La terna para elegir a quien dirigirá la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en realidad es de dos. Para fortuna de la institución y de la cultura de protección a las personas, desde ahora se puede dar por descartada a Rosario Piedra Ibarra. La carta falsa de supuesto apoyo del obispo emérito Raúl Vera, que la señora envió al Senado, es suficiente para dejarla fuera de combate no sólo políticamente, sino legalmente.
Hace cinco años, la votación por la que llegó a la CNDH estuvo envuelta en el escándalo por un conteo de votos irregular que nunca fue aclarado. Hoy, el solo hecho de haber usado documentación falsa para apuntalar su candidatura vuelve su nominación, y también su elección en la terna, ilegal y por lo tanto, impugnable.
Para efectos del proceso no importa mucho si ella fue o no responsable de la falsificación; lo que pesa es que ella usó un documento falso. Hace cinco años el ambiente era otro. Hoy, el Senado no apostaría por un proceso desaseado e impugnable que pudiera acabar en un tribunal. Por eso, la terna, en realidad, es de dos.