En contraste con lo que ocurre con sus vecinos, el gobernador de Querétaro, también de extracción panista, acaba de dar una muestra de cómo se enfrenta una crisis: para empezar reconociéndola, después dando la cara y luego colocándose al lado de las víctimas y los afectados.
Mauricio Kuri González puso el ejemplo de lo que cualquier autoridad deberían hacer frente a los problemas. Ante la balacera que derivo en matanza, en el Bar Cantaritos, el gobernador no se escondió ni trató de minimizar los hechos, como ocurre no sólo en Guanajuato, también en Sinaloa y Chiapas. Kuri habló, condenó el hecho, reconoció el problema, buscó apoyo en la Federación con Omar García Harfuch, y prometió trabajar para mejorar la seguridad.
Resultado: por más lamentable que sea el hecho y sanguinario que haya sido el ataque, en Querétaro no hay, ni sensación de inseguridad, ni vacío de poder. Son varios los que tendrían que aprender la lección.