A poco más de tres mil kilómetros debajo de la superficie de la Tierra, entre el núcleo del planeta y la capa llamada manto, se encuentra una capa densa y considerablemente más delgada de las que se han identificado hasta ahora y que probablemente sea un fondo oceánico hundido.
Según una investigación publicada hoy en la revista Science Advances, esta capa tiene un grosor de apenas unas decenas de kilómetros, lo que es mucho menos de lo que miden las capas dominantes de la Tierra, pero es más densa que el resto del manto profundo, y tiene una composición que alenta las ondas sísmicas que le llegan.
La investigación se basó en datos recopilados durante tres años en 15 estaciones sísmicas enterradas en la Antártida que detectaron ondas sísmicas generadas por terremotos en todo el mundo para crear una imagen de las profundidades de la Tierra.
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“Al analizar miles de grabaciones sísmicas de la Antártida, nuestro método de imágenes de alta definición encontró zonas anómalas delgadas de material en el CMB (sigla para el límite entre el núcleo y el manto) en todas partes que probamos”, dice Edward Garnero, investigador de la Universidad Estatal de Arizona y uno de los coautores de estudio.
“El grosor del material varía desde unos pocos kilómetros hasta decenas de kilómetros. Esto sugiere que estamos viendo montañas en el núcleo, en algunos lugares hasta cinco veces más altas que el monte Everest”, añade Garnero en un comunicado de prensa.
“Las investigaciones sísmicas, como la nuestra, proporcionan imágenes de la más alta resolución de la estructura interior de nuestro planeta, y estamos descubriendo que esta estructura es mucho más complicada de lo que se pensaba”, añade Samantha Hansen, autora principal del estudio.
El equipo considera que esta capa recién descubierta era el fondo de un antiguo océano y fue subducida bajo tierra hace mucho tiempo.
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