Las nuevas prioridades de la educación
A partir de esta semana, y cada 15 días, ejecentral inicia, de la mano de especialistas, un debate sobre uno de los temas medulares para el país: la educación y los retos que enfrenta en un nuevo escenario de crisis económica y de salud; pero también de transformación de la agenda política y social
La contingencia sanitaria debe ser una fuente enorme de aprendizaje. Así como las guerras, a un enorme costo humano, han detonado el desarrollo tecnológico en diferentes áreas, esta pandemia debe resultar en una mejor visión de la sociedad que queremos y de las formas para alcanzarla.
En el terreno educativo ya son evidentes muchas consecuencias negativas: las condiciones de conectividad del país, aunadas a una respuesta gubernamental académicamente frágil e inequitativa, disminuirán el rendimiento escolar, incrementarán el abandono y ampliarán las brechas entre la población.
›Esta experiencia también nos ha aportado elementos para reconstruir el sistema educativo sobre bases más sólidas. Tenemos la obligación de transformarlo para que todo este sufrimiento tenga un sentido.
¿Hacia dónde hay que apuntar? Las reformas legales de 2019 introdujeron muchas definiciones en torno a la educación y las escuelas. La pandemia, sin embargo, nos ha hecho ver que hay prioridades por cumplir si deseamos hacer llegar los servicios educativos a todos, crear condiciones para que los estudiantes permanezcan en la escuela, y ofrecerles un servicio útil y de calidad para su formación como personas. Identificamos al menos cinco objetivos de la mayor importancia:
Atención centrada en las personas, pues la educación debe poner en primerísimo lugar su bienestar físico y mental. La salud, el autoconocimiento y la capacidad para establecer relaciones empáticas con los demás, son temas que deben pasar a los primeros planos. Debe quedar atrás la centralidad casi exclusiva de las competencias productivas: primero las personas, después los resultados. La vida saludable y las habilidades socioemocionales han sido ya incorporadas en los programas de estudio, pero carecen de un proyecto claro para formar a los docentes y proveerles de los materiales necesarios. Necesitamos una acción específica para estos temas, con una estrategia operativa que involucre a la autoridad local y a la comunidad escolar.
Acceso incluyente a los esquemas educativos para llegar a todas las comunidades escolares y para monitorear la permanencia escolar. La inasistencia ya era un problema mayúsculo antes de la contingencia: 4.8 millones de personas de entre 3 y 17 años no asistían a la escuela en 2015 según Inegi, y permanecen fuera de la agenda educativa. A ellos se agregan miles de estudiantes que formalmente están inscritos, pero que han perdido contacto con la escuela por no tener acceso a los medios electrónicos. Requerimos activar mecanismos para identificar, contactar y retener a esos estudiantes, con el apoyo de docentes, directores, supervisores y de la información que generan los sistemas de control escolar.
Aprendizaje pertinente que incluya temas cada vez más útiles para la vida y el trabajo. La contingencia nos hace ver que los programas oficiales aun incluyen muchos temas que resultan poco relevantes para la mayoría de las personas, y dejan fuera conocimientos de la mayor importancia para su vida personal y profesional. A ello hay que agregar la necesidad de impulsar el aprendizaje por proyectos que estimulen la construcción de conocimiento, solución creativa de problemas reales, colaboración, autorregulación, comunicación y un más pertinente uso de las tecnologías de la información. Existen equipos académicos muy competentes en las instituciones federales (SEP, Conafe, INEA) y estatales, para un ejercicio como este, que bien podría considerar la participación de científicos, empresarios, líderes políticos y religiosos, artistas y deportistas, entre otros, cuyas aportaciones pueden ser integradas por equipos de pedagogos y educadores.
Disminución de las brechas de aprendizaje, con acompañamiento especial a estudiantes en desventaja tecnológica y académica. La heterogeneidad de las condiciones en que opera la educación a distancia —que va desde el acceso a plataformas y otros recursos de última generación, hasta las clases por radio o con el único apoyo de copias fotostáticas— habrá de incrementar la inequidad en un sistema que ya era muy desigual. Quienes tienen acceso escaso o nulo a la tecnología, y quienes requieren más apoyo académico, requieren de acceso prioritario a apoyos concretos. La distribución de materiales impresos especializados para estas personas puede ayudar, además de una convocatoria a la sociedad para que estudiantes de niveles superiores y profesionistas apoyen con tutorías a estudiantes en desventaja. En nuestra experiencia, cuando se convoca a la sociedad para fines educativos, hay respuesta.
Reposicionamiento de la familia en el proceso formativo de sus hijos y en su relación con la escuela. El diálogo entre familia y escuela debe (re)construirse con base en la corresponsabilidad, la horizontalidad y el respeto. Las familias, además, deben incorporarse con mayor claridad como fuente en el aprendizaje de competencias para la vida, independientemente de su ocupación o nivel de escolaridad. Esta debe ser toda una línea de acción de la autoridad educativa que incluya capacitación a docentes, materiales y campañas de sensibilización.
Tiempos extra
El Congreso está obligado a ajustar la propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 (PPEF) para educación, ya que el planteamiento del Ejecutivo infringe normas aprobadas en esta misma legislatura.
El Artículo 3 de la Constitución establece que “… el Estado fortalecerá… de manera especial a las escuelas normales, en los términos que disponga la ley.”, en tanto que el Párrafo VIII del Artículo 9 de la Ley General de Educación define, entre las acciones que realizarán las autoridades educativas, la de “Establecer, de forma gradual y progresiva de acuerdo con la suficiencia presupuestal, escuelas con horario completo en educación básica…”.
Con ello parece que las escuelas normales y el Programa de Escuelas de Tiempo Completo se salvarán de los severos recortes propuestos en el PPEF, a menos que el Congreso convalide el error del Ejecutivo. En cambio, los servicios para los sectores más marginados, como la educación comunitaria (Conafe), indígena, para migrantes y para adultos (INEA), no cuentan con normas ni actores educativos que defiendan su presupuesto.