Por cierto, después de la captura del capo, Rafael Caro Quintero, los enlaces estadounidenses con la Secretaría de Marina —además de estar felices— ya pusieron sobre la mesa al menos cinco objetivos prioritarios que quieren detener —no sólo narcotraficantes, pues incluyeron a traficantes de personas— dicen que disfrazados de empresarios ubicados en el sur del país.
Desde Palacio Nacional, dicen los conocedores, no habrá obstáculos para ese trabajo.
Aseguran que la detención también ayudó a que el Ejército y policías estatales confiables comiencen a recibir información de las agencias estadounidenses sobre cargamentos de drogas o precursores químicos y traficantes de personas, no así para la Fiscalía General de la República, de la que desconfían; ahora, si actúan los militares y esas policías seleccionadas, también será una forma de probar a esas áreas de seguridad mexicanas, así que ya se verá en los decomisos que se tengan en las próximas semanas.