De acuerdo con un estudio genético que se publicará mañana en la revista Science, a pesar de que quedan sólo 10 ejemplares de vaquita marina, esto no sería un impedimento para que la población se recupere; sin embargo, se deben reunir una serie de condiciones para que esto suceda y, por lo pronto, no hay forma de saber si éstas se están dando, si tampoco la población de vaquita está reaccionando.
Cuando una población de vida silvestre tiene una disminución severa, una pregunta clave es si los esfuerzos de recuperación que se lleguen a hacer se verán obstaculizados por factores genéticos de la propia población, como lo que se conoce como depresión endogámica que es la acumulación de defectos genéticos que podrían diluirse en una población grande.
El estudio coordinado por Jaqueline Robinson, de la Universidad de California en San Francisco, se hizo con la finalidad de responder a esta pregunta, para lo cual se analizaron las secuencias de los genomas completos de 20 ejemplares de vaquitas (Phocoena sinus) que se habían almacenado.
Y la respuesta es que la población, “inclusive con sólo 10 individuos, tiene una buena probabilidad de recuperarse”, comenta a ejecentral Lorenzo Rojas Bracho, coautor del estudio e investigador de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) en Ensenada.
Sin embargo, esa probabilidad existe “si la mortalidad por captura incidental se detiene de inmediato”, señalan los investigadores en el artículo en Science, ya que las vaquitas, cuya única población existente está en la zona del Alto Golfo de California, llevan décadas siendo víctimas de las redes de enmalle que se usan en la región para atrapar a un pez llamado totoaba.
De acuerdo con las simulaciones que hicieron los científicos, si las muertes por captura incidental se detienen por completo, sólo el 6% de las poblaciones en sus simulaciones desaparecerán; pero si las tasas de mortalidad disminuye en 80%, el 62% de las poblaciones simuladas se extinguirán.
Rojas Bracho señala un problema más, actualmente no se puede monitorear la población porque “nos robaron los equipos acústicos, y es mediante técnicas acústicas que nosotros sabemos cuál es la tendencia de la población”.
El programa intensivo de monitoreo acústico comenzó en 2011. En aquel entonces se trataba de ver si el Refugio de la Vaquita, un área en la que se impedía la pesca de totoaba, era suficiente para permitir la recuperación. El monitoreo permitió detectar que en lugar de crecimiento había una disminución dramática de la población.
Hace unos días, la organización Sea Shepherd dio a conocer que la llamada Operación Milagro estaba funcionando en términos de disminuir la pesca de totoaba en el área de cero tolerancia; pero para saber si la población de vaquita está respondiendo, dice Rojas Bracho, habría que poder monitorearla y tendrían que “pasar años” para ver una tendencia positiva.
Peligro. Los científicos que monitorean a la Vaquita Marina por ahora no pueden hacerlo, porque les robaron sus equipos.
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