Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA), técnica y legalmente, es un operador del gobierno federal y está dedicado a administrar, operar o conservar terminales aéreas en el país; además de prestar el servicio de combustible a toda la aviación. Los bien informados dicen que por ahora atraviesa un conflicto que amenaza su existencia, porque al ser intermediario en la venta y distribución de la turbosina, y como casi todas las aerolíneas tienen adeudos, su subsistencia depende de las asesorías que brinda, la más importante al Aeropuerto de la Ciudad de México, pero los millones que recibe por ese trabajo deben reducirse a la mitad, porque así lo ordena el oficio que emitió el presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de austeridad y en lo que se refiere a asesorías. Hasta ahora no hay un valiente que se atreva a decirle al Presidente que ASA podría morir de inanición si cumplen con sus órdenes y por eso debería hacer una excepción.