Podrán hacer todas las críticas que deseen a la estrategia, pero la respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum al post con el que Donald Trump anunció la imposición de aranceles a México desde su primer día en la Casa Blanca, representó un refrescante contraste con el pasado.
La presidenta de México fue formal, sobria, seria y directa, aunque conciliadora y respetuosa. Se escuchó y se vio como debe verse una Jefa de Estado. No cayó en el estilo bravucón del hombre naranja, pero tampoco trató de esquivar las balas con chabacanerías, como lo hacía López Obrador cada vez que debía comentar alguna de las diatribas de Trump.
Claudia Sheinbaum ofreció razones, datos duros y consecuencias negativas de una decisión unilateral que grave productos mexicanos. Dejó en claro que esa salida no le convenía a nadie, pero igual de importante es, que también precisó que no se deja amedrentar por el norteamericano y que, si hay gravámenes contra México, también los habrá contra Estados Unidos.