A pocos días de la navidad, la ofensiva rusa sobre Ucrania no ha parado, y por el contrario, se intensifican. Esta madrugada, la ciudad de Jersón quedó “completamente desconectada” después de más de 24 horas de ataque.
“El enemigo volvió a atacar el centro de la ciudad, a 100 metros de la administración regional”, afirmó Kyrylo Tymoshenko, jefe adjunto de la administración presidencial ucraniana. El bombardeo causó “dos muertos”, añadió. Según medios, esta ofensiva tiene como objetivo el distrito Korabelny, de gran importancia estratégica y militar.
Por este motivo, el gobierno insistió en la evacuación de los civiles a zonas con mayor seguridad energética, toda vez que hasta el momento, cerca de 11 mil personas han abandonado la ciudad. Para los que han permanecido, el panorama es incierto, ya que antes de su retirada, la milicia rusa destruyó la infraestructura de los servicios públicos de base, lo que incluye hospitales, plantas energéticas y centros de suministro de alimentos.
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“Tenemos heridos prácticamente todos los días, y muertos prácticamente todos los días. Y esta situación todavía durará”, constató Yuri Sobolevsky, uno de los responsables de la región. “Lamentablemente, los bombardeos permanentes impiden que la capital regional recupere plenamente su vida normal”, dijo por su parte Iryna Vereshchuk, primera viceministra. “Miren lo que hace hoy Rusia con Jersón”, agregó.
Lejos de apaciguarse, el conflicto debe continuar a principios del año, dijo el comandante en jefe del ejército ucraniano, Valery Zaluzhny, quien prevé una nueva ofensiva rusa sobre Kiev en los primeros meses de 2023. “Las fuerzas rusas están preparadas al 100 %. (...) Un gran ataque ruso podría ocurrir en febrero, en el mejor de los casos en marzo y en el peor a fines de enero”, detalló.
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