman que llegarán a los 36 grados.
En ambos casos, uno de los peligros principales es la deshidratación y el daño solar en la piel. Pero también crecen las posibilidades de incendios forestales, como los que ocurrieron el año pasado en Concepción y Biobío, al sur de Santiago de Chile, así como en el propio país australiano.
Detrás de este clima extremo, como ya lo han señalado diversos especialistas, se encuentra la actual emergencia climática, ya que el calentamiento de los océanos repercute en todo el globo, y se espera que esta tendencia continúe toda vez que se siguen quemando combustibles fósiles. BM
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