Hablar del abandono de casas del Infonavit es, más que impreciso, tramposo. El Infonavit no construyó esas casas ahora abandonadas, porque hace muchos años que el organismo dejó de edificar unidades habitacionales para convertirse en una entidad financiera que otorga créditos a los trabajadores que cumplen los requisitos, para que estos adquieran la vivienda que decidan, donde sea que se ubique.
El abandono de inmuebles existe, y muchos en esa situación tienen un crédito Infonavit, pero el fenómeno obedece a una mala planeación, tanto de las empresas privadas que construyeron unidades habitacionales y fraccionamientos lejos de las ciudades, de los centros de trabajo y en medio de la nada, como de las y los trabajadores que, con tal de ejercer su crédito Infonavit, compraron una vivienda lejos, muy lejos de su empleo, de la escuela de sus hijos y de la comunidad donde hacen su vida normal.
Muchas casas están abandonadas porque a los propietarios les resultó insoportable invertir tres horas diarias de ida y otro tanto de regreso para acudir a su empleo, por lo que decidieron mudarse y no pudieron rentar la vivienda ni mantenerla vacía. Otras fueron abandonadas porque sus propietarios perdieron el empleo y, con ello, la capacidad de seguir pagando el crédito. El fenómeno es real y lamentable, pero ni es culpa del Infonavit ni son sus casas si en un juicio especial hipotecario no se ha emitido una sentencia que le otorgue la propiedad, aunque la vivienda misma sea la garantía del pago del crédito otorgado sobre ella.