La ciencia ha descubierto que cada ocho años y medio, aproximadamente, el núcleo de nuestro planeta hace un movimiento tambaleante, lo que por supuesto, afecta lo que ocurre en la superficie.
Un estudio publicado en la revista Nature especifica que en el centro de la Tierra no hay una densidad homogénea, lo que hace que el núcleo tenga dos capas: la primera, hecha de roca fundida y metal; y la segunda, compuesta de hierro y níquel.
Y es esta diferencia de materiales lo que provoca que el corazón de esta formación se mueva de un hemisferio a otro, generando así el mismo movimiento en el planeta entero.
Las consecuencias en la superficie, sin embargo, no son graves ni dañinas para los seres que la habitamos, ya que al tratarse de un movimiento repetitivo y gradual, nos hemos acostumbrado a él. Únicamente se reflejan cambios ligeros en la rotación de la Tierra y la duración del día, así como variaciones en el campo magnético terrestre.
“La inclinación estática también puede provocar un cierto cambio en la forma del núcleo líquido, lo que resultaría en un cambio en el movimiento del fluido y un cambio correspondiente en el campo geomagnético”, explicó el geofísico Hao Ding.
Fue gracias a diversas mediciones hechas desde el 2018, que los científicos especializados encontraron que el núcleo se encuentra inclinado alrededor de 17 grados con respecto al manto, y su movimiento se rige con tiempos definidos, en este caso, poco más de ocho años.
Pero el estudio del núcleo aún revela hechos sorprendentes, ya que en los últimos meses se descubrió que el agua puede penetrar hasta dos mil 900 kilómetros bajo la superficie. De esta manera, los geólogos especialistas han encontrado que las interacciones entre las distintas capas que conforman nuestro planeta son más dinámicas de lo que se pensaba.
En este caso, encontraron que cuando el agua llega a la profundidad mencionada, entra en contacto con el silicio ubicado en la línea divisoria entre el núcleo y el manto. Así, se transforma en una capa de dióxido de silicio, la cual se calcula que mide algunos cientos de kilómetros de espesor. Sin embargo, la función y capacidades de esta formación aún se encuentran en investigación.
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