franciscopazos@ejecentral.com.mx |lleon@ejecentral.com.mx El futuro de la relación comercial entre México y Estados Unidos no se jugará en Washington. Será fundamentalmente en seis estados: Texas, California, Michigan, Ohio, Pennsylvania y Florida, que emularán su rol en los procesos electorales como swing states, pero ahora en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Esto significa que 176 representantes y senadores, entre republicanos y demócratas, que junto con seis gobernadores, serán pieza clave y podrían convertirse en detractores, hasta ahora ocultos, del presidente Donald Trump en las renegociaciones del acuerdo comercial y mucho más cercanos a México de lo que parece. El peso de esos seis estados en la balanza comercial de bienes y servicios exportados a México alcanzó en 2015, últimos datos disponibles, 161 mil millones de dólares, a los que se suman 1.7 millones de puestos de trabajo directos, de acuerdo con datos recabados por el Mexico Institute del Woodrow Wilson Center.
Esta masa laboral se pondrá sobre la mesa como parte esencial de las negociaciones y podrían jugar para demócratas y republicanos como válvula de presión ante las elecciones intermedias, que celebrarán en noviembre de 2018 en el país del norte. Y es que ese mismo estudio muestra que uno de cada 29 empleos depende de la relación comercial de libre comercio con México. En este escenario, será Texas el pivote que decida el destino del acuerdo comercial. Sin el mercado texano el TLC no tiene futuro, no sólo porque en 2015 exportó bienes y servicios hacia México con valor de 103 mil 676 millones de dólares, sino por el peso que sus congresistas y senadores tendrán en las negociaciones que están por venir. ejecentral elaboró un mapa estratégico, a partir de documentos oficiales, que muestra los lazos comerciales y el tejido político que se han construido en poco más de dos décadas del TLCAN y que se ha extendido a lo largo de 50 estados de la Unión Americana, los cuales se traducen en exportaciones con valor de 600 mil billones de dólares y más de cinco millones de puestos de trabajo. Este tablero permite ver las debilidades y fortalezas de los personajes clave en Estados Unidos y que tendrán una posición de definición en las renegociaciones del acuerdo, y que difiere mucho del mapa electoral que llevó a Donald Trump al triunfo. Sumado a que en los primeros 100 días de la administración del presidente estadunidense, el Congreso y el Senado en Estados Unidos dejaron claro que sus integrantes no serán cheques en blanco para la Casa Blanca, sino que responden a sus propias agendas políticas, económicas y a sus votantes. La renegociación del TLCAN no será la excepción.
> LIBRE MERCADO. Los productores de estados de la Unión Americana cuyas exportaciones dependen del comercio con México han alzado la voz en contra de las medidas proteccionistas de Trump.
Distorsión de los tiempos
Los factores políticos se han cruzado en la ruta de la negociación comercial, que de acuerdo con estimaciones del Departamento de Comercio estadunidense podría extenderse por más de un año, lo que acercaría peligrosamente las campañas que en 2018 renovarán presidente en México, y congresistas y senadores en Estados Unidos. La voz del secretario de Comercio, Wilbur Ross, dejó claro el primero de mayo pasado, que el deseo de la Casa Blanca es que el proceso de diálogo comience cuanto antes y se aleje lo más posible de las elecciones en ambos países; “entre más nos acerquemos a las elecciones, será más difícil aprobar cualquier cosa”, advirtió el secretario en una entrevista con la cadena estadunidense CNBC. Pero, los tiempos en Washington no necesariamente son los mismos. En el Senado está pendiente la confirmación del nombramiento de Robert Lighthizer, como representante Comercial de la Casa Blanca; además de los 90 días que la discusión tendrá que esperar una vez que Trump notifique formalmente al Congreso su deseo de renegociar el acuerdo comercial. Todo esto resta a los deseos de Ross de alejar la negociación de un escenario electoral.
A esto hay que añadir que desde el Congreso estadunidense incomoda la idea de que mientras más se acerca la sucesión presidencial en México, el presidente Enrique Peña Nieto perderá capacidad de negociación y, al mismo tiempo, desconfían del líder de izquierda, Andrés Manuel López Obrador —a quien observan con posibilidades reales de llegar a la presidencia—. Esta semana el líder de Morena se colocó como negociador del TLC, a través de un artículo en el Blog The Global Opinion de The Washington Post, en el que se pronunció por “una relación bilateral armónica, basada en la cooperación para el desarrollo. Con la convicción de que en la colaboración ganamos todos”. Todos estos factores ahondan en la complejidad del escenario de negociación, en donde a la par de los gobierno nacionales; legisladores y empresarios jugarán sus cartas y con mucha seguridad lo harán en favor de modernizar el acuerdo comercial, consideró Larry Rubin, representante del Partido Republicano en México. Para el presidente de la American Society, senadores y diputados mexicanos tendrán la misión de alinearse con el sector empresarial para que identifiquen los diferentes sectores que desde Estados Unidos exportan a México para entablar lazos de diálogo con congresistas, senadores y gobernadores demócratas y, principalmente, republicanos; y así abrir un frente de negociación alternativo, con el que muestren a sus pares del otro lado de la frontera los beneficios que el tratado transmite a sus exportaciones. La pinza cerraría con la labor que lleven a cabo los empresarios, “que tiene que ver con los proveedores en Estados Unidos, a los que les están comprando, y decirles que ellos metan presión a su vez con los legisladores y gobernadores”. No obstante, apuntó Rubin, el sector empresarial aún no logra sintonizar este mensaje en la Unión Americana. Los tiempos políticos alcanzaron ya al TLCAN y a los millones de lazos comerciales y de puestos de trabajo que ha creado en casi tres décadas en 50 estados de la Unión Americana, en donde el interés de los legisladores por mantener sus distritos y estados pesará más, que los planes del presidente Trump por destruirlo.
> EL DATO. Alrededor de cinco millones de empleos en Estados Unidos dependen del intercambio comercial con sus socios del TLC.
Las piezas estratégicas
En época electoral cada trabajo que se pierde es un voto menos para el partido que encabeza la presidencia o para el que tiene la mayoría en el Congreso y en el Senado en Washington. Así, el costo político de una negociación mal llevada entre ambos países tendrá efectos negativos para los trabajadores en ambos lados de la frontera, pero en el caso de Estados Unidos, en donde uno de cada 29 empleos depende de la relación comercial de libre comercio con México, el impacto podría revertirse directamente contra el presidente Donald Trump, que prometió devolver “la grandeza” de América. Aunque los republicanos controlan la mayoría en ambas cámaras, la Casa Blanca sabe que no cuenta con cheques en blanco en los congresistas ni con los senadores; ni siquiera con los de su partido. Perder la mayoría en el poder legislativo por una negociación fallida del TLCAN que destruya empleos en 50 estados que tienen vínculos comerciales con México sería fatal para la administración Trump.
›El cruce de las agendas político-electoral con la comercial ya encendió la alertas en Washington, en donde se busca acelerar el proceso; mientras que en México, la posibilidad de aprovechar el contexto político aún no es explotado con la magnitud que exige la tarea de amarrar los intereses comerciales nacionales vinculados al TLCAN.
De acuerdo a la revisión de informes oficiales elaborados por agencias e instituciones públicas de Estados Unidos, los lazos comerciales que en 23 años el acuerdo comercial se han tejido en 50 estados de la Unión Americana y que se traducen en exportaciones con valor de 600 mil billones de dólares y más de cinco millones de puestos de trabajo, colocan como piezas estratégicas en este entramado comercial a 164 congresistas, de los que 73 son demócratas, 91 republicanos y una silla en el Distrito 34 de California que está vacante. A este grupo se debe sumar a 12 senadores de Texas, Michigan, Ohio, Pennsylvania, Florida y, por supuesto, California.
En entrevista con ejecentral, Larry Rubin, explicó que si bien los congresistas tienen un peso específico en Washington y que con seguridad jugarán sus fichas por sus respectivos distritos, la decisión determinante recaerá en los senadores de esos estados que concentran el mayor valor comercial de las exportaciones que van a México. Para dimensionar el nivel de presiones a los que pueden estar sujetos los senadores y congresistas para influir en las negociaciones sobre el Tratado, sólo el intercambio comercial que Florida tiene con México a través del TLCAN aporta 290 mil 300 puestos de trabajo directos, que estarán en la mano de 16 congresistas y un senador, Marco Rubio, todos republicanos, que decidirán si apoyan la tendencia de la Casa Blanca de abandonar el acuerdo comercial o apuestan por fortalecer los lazos comerciales.
Rubio es sin duda uno de los personajes a los qué hay que acercarse y que el vea de primera mano el intercambio que Florida tiene con México”, recomendó Rubin al ofrecer detalles sobre el mapa estratégico que legisladores y empresarios ya deberían contemplar para influir en la próxima negociación del TLCAN.
Como Florida, en el resto de los estados que fueron citados, congresistas y senadores comenzaron a recibir el acercamiento de los legisladores mexicanos que, acompañados por la iniciativa privada, buscan amarrar el futuro del libre comercio en la región de América del Norte.