La variante que fracasó

2 de Diciembre de 2024

La variante que fracasó

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Se llamó Épsilon mientras fue considerada “de interés” por la OMS; este linaje de Covid tenía mutaciones que lo hacían peligroso, pero no prosperó
 y ahora ni siquiera tiene nombre

Llamaron la atención desde que fueron detectadas en el estado de California en Estados Unidos. Eran dos variantes del SARS-CoV-2, la B.1.427 y la B.1.429, que tenían en común una mutación en la proteína espiga (la L452R) que, por experiencias con variantes anteriores, se sabía que las haría temibles. Se midió que disminuyen la acción de los anticuerpos neutralizantes entre cuatro y 6.7 veces si eran resultado de una infección previa y dos veces si eran debidos a la vacunación.

Ahora sabemos, gracias a un reporte de investigación que se publicó el primero de julio en la revista Science, que Epsilon se basa en una “estrategia de neutralización-escape indirecta e inusual” que depende de tres mutaciones en la proteína de pico que permiten al virus escapar de ciertos anticuerpos y reducir la potencia de las vacunas.

La B.1.427 pasó de estar en alrededor del 1% de las muestras que se secuenciaron en California en octubre de 2020, a estar en 20% a mediados de enero de 2021 y al 25% un mes después. Por su parte, B.1.429, que tiene otras cuatro mutaciones relevantes, pasó del mismo 1% en octubre al 41% en febrero.

Dado que se estimó que eran 20% más transmisibles que las variantes previas y que llegó a detectarse en 34 países, la OMS las consideró variantes de interés y las llamó, en conjunto, “Épsilon”. En México, por la cercanía geográfica y el intercambio constante con California, teníamos buenas razones para temer la llegada de estas variantes, aunque crecieron también en otros países.

Sin embargo, después de abril ambas variantes decayeron tan rápidamente como habían subido. A nivel nacional, en Estados Unidos, B.1.429 alcanzó a estar brevemente en un pico del 18% de las muestras antes de bajar, y B.1.427 sólo llegó un día al 9 por ciento. En México, la presencia B.1.429 no llegó a pasar del 3%, mientras que B.1.427 sí llegó a poco más del 10% de las muestras, pero por apenas cuatro días.

La caída de Epsilon fue tal, que a principios de julio la OMS las bajó de categoría, dejó de considerar a las dos variantes como “de interés” y hasta les quitó el nombre.

La historia de este linaje revela un par de hechos importantes sobre el SARS-CoV-2. El primero de ellos es que la disminución de la eficacia de los anticuerpos neutralizantes no se puede relacionar directamente con la eficacia de la inmunidad que generan las vacunas o las infecciones previas.

›Una investigación publicada el mismo 1 de julio en la revista Cell, revela que ninguna de las variantes de importancia que se han detectado hasta ahora del coronavirus (con excepción de Delta y Lambda que no se probaron en esta investigación) afecta el funcionamiento de otra parte de la inmunidad que es la de las células T.

Las células T actúan de una forma distinta y, en cierto sentido, más brusca que los anticuerpos, pues no detectan a los virus o viriones como tales, sino que detectan y destruyen a las células humanas que han sido infectadas por los virus y así evitan que estos se sigan reproduciendo.

Para cumplir con esta tarea, dependen de un mecanismo que consiste en que el resto de las células del cuerpo “muestran” en su superficie los fragmentos de las proteínas que están fabricando. Cuando esos fragmentos, llamados epítopos, son ajenos o extraños, entra en acción el mecanismo de destrucción celular.

Los anticuerpos también reconocen ciertos epítopos, sobre todo de la proteína espiga (S), pero lo que la investigación encabezada por Alessandro Sette de la División de Enfermedades Infecciosas y Salud Pública Global de la Universidad de California en San Diego descubrió es que los epítopos relevantes para los anticuerpos son distintos que los relevantes de las células T y que el entre el 93% y el 97% de los epítopos que detectan estas “se conservan al 100% en todas las variantes”.

Con “todas”, los investigadores se refieren a las variantes que probaron, que fueron los linajes Epsilon; Alfa o B.1.1.7, descubierto en Reino Unido; Beta o B.1.351, descubierto en Sudáfrica, y Gamma o P.1, descubierto en Brasil, todas las cuales tienen un cierto grado de evasión de los anticuerpos y de mayor transmisibilidad.

Sin embargo, esta observación no explica la caída de Epsilon sino que las vacunas resultan efectivas contra las variantes, aunque pueden no serlo en buena medida con una sola dosis.

En la sucesión de variantes lo que importa es la competencia entre las mismas, y en ese sentido el factor más relevante es su capacidad de transmisión. Una revisión de mil 863 fuentes, de las que sólo 23 se consideraron suficientemente sólidas, encontró que el riesgo de transmisión de Alfa es entre 45 y 71% más alto en comparación con las variante no consideradas como de preocupación, mientras que su R0 fue de 75 a 78% más alto.

Así, la caída de las dos variantes de Epsilon en California coincide exactamente con el ascenso de Alfa, que llegó a estar consistentemente en más del 50% de las muestras entre el 11 de abril y hasta el 2 de junio, cuando empezó a descender y fue reemplazada por Delta, que es 60% más transmisible que Alfa y la más contagiosa de todas las variantes hasta ahora.