Aunque para los seres humanos y la mayoría de los animales la vejez es una parte natural e inevitable de la vida; sin embargo, no es así para todos los animales, algunas especies de reptiles envejecen mucho más lento que nosotros, e incluso hay algunos que prácticamente no envejecen.
Hasta ahora, una tortuga gigante del archipiélago de las Seychelles, de 190 años de edad y llamada Jonathan, es el “animal terrestre vivo más antiguo del mundo”, y tal parece que se podría agregar, “del que se tiene constancia”, pues abunda la evidencia anecdótica de animales de los llamados “de sangre fría” que han vivido más tiempo,
De acuerdo con una investigación, hecha por un un equipo internacional de 114 científicos y que se publica hoy en la revista Science, las tortugas, los cocodrilos y las salamandras tienen tasas de envejecimiento particularmente bajas y, en algunos casos, incluso a un “envejecimiento insignificante” o falta de envejecimiento biológico.
El estudio, que es el más completo sobre el envejecimiento y la longevidad hasta la fecha, comprende datos recopilados en la naturaleza de 107 poblaciones de 77 especies de reptiles y anfibios en todo el mundo.
Particularmente notables son las tortugas, pues de 52 especies, el 75% muestran una senescencia extremadamente lenta, mientras que el 80% tienen una senescencia más lenta que la que tenemos los seres humanos.
Hay que considerar “que el hecho de que algunos (de estos animales) muestren una senectud insignificante no significa que sean inmortales; solo significa que su riesgo de muerte no aumenta con la edad, pero sigue siendo mayor que cero”.
Es decir que “todos morirán eventualmente debido a causas inevitables de mortalidad, como la enfermedad”, dijo Fernando Colchero, uno de los coautores del estudio, en un comunicado de la Universidad del Sur de Dinamarca.
Otra de las sorpresas del estudio es que algunas de las especies de tortugas pueden reducir su tasa de envejecimiento como respuesta a las mejores condiciones de vida en zoológicos y acuarios en comparación con la naturaleza.
Comprender cómo se regulan las tasas de senescencia en estos animales puede ayudar a comprender mejor cómo envejecemos los humanos, señalan los autores.
Longevidad. De 52 especies, 75% muestran una senescencia extremadamente lenta, mientras que 80% tiene una senescencia más lenta que la de los seres humanos.