“Para hacer justicia y proteger los derechos humanos no hay límite de presupuesto”, reiteró, como en otras tantas ocasiones, el presidente Andrés Manuel López Obrador, incluso ahora es mucho más que nunca lo que destina para estas acciones.
“Se está invirtiendo, pues yo les diría miles de millones de pesos en justicia y en reparar daños. Por ejemplo, seguimos con el rescate de mineros, sólo esos dos proyectos implican una inversión de cuatro mil millones de pesos, los de Pasta de Conchos y ahora lo de Sabinas, Coahuila, y se está trabajando”, resaltó.
El mandatario aseguró que no es necesario esperar la reparación de daños en casos como el del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, pues desde su llegada a la Presidencia de la República se está apoyando a familiares de desaparecidos, pero de ser necesario se dedicaría recursos de decomisos para estos apoyos. Sin embargo, lo más importante —dijo— es hacer justicia.
La respuesta de López Obrador transcurría con normalidad. Estaba tranquilo y dirigía la mirada al reportero que le había hecho el cuestionamiento. Advirtió que, a quienes llama conservadores, no pueden contra él y su gobierno, porque han demostrado que quieren que continúe el mismo sistema de corrupción y de privilegios para las minorías.
“Ellos no hacían absolutamente. No le tenían, ya no hablemos de amor al pueblo, no le tenían respeto al pueblo, nada más pensaban en ellos, en sus intereses. Los dominaba la codicia, los domina la enfermedad, el hambre de dinero, de tener lo material, no ser felices con la solidaridad, la fraternidad y el amor al prójimo”, detalló.
Otra pregunta llegó. El familiar de un periodista asesinado cuestionó al mandatario la falta de atención para ellos. Pero una frase cambió su tranquilidad. Su rostro se tornó molesto, y su gesto lo demostró.
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“Yo sé que a lo mejor no somos tan importantes para usted o no está aquí la mamá de El Chapo (Guzmán), ¿no?, pero que nosotros sí es necesario que conozca nuestro sentir, o sea, por qué la lucha de venir a decir que nuestros casos están en la impunidad”, soltó el asistente a la mañanera.
Por segunda ocasión en la semana, el hombre pedía ser atendido, escuchado, y cuestionaba por qué las 13 familias de periodistas asesinados no cuentan aún con algún apoyo de los que mencionaba anteriormente. Pero tampoco contaban con justicia en los homicidios de sus hijos, esposos, hermanos.
Primero, la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez tomó la palabra, se comprometió a hacer una revisión, porque son casos de hace más de 10 años, y hacer la gestión para que se resuelvan ante las autoridades correspondientes. Pero después llegó el Presidente. Estaba notoriamente molesto.
“Es un asunto que tiene que ver con nuestras convicciones, nosotros no somos farsantes y actuamos con honestidad y con humanismo”, trató de contenerlo, pero lo dejó salir: “Y cuando tú hablas de la mamá de El Chapo, pues esos son los argumentos, te lo digo con todo respeto, de nuestros adversarios, porque me bajé a saludarla. Ya con ese hecho tratan de igualarme, ¿no? (…) Y también, sí, también no me presto a la manipulación (…) Entonces, con todo respeto, no nos estamos chupando el dedo”, respondió.
El apoyo a familiares de desaparecidos y el cuestionamiento de los conservadores, que no lo ven, llevó al mandatario al enojo que no pudo ocultar.
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