La Portada | Remesas, insumos para el crimen

26 de Noviembre de 2024

La Portada | Remesas, insumos para el crimen

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Pese a factores como la inflación y la pandemia de Covid, los envíos de mexicanos en Estados Unidos han aumentado, lo que hace temer que los grupos criminales en el país se fortalezcan

En los tres primeros meses del año ocurrió algo histórico: a México llegaron 12 mil 521 millones de dólares procedentes de Estados Unidos, la cifra más alta para un periodo igual en el registro de las remesas, a pesar de las condiciones económicas en ese país. Esa cifra, en apariencia, calza con los millones de paisanos que trabajan en el territorio estadounidense, pero en realidad esconde operaciones sospechosas que se confunden con legales y ya se advierte, por agencias estadounidenses, que están nutriendo el poder criminal en nuestro país.

Remesas

Michoacán, por ejemplo, es la primera muestra de que las cifras no empatan y esconderían operaciones ilegales. El año pasado, el presupuesto de la entidad sumó 68,649.3 millones de pesos. Las remesas en ese mismo periodo alcanzaron 99,680 millones de pesos con un tipo de cambio promedio de 20 pesos. Lo que significa que los recursos enviados desde Estados Unidos superaron, en un 45%, todos los recursos disponibles para el ejercicio de la administración pública en todos los niveles de gobierno de la entidad.

Para este año la tendencia de crecimiento de las remesas es mayor, a pesar de la inflación en la Unión Americana. En 2022, el gobierno de Michoacán tiene estimado un ingreso de 81.5 mil millones de pesos, es decir, que por trimestre tendrán que ingresar 20.4 mil millones de pesos; pero la cifra que recibieron en el primer trimestre por remesas las familias michoacanas es ya 15% superior a lo que ingresó para la administración, unos 23.4 mil millones de pesos.

Sólo en este primer trimestre en el territorio michoacano se esparcieron mil 171.2 millones de dólares, cifra que pasaría inadvertida por el millón de michoacanos que se estima laboran en Estados Unidos. Pero considerando que el promedio por envío es de 380 dólares (según la información del Banco de México), significaría que absolutamente todos esos mexicanos debieron hacer, al menos, una operación por mes por esa cifra, algo que no es imposible pero sí inusual frente a la media que se tiene. Significa que ese millón de paisanos, todos sin fallar, destinaron en estos meses, en promedio, el 30% de su ingreso, a pesar de las condiciones económicas que ellos mismos enfrentan en la Unión Americana.

Y es precisamente Michoacán el centro de operaciones de los cárteles de la Nueva Familia Michoacana, Jalisco Nueva Generación y Los Viagras, principalmente, quienes tienen equipo paramilitar bien equipado para controlar la zona, y pagan a sus ejércitos de civiles armados. Una zona en la que se cultiva mariguana y se producen drogas sintéticas.

Un informe de las áreas de inteligencia del gobierno mexicano advierte que este año —reconocieron fuentes consultadas por ejecentral—, que en esta entidad, al igual que Guanajuato, Guerrero, y Jalisco, se deben vigilar las remesas, porque existen ya alertas desde Estados Unidos sobre el uso de los recursos en nuestro país para financiar al crimen organizado.

Este periódico analizó los datos por entidad del país versus los migrantes en Estados Unidos, y al cruzarla con el fenómeno criminal, muestra cómo los mayores recursos están llegando a las entidades con mayor violencia y presencia criminal, los mismos grupos que utilizan camionetas blindadas, portan armas de asalto, y tienen una capacidad de ataque y movilidad que supera en muchas ocasiones a la capacidades del Estado. Se trata de Michoacán, Guanajuato, Guerrero y Jalisco.

La facilidad por esconder

Las remesas marcan montos históricos e inimaginables a lo que eran hace siete años, cuando la administración Obama aún estaba al mando de la economía estadounidense y los montos oscilaban en alrededor de los dos mil millones de dólares por mes. Pese a no tener las mismas oportunidades del salario que los blancos, los latinos, y en especial los mexicanos han buscado la manera de hacer rendir sus ingresos: desde vivir hacinados en cuartos de seis por cuatro metros con hasta 12 personas para ahorrarse miles de dólares en rentas, como mal comer o sufrir todo tipo de vejaciones, y enviar una parte a México, donde vale hasta 10 veces lo que es un salario en nuestro país.

Las cifras del Consejo Nacional de Población (Conapo) y del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estiman que en Estados Unidos hay 22 millones 640 mil mexicanos, pero las autoridades de aquel país calculan un poco más, cerca de 29 millones. Este número permite disfrazar los envíos de dinero, porque precisamente en los estados donde tiene su mayor presencia el crimen organizado también se cuenta con el mayor volumen de remesas.

Así, Jalisco, Michoacán y Guanajuato, tres de los seis estados más violentos del país porque concentran el 48% de los homicidios a nivel nacional, fueron los que en el primer trimestre de este año captaron los mayores ingresos por el envío de dinero de los paisanos, que en total durante ese periodo en todo el país alcanzó los 12.5 mil millones de dólares.

Las tres entidades forman parte de la región del Bajío, cuyo nivel de confrontación criminal y hechos de violencia se han agudizado durante al menos los últimos ocho años, pero que actualmente los ubica con el mayor índice de asesinatos; así como de otros delitos de alto impacto, lo que pone en evidencia que la mayor recaudación de dinero del extranjero no ha impacto en la reducción del fenómeno delictivo.

Un dato interesante que se observa en las cifras del Banco de México contra el número de inmigrantes mexicanos que hay en Estados Unidos es que hubo cerca de 33 millones de operaciones bancarias en el primer trimestre, con un promedio de 380 dólares cada una. Es decir, que si lo dividimos entre la población tenemos que posiblemente la mitad de ellos envía dinero a sus familiares en México, y manda en promedio, el 30% de lo que gana.

Pero al revisar las cifras más de cerca, en relación al aumento reportado de este 2022, es la mitad de los paisanos los que envían recursos, uno de cada dos. Y si lo focalizamos por entidades, hay algunas, como la de Michoacán, que todos sus paisanos, un millón aproximadamente, hicieron dos depósitos al mes.

Y es que durante el primer trimestre de este año se enviaron 12 mil 521 millones de dólares, la cifra más alta para un periodo igual en la historia, con una tasa de participación de los mexicanos radicados en Estados Unidos de 49 por ciento.

En tres estados más, gran riesgo

Otro caso más de envío de dólares que rebasa la media nacional ocurre en Guanajuato, que tiene una tasa del 91%, lo que significa que de cerca del millón de guanajuatenses nacidos en México que migraron y viven en Estados Unidos, casi todos —918 mil—, hicieron un depósito de 380 dólares cada mes. Es decir, ninguno tiene problemas económicos por la inflación o problemas de salud con la pandemia, ni de desempleo o algún imponderable. Casi todos enviaron dinero a sus familias.

›Pero hay otros más. Guerrero recibió en el primer trimestre el equivalente a 13.3 mil millones de pesos en remesas, lo que corresponde ya al 78% del presupuesto de toda la entidad para las funciones de toda la administración en el mismo periodo. Un incremento se está dando este año respecto a 2021, cuando a las remesas ya significan el 85% de lo que logró captar en sus arcas la administración morenista. Los depósitos que se han hecho significan que ocho de cada 10 guerrerenses en Estados Unidos han hecho depósitos mensuales, lo que podría considerarse inusual.

En el caso de Jalisco, la tasa de participación de envíos de sus ciudadanos es de 53%, ya un poco más cerca de la media de envíos respecto a los ciudadanos mexicanos que hay en Estados Unidos.

Pero esas tres entidades tienen en común la presencia criminal, y su capacidad de operaciones ha crecido y se ha fortalecido en los últimos años, lo que ha implicado que autoridades y agencias extranjeras, como la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, consideren a los cárteles mexicanos en el mismo nivel de riesgo, peligrosidad y de capacidad en armamento que organizaciones terroristas como ISIS, al-Qaeda o Hezbolá.

Pero dimensionemos lo que significan estos recursos, porque rebasan la capacidad del estado. Por ejemplo, en 2021, Guanajuato tuvo un ingreso presupuestario por 89.3 mil millones de pesos, a la par de que las remesas sumaron 86.2 mil millones de pesos. Es decir, prácticamente las remesas equivalen a los recursos públicos, un 96.5 por ciento.

De lo que Guanajuato ha recibido en el primer trimestre de este año, los dólares por remesas son 20.9 mil millones de pesos, lo que equivale al 90% de los ingresos esperados por el gobierno en los primeros tres meses del año.

En el caso de Jalisco, el monto de remesas en moneda nacional ascendió a cerca de 24.3 mil millones de pesos en el primer trimestre, lo que equivale al 71% del presupuesto del estado en este año. En 2021, el estado tuvo ingresos presupuestarios por 123.5 millones de pesos, mientras que las remesas alcanzaron los 104.7 mil millones de pesos. Es decir, en esta entidad las remesas también se acercan al presupuesto de todo el estado para el ejercicio del gobierno, al ser el equivalente del 85 por ciento.

Y es en esas entidades donde el poder criminal de los grupos ha despuntado. Tal es el caso del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), cuya capacidad operativa le permite tener presencia en el 90% del territorio mexicano y mantener entre sus bastiones el estado de Jalisco. Así, a la par del incremento en la cantidad de remesas recibidas, en esa entidad —donde el CJNG como cártel dominante mantiene pugnas con organizaciones como el cártel de Sinaloa, remanentes de la Familia Michoacana y escisiones como el cártel Nueva Plaza, entre otros, así como en los casos de Michoacán, Guanajuato—, y al menos otras siete entidades del país que a la fecha concentran más del 60% de las remesas que llegan al país, también se ha visto incrementarse la ola delictiva y de violencia.

Desde ese 2015 se ha evidenciado la capacidad de fuego y equipo de los grupos, justo cuando comenzó a cambiar la tendencia de las remesas y se incrementaron, pues en esa época las deportaciones de Barack Obama las impulsó. Sin embargo, en ese mismo año, con más dinero en el territorio también ocurrió, por ejemplo, que el CJNG consiguiera abatir en Jalisco un helicóptero militar con lanzamisiles soviéticos, y 22 días después se registró uno de los mayores multihomicidios en la historia reciente con la “masacre en Tanhuato”, donde un supuesto enfrentamiento de la entonces Policía Federal en el Rancho del Sol (un aparente centro de entrenamiento de paramilitares, varios de ellos secuestrados) en ese municipio de Michoacán, dejó un saldo de 42 personas muertas, al menos 22 de ellas señaladas en una investigación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) como víctimas de ejecuciones arbitrarias.

La criminalidad justo se está concentrando en esas entidades. Unos ejemplos, tan sólo en los primeros cinco meses de este 2022, en comparación con todo el 2015, es Jalisco, que encabeza la mayor recaudación de remesas desde 2014 a la fecha, que ya superó en 45% la tasa de robos a transeúnte por cada 100 mil personas. Mientras que en el caso de Guanajuato, que recibió el 8.4% de las remesas de enero a marzo pasado, el número de víctimas de homicidio doloso se desbordó en más de un 26%, al pasar de una tasa 16.14 víctimas por cada 100 mil habitantes al cierre de 2015, a una del 20.41 registrada de enero a mayo de este año.

Una razón que no alcanza

Una manera de explicar el notable crecimiento en la captación de remesas, la cual coincide con los estados y municipios con mayor delincuencia o presencia de grupos criminales, se debe al incremento en la demanda de mano de obra mexicana de los trabajadores migrantes, cuyo perfil fue cambiando desde la década de 1990, de una mayoría de personas dedicadas al campo que emigraban a otro tipo de trabajadores dedicados al sector de servicios, manufactura y construcción, entre otros.

Esta situación que mejoró para muchos trabajadores mexicanos tras la crisis sanitaria y la recuperación económica de Estados Unidos, demandó más mano de obra que los estadounidenses no querían tomar, fue una oportunidad de oro que no dejaron pasar los paisanos, que no obtuvieron los salarios de los blancos pero si mejoraron respecto a lo que tenían, así como las condiciones laborales, una mejora que se reflejó en envíos cada vez mayores.

Pero esa razón no alcanza. En mayo de este año, se rebasaron los cinco mil millones de dólares, una cifra sin precedentes para las remesas. No obstante, los indicadores económicos han prendido las alertas, ya que la Reserva Federal de Estados Unidos ha mencionado que cada vez las probabilidades de una recesión son más cercanas y la alta inflación no cesa en el deterioro y aumento de precios como en el combustible, que está obligando a modificar muchos hábitos en el territorio estadounidense.

En el primer trimestre de este año esa economía cayó 1.6%, y las previsiones es de que en el segundo periodo se contraiga un 1 por ciento. Adicionalmente la inflación alcanzó un máximo de cuatro décadas, situación que debió afectar el ingreso de los trabajadores y por consecuencia deberían ser más reservados en las remesas; sin embargo, enviaron más dinero.

Le metieron power

Corría la mitad del segundo mandato de Barack Obama, y en su administración intensificaban las deportaciones. Durante su periodo, Obama regresó a cerca de tres millones de indocumentados, por lo que es el presidente que más ha enviado ciudadanos a su país de origen por tener un estatus de ilegal. Esto creó temor e incertidumbre, principalmente en los latinos que se convirtieron en el blanco de las deportaciones, ya que se calculaba que había cerca de 11 millones de ilegales en 2015, de los cuales la mitad eran mexicanos, de acuerdo con el Centro de Investigaciones Pew.

Ante las medidas punitivas adoptadas por esa administración, se observó un fenómeno en las remesas, que comenzaron a incrementarse más rápidamente a finales de 2014, al dar un salto de 20.8% desde el cierre de 2013. Este comportamiento continuó creciendo a un ritmo similar en 2015 y 2016.

La llegada de Donald Trump creó un temor mayor, y de nueva cuenta los paisanos incrementaron los envíos de dólares a sus familias en México. Así, en los dos últimos años de la administración de Obama, el promedio de remesas mensuales ascendió a 2 mil 158 millones de dólares, cifra que en el primer año de Trump subió a 2 mil 524 millones en promedio, un 17% más.

Durante la gestión Trump, los números continuaron siendo favorables hasta llegar al 2020, cuando la pandemia opacó a la economía estadounidense que tuvo su peor contracción desde la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, cuando se declaró la pandemia, las remesas dieron un salto histórico en ese marzo, una cifra de 4 mil 045 millones de dólares, inédito hasta ese momento y explicado por el gran golpe que se anticipaba a un confinamiento que amenazaba con detener a la mayor economía global. La cifra mensual durante el resto del año promedió los tres mil 500 millones de dólares, por arriba de los tres mil millones que se promediaron en 2019.

Con Joe Biden en 2021, las remesas continuaron en ascenso, y para el primer año de esa presidencia se alcanzó un promedio de cuatro mil 300 millones de dólares, cifra que fácilmente duplicaba a los envíos de 2013, en la era Obama.

En suma, al hecho de que, según el académico de la UNAM, Ignacio Martínez Cortés, a partir de 2020, con la llegada de la pandemia por Covid-19, desde la administración de Donald Trump se había flexibilizado la captación de trabajo de la actividad tradicional del migrante mexicano al no ser considerada como no esencial, “no se descarta que también haya blanqueo de dinero” en estados como Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Chihuahua, Guanajuato y Querétaro “donde hay mucha presencia del crimen organizado, y de manera particular del Cártel Jalisco Nueva Generación, donde la mayor expansión de este cártel coincide con la mayor captación de remesas”.

De acuerdo con el coordinador del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) hay poca voluntad por parte de las autoridades estadounidenses por rastrear el destino de esos recursos, ya que consideran que “tanto la Comisión de Bolsa y Valores y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos no quieren meter las manos en las empresas de transferencias de dinero, porque aquí en México las remesas llegan al banco, por lo que en este caso la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) no puede intervenir y solicitarle al banco información sobre los envíos porque la actividad no se generó en México”.

A decir del también doctor en Economía Internacional, otro de los factores que de alguna manera puede estar influyendo es lo “coercitivo” que resulta en México realizar compraventa de dólares, a diferencia de hacerlo en Estados Unidos mientras que “la captación en el envío de dólares de la institución bancaria en ese país resulta en el gran negocio en México, pues con la compraventa en ventanillas en los bancos acá, por cada 10 dólares que llegan, el banco se queda con dos”.

›Un antecedente claro respecto a la oportunidad que representan para el crimen las remesas, se remonta al anuncio que en 2017 hizo el Departamento de Justicia estadounidense sobre una investigación de más de tres años que evidenció a un grupo de lavadores de dinero “que expuso la capacidad de los cárteles de la droga para lavar sus ganancias ilícitas a través de empresas de remesas de dinero” desde Atlanta hasta México.

Aunque desde entonces el sistema de monitoreo contra el lavado de dinero de Banamex USA (BUSA) “emitió más de 18 mil alertas que involucraban más de 142 millones de dólares en transacciones de remesas potencialmente sospechosas”, que habrían sido enviadas entre 2007 y 2012, dicho sistema realizó menos de una decena de investigaciones, de las cuales sólo nueve fueron incluidas en los Informes de Actividad Sospechosa.

Pero, sin incluir ninguna de las transacciones sospechosas de las remesas registradas entre 2010 y 2012, según consignó en septiembre pasado un análisis de la consultora InSight Crime, en el que se subraya que “durante la crisis sanitaria mundial, y la cantidad récord de remesas enviadas al país (México) desde Estados Unidos representa una clara oportunidad de lavado de dinero”, sostiene que, “no hay duda de que los grupos criminales mexicanos han utilizado durante mucho tiempo las remesas enviadas a través de bancos estadounidenses para su beneficio”.