Esta mañana, el canciller Marcelo Ebrard dio a conocer que iniciarán en México las pruebas fase 3 de la vacuna de la empresa china CanSino Biologics en asociación con el Instituto de Biología de la Academia de Ciencias Médicas Militares de ese país; se trata de una buena noticia, porque forma parte del trato de compra de 35 millones de dosis en caso de que la vacuna resulte exitosa, pero hay posibilidades de que no funcione.
La vacuna de Cansino, igual que la Sputnik V, está basada en un adenovirus llamado Ad5. Los adenovirus, en especial Ad5, son inofensivos, por lo cual, desde los años 80 se empezaron a usar para tratar de elaborar terapias génicas: el adenovirus sería el encargado de transportar ciertos genes “sanos” a los pacientes.
Esta aproximación no funcionó porque había que administrar muchos virus y provocaba problemas serios de inflamación; sin embargo, esto los hizo buenos candidatos para desarrollar vacunas contra otros virus. La idea es que el adenovirus exprese algún antígeno del otro virus, que en el caso del SARS-CoV-2 es la proteína espiga.
Pero los resultados no han sido muy buenos y hasta la fecha sólo se ha aprobado una vacuna de Ad5, desarrollada, de hecho, por CanSino contra el virus del Ébola; sin embargo, sus resultados han sido pobres, pues sólo ha sido aprobada en China para su uso en emergencias.
Desde hace tiempo se sabe el principal problema de las vacunas de Ad5: los pacientes pueden tener resistencia previa a este virus, lo cual disminuye la efectividad de la inmunidad que se genera contra el virus del que en realidad se quiere proteger.
De hecho, en el reporte de las pruebas fase 2 de la vacuna de CanSino publicado en The Lancet, los investigadores dicen que “se descubrió que el aumento de la edad y la alta inmunidad anti-Ad5 preexistente pueden reducir significativamente las respuestas inmunes a la vacuna”.
En el mismo reporte se da a conocer que la inmunidad contra Ad5 varía en distintas regiones, hay “alrededor del 80% en India, 78% en Kenia, 67% en Tailandia, 64% en Uganda, alrededor del 60% en Sudáfrica, 45% en Sierra Leona y menos del 30% en Estados Unidos”. El reporte no incluye el dato para México.
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