Las ciencias y creencias de la resurrección

12 de Septiembre de 2024

Las ciencias y creencias de la resurrección

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Algunas empresas proponen revivir a los mamuts lanudos para proteger el ártico y combatir el cambio climático; incluso hacen clonaciones digitales de personas

La posibilidad de que exista la vida eterna en otro plano de la existencia, la resurrección o, ya de perdida, la posibilidad de comunicarse con los espíritus de quienes ya han fallecido, ha sido una preocupación constante de la humanidad y se ha visto reflejada en las creencias religiosas de todo el mundo, en la hechicería y en las artes oscuras de la nigromancia; aunque en todos estos casos los resultados son o inexistentes o, digamos, difíciles de cuantificar y demostrar.

Sin embargo, en la actualidad existen posibilidades demostrables y reales de llevar a cabo lo que puede considerarse una resurrección. Éstas han surgido en dos campos muy distantes: Por un lado, en las capacidades de clonación biológica; por otro, en la reciente posibilidad de hacer una “clonación digital” de las personas muertas, o al menos de sus personalidades.

En lo que se refiere a la clonación biológica, ya hay quienes disfrutan de la posibilidad de reproducir a sus mascotas cuantas veces estén dispuestas a pagar las decenas de miles de dólares que cuesta el procedimiento (que puede ir de alrededor de 50 mil dólares por un perro hasta 85 mil dólares por un caballo). Pero además existen quienes están trabajando en regresar a la vida a especies que han desaparecido.

Si bien esta forma de clonación, que requiere de unas cuantas células de la piel del “modelo original”, no está permitida para generar seres humanos, existe la posibilidad, que ya se está llevando a cabo, de “clonar” la personalidad digital de un individuo a partir de sus publicaciones en redes sociales. Ambas formas de “resurrección” despiertan una multitud de cuestionamientos éticos.

Tenemos el ADN, que vengan los mamuts

la resurrección

“Que la prehistoria avance atronadora. Tenemos el ADN, la tecnología y los expertos líderes en el campo. A continuación, tendremos el mamut lanudo. Vivo otra vez”, ese es el lema del proyecto de desextinción de la empresa Colossal, aunque en realidad aclaran que no se trata exactamente de la resurrección del mamut lanudo, sino “más específicamente, un elefante resistente al frío con todos los rasgos biológicos centrales del mamut lanudo. Caminará como un mamut lanudo, se verá como tal, sonará como tal, pero lo más importante es que podrá habitar el mismo ecosistema previamente abandonado por la extinción del mamut”.

De acuerdo con Colossal, la combinación que harían de un mamut lanudo con un elefante asiático (especies que comparten el 99.6% de sus genes) serviría incluso para combatir el cambio climático y, con ello, para la preservación de todos los ecosistemas terrestres.

El dato. Las compañías que clonan mascotas advierten que éstas no serán una resurrección de su mascota original; además de ser físicamente idénticos, los clones tienen una personalidad similar.

Colossal considera que tener mamuts lanudos en el ártico podría ayudar a “desacelerar el derretimiento del permafrost”, lo que a su vez contribuiría a impedir la emisión de gases de efecto invernadero que están atrapados dentro del permafrost, lo que equivale a unos 600 millones de toneladas de carbono neto al año.

También podría revertir el paisaje ártico desde los actuales bosques, que están “cubiertos de musgo y humedales y que no son tan útiles para combatir el aumento de las temperaturas”, de regreso hasta “los pastizales árticos naturales, que ayudan con las emisiones de carbono”. Esto es lo que se conoce como la Estepa del Mamut.

“Los híbridos de elefante y mamut, tolerantes al frío, pastarían en las praderas y deambularían cómodamente durante los inviernos, raspando las capas de nieve para que el aire frío pueda llegar al suelo. Esto también permite que los pastizales prosperen y, como son más livianos que los bosques, la nieve no se derretirá tan rápido. Dando paso a otro beneficio: una superficie que refleja la radiación del sol”, se señala en el sitio electrónico de la empresa Colossal.

Curiosamente, Colossal no es la única compañía que está trabajando en la resurrección de los mamuts lanudos, también existe Revive & Restore, la cual considera que “la bioingeniería, la investigación del genoma, los recursos celulares y las técnicas reproductivas que se están desarrollando para el renacimiento del mamut lanudo también podrían promover la conservación de las especies vivas”.

De hecho, aunque Revive & Restore trabaja en revivir especies extintas, “como la paloma migratoria”, aclaran que “hemos centrado la mayor parte de nuestra atención en especies en peligro de extinción que necesitan rescate genético, como el hurón de patas negras y el caballo de Przewalski”.

Consentimiento para la resurrección

La clonación digital de la personalidad a partir de posteos en redes sociales fue, en 2014, el tema de uno de los episodios más interesantes de la serie Black Mirror, pero la empresa Eternime lo intentó en la realidad en 2017. Y fracasó.

Se podría pensar que Eternime no tuvo éxito porque la inteligencia artificial en aquel momento no era suficiente para hacer una clonación convincente. En cambio, la de ahora, como podemos darnos cuenta quienes interactuamos con ChatGPT, parece ser más que suficiente.

De hecho, ya existen empresas que están volviendo a intentarlo, como You, Only Virtual (Tú, sólo que virtual), que ofrece un servicio donde los usuarios pueden cargar mensajes de texto, correos electrónicos y conversaciones de voz de alguna persona para crear un chatbot, señala Masaki Iwasaki, profesor-investigador de la Facultad de Derecho de Harvard y en la Universidad Nacional de Seúl.

Project December también ofrece un servicio que permite conversaciones con chatbots de personas fallecidas y, en 2020, “Microsoft obtuvo una patente para crear chatbots a partir de datos de texto, voz e imágenes para personas actualmente vivas, personajes históricos y personajes de ficción”.

58% de las personas encuestadas consideró aceptable la resurrección digital si la difunta había dado su consentimiento. Sólo 3% estuvo de acuerdo en que se haga sin éste.

Iwasaki, quien es el autor de un estudio sobre el tema publicado hace unas pocas semanas en el Asian Journal of Law and Economics, también señala que la resurrección digital a partir de datos de un difunto “podría implicar infracciones de diversos derechos asentados en la ley, incluidos los derechos de autor, de privacidad, imagen y publicidad”, que en la mayoría de los regímenes legales no prescriben con la muerte.

Para evitar esto, algunos investigadores propusieron en 2023 que “se recurra a las intenciones expresadas por el difunto en su testamento como requisito previo para la creación de clones digitales”, aunque no está claro si se requeriría consentimiento o sólo la falta de una negativa expresa.

En su estudio, Iwasaki se propuso averiguar cuál sería la aceptación social de la resurrección digital, y para ello encuestó a 222 personas adultas en Estados Unidos y les presentó, al azar, dos escenarios en los que una mujer de unos 20 años muere en un accidente automovilístico. En una de las opciones, la difunta había dado su consentimiento a la resurrección digital, y en la otra no.

“Aunque esperaba que la aceptabilidad social de la resurrección digital fuera mayor cuando se expresa el consentimiento, la marcada diferencia en las tasas de aceptación fue sorprendente”, dice Iwasaki en un comunicado de prensa, ya que al 58% de las personas encuestadas les pareció aceptable la resurrección si la difunta había dado el consentimiento mientras que sólo 3% lo aprobó si ella había disentido.

Epílogo de la ética de la resurrección

Hace unos días se publicó un estudio en la revista Nature que explicaba el primer proceso de clonación exitoso de dos monos rhesus, que nacieron hace tres años y están en perfecto estado de salud. Este procedimiento, señalan los autores, se puede usar en otras especies de primates.

La meta de clonar primates no es, desde luego, llegar a clonar humanos, sino tener sujetos de laboratorio que sean más parecidos a nosotros que los ratones y que puedan ser manipulados genéticamente; pero, por supuesto, el tema está rodeado de consideraciones éticas. Sin embargo, éstas se refieren sobre todo al trato que se da a los animales y al hecho de que la clonación puede implicar procedimientos dolorosos y estresantes, además de muchas muertes por los procedimientos fallidos.

Además, la recuperación de especies extintas también ha sido cuestionada. Por un lado, hay quienes dicen que sería mejor dedicar esos recursos a tratar de preservar los ecosistemas y especies actuales, en especial las que están en peligro de extinción; por otro, si es realmente posible que los mamuts ayuden a preservar el ártico, suena como una magnífica inversión.

600

millones

de toneladas de carbono anuales en gases de efecto invernadero se liberan por la destrucción del permafrost ártico.

Además, existen quienes dicen que hay que recuperar esas especies porque es algo que se puede hacer y porque sus beneficios son actualmente inestimables, como lo fueron los del viaje a la Luna, de donde vienen, por ejemplo, desde los envases de cartón para leches y jugos hasta los dispositivos de monitoreo de funciones vitales que se usan en los hospitales.

En el caso concreto de los proyectos de clonación de especies extintas se esperarían, desde luego, grandes avances en genómica y también en proteómica (que se refiere a las proteínas), pero también cosas inesperadas, como la búsqueda que se está haciendo de sustancias antibióticas en humanos extintos, como los neandertales y los
denisovanos.

Sobre la clonación digital que ya está ocurriendo, Iwasaki también comenta que además de la voluntad del difunto son importantes “las preocupaciones éticas sobre la vida y la muerte, junto con la aprehensión general hacia las nuevas tecnologías”.

Y en cuanto a la patente de Microsoft para desarrollar chatbots de personas famosas actuales, históricas e incluso de ficción, Iwasaki lo abordará en investigaciones futuras sobre la base de que “primero es necesario discutir qué derechos deben protegerse, y en qué medida, y luego crear normas en consecuencia”.

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