Los problemas de salud mental entre el personal de salud en la Ciudad de México, debido a la pandemia de Covid-19 prácticamente duplican el promedio de lo que se observa entre sus pares a nivel internacional, y lo hicieron mucho antes de que llegara la época de las fiestas de Navidad, fin de año y Reyes.
›De acuerdo con un estudio publicado en diciembre en el Brazilian Journal of Psychiatry y encabezado por Rebeca Robles García, del Instituto Nacional de Psiquiatría, el personal de salud de la ciudad de México padecía sobre todo insomnio (52.1%), depresión (37.7%) y trastorno de estrés postraumático (37.5%), según revelaron las encuestas realizadas entre el 17 de abril y el 7 de mayo de 2020.
En comparación, una revisión sistemática y un metaanálisis de 65 estudios en los que participaron 97 mil 333 trabajadores de la salud de 21 naciones, mostraron “una alta prevalencia de depresión moderada (21.7%), ansiedad (22.1%) y trastorno de estrés postraumático (21.5%), entre los trabajadores de la salud durante la pandemia de Covid-19”.
Por supuesto que por las diversas metodologías, los números del estudio en la CDMX y el metaanálisis internacional no son estrictamente comparables, pero llama la atención que para los autores del segundo, las prevalencias resultan alarmantes.
Así, al riesgo de que haya una tercera ola de contagios en México, conducida por la relajación de las medidas de confinamiento, el periodo de Semana Santa, la llegada del turismo de spring break y la posibilidad de que lleguen o se produzcan variantes más contagiosas del SARS-CoV-2, se suma la inminencia de una crisis de salud mental entre el personal médico, y secuelas en la población en general.
Buenas razones
Andrés es enfermero, y al inicio de la pandemia trabajaba en un hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social de la ciudad de México. Andrés tiene diabetes, y al no recibir equipo de protección de la institución, compró por su cuenta lo necesario. Sin embargo, al cabo de un mes y medio, cuando empezaron los contagios de Covid-19 entre el personal, renunció. Ahora vive de atender pacientes (que no tengan el virus) en forma particular.
Así, Andrés no forma parte de las estadísticas anteriores, pero su caso es representativo de otro problema que revela una encuesta de la Universidad Iberoamericana, según la cual en 65% de los hogares los ingresos se redujeron desde el inicio del confinamiento, y uno de cada tres reportó que esa contracción es de más del 50 por ciento.
En nuestro país se han dado buenas razones para que el personal de salud esté más afectado que el de otras partes del mundo, explica Humberto Nicolini, del Laboratorio de Enfermedades Psiquiátricas y Neurodegenerativas del Instituto Nacional de Medicina Genómica (INMEGEN).
El experto comenta que México se ha reconocido internacionalmente como el país donde se registraron más muertes de trabajadores de la salud a causa de la Covid-19, según un informe de Amnistía Internacional de septiembre de 2020 que causó revuelo en México cuando fue retomado en un artículo periodístico publicado en la revista médica The Lancet.
Para el personal de salud mexicano, ver a muchos compañeros morir o estar enfermos de gravedad ha tenido un enorme impacto. “También el alto número de casos que se han dado en nuestra población ha conducido a que haya un enorme desgaste a nivel emocional”, comenta en entrevista.
Nicolini está participando en un estudio donde se hacen entrevistas psiquiátricas (que permite hacer diagnósticos y no sólo detectar síntomas) con sobrevivientes de Covid-19.
Sin haber analizado los datos aún”, comenta que entre los médicos, paramédicos y demás profesionales de salud que han sido evaluados se detectaron “episodios importantes de depresión, de cuadros ansiosos y de ataques de pánico, estrés postraumático (TEPT) y síntomas de trastorno obsesivo compulsivo”.
A nivel de la población en general, se puede destacar que el estudio de Robles y sus colegas encontró que después del personal médico, el grupo más afectado fueron las mujeres, cuyos niveles de insomnio, depresión y TEPT fueron de 47.1, 33.0 y 16.3 por ciento, respectivamente. Esto probablemente se relaciona con que la encuesta de la Ibero detecta que se ha incrementado la violencia doméstica.
Antes de la pandemia, explica Nicolini, las cifras sobre problemas de salud mental en México eran menores a las reportadas internacionalmente. Como ejemplo destaca la conducta suicida, que a nivel mundial, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), está en 10.6 casos por cada cien mil habitantes, mientras que en México, según INEGI en 2019, está en 5.2 casos; bastante menos de lo que hay en el continente americano (9.8) y en Europa, donde se alcanzan los 15.4 suicidios por cada cien mil habitantes.
De acuerdo con “datos que hemos recopilado en la Ciudad de México, ha habido algunos picos de aumento, ligeros, en los suicidios consumados”; sin embargo, Nicolini aclara, que “donde ha habido un aumento más consistente es en los intentos de suicidio”.
Lo delgado del hilo
“Seamos claros: es posible que estemos al borde de una crisis de salud mental en el sector de la salud y la asistencia social”, dice Talya Greene, autora principal de un estudio que encontró que más de la mitad de ese sector “cumplía los criterios para un trastorno mental después de la primera ola de Covid-19 en el Reino Unido”. Los números de este estudio son similares a los de la Ciudad de México.
Actualmente, Reino Unido se encuentra en una carrera entre la transmisión de la variante B.1.1.7 del SARS-CoV-2, cuyos contagios crecen a pesar de las medidas del confinamiento, y la vacunación de la población a fin de evitar una tercera ola de contagios. A finales de la semana pasada, 23 millones de personas en Reino Unido habían recibido al menos una dosis de una vacuna anticovid, con lo cual han cubierto a los mayores de 70 años, trabajadores sanitarios y otras personas de alto riesgo.
Si bien es posible que el personal médico, como grupo, sea la parte más afectada en términos de salud mental por la pandemia, desde luego no son los únicos.
›Un estudio realizado entre más de 3,900 personas que padecieron Covid-19 sintomático agudo (encuestadas entre mayo de 2020 y enero de 2021 en Estados Unidos) encontró que el 52.4% cumplió con los criterios de síntomas moderados o mayores de depresión considerable.
Otro grupo particularmente vulnerable en la pandemia es el de quienes padecen trastorno obsesivo compulsivo (TOC), explica Nicolini, quien trabajaba con este tema desde antes de la pandemia.
Prácticamente “a todos, la pandemia nos ha vuelto un poquito obsesivos con las medidas sanitarias de lavado de manos y desinfección” así como con el temor al contagio que conlleva la pandemia, dice; pero “la gente que tenía el padecimiento desde antes ha sufrido muchísimo”. Se calcula que las personas que viven con TOC son alrededor del 2% de la población adulta.
Existen otros grupos vulnerables. Por ejemplo, investigadores de la Northwestern University encontraron que la depresión postparto se ha disparado durante la pandemia. Normalmente, una de cada cinco mujeres desarrolla depresión postparto, que produce afectaciones tanto a la madre como al bebé; en general existen mecanismos familiares o profesionales para sobrellevar esta condición; mismos que se han entorpecido considerablemente con la pandemia y las medidas de distanciamiento social.
Aunque en el fondo, la salud mental de todos está en riesgo, como lo muestra un estudio hecho con 5 mil voluntarios de España, Italia y Reino Unido, —tres países criticados por su mala gestión de la pandemia—, para “explorar el impacto del encierro y otras restricciones relacionadas con Covid-19 en la vida de las personas”, explicó en un comunicado Francisco Lupiáñez, profesor de Ciencias de la Información y la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya.
Los resultados del estudio publicado en Nature muestran que aquellos que estuvieron más expuestos a las consecuencias de los efectos del encierro también experimentaron disminución en la capacidad cognitiva, tomaron decisiones más arriesgadas y tuvieron menor conciencia cívica.
Se tomaron decisiones muy difíciles sin tener en cuenta el costo social que ello suponía. Solamente se tuvo en cuenta una perspectiva única, a corto plazo. Y ahora sabemos que cuatro de cada diez personas corrían riesgo de sufrir una enfermedad mental”, concluye Lupiáñez.
Recomendaciones
En este panorama desalentador existen algunas posibilidades de solución. Por ejemplo, Tayla Greene sugiere que Reino Unido planifique a largo plazo la atención a la salud mental y resalta “la urgencia de un financiamiento inmediato” para ello; el estudio de Northwestern encontró que el apoyo psicológico a las madres con depresión lo pueden hacer personas no profesionales “con la formación y la supervisión adecuadas”. Estas opciones no parece que puedan llevarse a cabo en México.
›En un webinario organizado por la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (SECTEI), Nicolini recomendó un automonitoreo o trabajo en equipo, vigilancia en el ritmo laboral, descansos programados con uso de técnicas de relajación y meditación, conexiones con familiares y amigos, aceptación de situaciones que no se pueden cambiar y creación de vínculos empáticos y tolerantes.
“Una recomendación importante es que las personas no pierdan sus horarios de sueño, de alimentos y ritmos básicos de vida”. En particular, se sugiere que hay que estar atentos con la pérdida de sueño, que es uno de los problemas más graves, puesto que “sabemos que es una bomba de tiempo, cuando alguien presenta problemas de sueño es muy probable que posteriormente se desaten otra serie de problemáticas”.