A 75 días de su erupción, el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma no sólo no se ha detenido, sino que ahora, expertos encontraron que las primeras señales comenzaron a aparecer cuatro años antes.
Según una investigación del vulcanólogo Marc-Antoine Longpré —publicada en la revista Science—, las primeras alertas comenzaron en octubre de 2017 con una serie de 128 sismos ligeros en ocho días.
Este tipo de eventos, conocidos como “enjambres sísmicos” suelen ser una señal de actividad volcánica, pero en este caso, fueron pasados de largo, pese que diversos geólogos coinciden en que pudo ser un indicador de que se estaba generando una intrusión del precursor del magma en el manto profundo.
Cuatro meses después, en febrero de 2018, se registró otro enjambre sísmico de 84 terremotos. Y si bien después de eso hubo calma por dos años, los eventos volvieron a ocurrir en la segunda mitad del 2020 con más insistencia. Tan sólo de finales de julio de ese año hasta febrero de 2021 hubo seis enjambres que iban desde los 14 a los 160 terremotos incluso a mayor profundidad.
Tras estas alertas, como ya se sabe, transcurrieron seis meses tranquilos que fueron la calma antes de la tormenta, ya que en agosto volvieron a registrarse cientos de sismos que ya no eran tan profundos, lo que indicaba movimiento en los canales de magma subterráneos. Esto ya no dejaba dudas sobre la erupción de un volcán, pero se ignoraba que sería tan pronto.
Fue hasta el 19 de septiembre que tuvo lugar la gran erupción cuyas columnas de ceniza llegaron a los seis kilómetros de altura y llegó a provocar más de mil temblores en un lapso de tres días.