Entre marzo de 2020 y el 13 de junio de 2021, en México se registraron un total de 131 mil 001 niños y adolescentes con Covid, de los cuales 773 (0.60%) fallecieron por la enfermedad. Un análisis que se publica hoy en la revista The Lancet encontró que la desnutrición y los rezagos sociales, especialmente en el acceso a la educación, aumentaron considerablemente las probabilidades de morir por la enfermedad pandémica.
El estudio, hecho por un equipo de investigación encabezado por Francisco Javier Prado Galbarro de la UAM Xochimilco, encontró que la mayoría de los fallecidos (54.46 %) fueron varones y con menos de 10 años de edad (54.20%); por otra parte, los niños indígenas tuvieron un mayor riesgo de morir a causa de la Covid-19, pues de 757 enfermos murieron 17 de este grupo(lo que da una mortalidad de 2.25 por ciento).
Si bien para los adultos la relevancia de las comorbilidades en el desenlace de la enfermedad se estableció desde los primeros meses de 2020, con los niños, quienes tienen un riesgo de muerte considerablemente menor y sobre todo se ven afectados por el síndrome inflamatorio multisistémico, el panorama no era tan claro.
En el caso de México, el riesgo de muerte por Covid-19 en menores se asoció sobre todo con la enfermedad renal crónica (13.25) y la inmunosupresión (5.41); sin embargo, por la presencia relativamente baja de la enfermedad renal, las comorbilidades más frecuentes entre los pacientes que fallecieron fueron: inmunosupresión (10.31%), hipertensión (7.76%), ERC (7.28%), diabetes (6.64%), enfermedad cardiovascular (5.07%) y obesidad (3.99 por ciento).
Al equipo de investigación le interesaba ver la relevancia del medio social en el desenlace de la Covid-19, y tras ajustar los datos por comorbilidades, edad y sexo, encontraron que la desnutrición aumenta considerablemente el riesgo de morir por Covid-19 (1.39), pero que el rezago social implicó aun más riesgo (2.94). En ese sentido, el mayor riesgo fue para los jóvenes de entre 6 y 14 años que no estaban asistiendo a la escuela.
En contra de lo que se esperaba, el análisis reveló que vivir en un área con una alta densidad de población se asocia con menores probabilidades de morir por Covid-19. Los autores suponen que se debe a que la mayor densidad podría implicar un mejor acceso a instalaciones de atención médica y un mejor conocimiento de medidas como el distanciamiento físico y el confinamiento.
Los autores comentaron que la desnutrición infantil “es un grave problema de salud pública en México, y la pandemia podría haber empeorado este problema”, como probablemente sucedió también con el rezago social.
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