En el río revuelto siempre hay ganancia de pescadores, especialmente de los que no son muy capaces. En la política ocurre lo mismo. Ante el cúmulo de asuntos pendientes y el alud de retos que se vislumbran en la relación bilateral con Estados Unidos, hay muchos políticos que nadan de muertito, caminan por lo oscurito y no resuelven nada, pero tampoco hacen ruido para seguir fluyendo.
Uno de esos es Miguel Ángel Navarro Quintero, el gobernador de Nayarit. No hay nada bueno que se sepa de él, y sus defensores dirán que tampoco nada malo, pero el hecho es que a un gobernante se le elige y se le paga para transformar la realidad, enfrentar retos, resolver problemas y hacer avanzar a la sociedad.
De eso no hay absolutamente nada en el caso de Navarro Quintero, quien llegó al cargo en septiembre de 2021, ya acabó con la mitad de su sexenio y no ha logrado avanzar un ápice en la solución de los problemas de precariedad y desigualdad que aquejan a la entidad de cuyo presupuesto vive, y vive bastante bien.