Primero fueron los pugs, y ahora son los bulldogs ingleses los que están en el centro de la polémica por ser una especie “poco saludable”, según un grupo de científicos del Royal Veterinary College de Inglaterra.
Y si bien los problemas de salud no ameritan prohibir totalmente su reproducción, si los dejan expuestos a desarrollar hasta 38 veces más probabilidades de sufrir algunas afecciones como dermatitis en los pliegues de la piel, y 26 veces más probabilidades de padecer “ojos de cereza”, una condición rara que hace que se forme una masa roja que sobresale en la esquina del ojo, lo que a su vez aumenta el riesgo de infecciones.
“El principal hallazgo de este estudio es que la salud de los Bulldogs ingleses que se tienen como mascotas en el Reino Unido es sustancialmente más baja que la de los perros que no son Bulldogs ingleses”, declaró Dan O’Neill, autor de este estudio, a Gizmodo.
Para frenar este problema, los especialistas recomendaron a los interesados en esta raza en elegir ejemplares que posean una cola más larga, piel más plana y una mandíbula inferior que no sobresalga, ya que estas características ayudan a que el animal se mantenga sano por más tiempo.