La Portada | ‘La diplomacia es de la fregada': Isabel Arvide
Muy a su estilo, directo y provocador, la periodista habla por primera vez de los ataques de género que ha padecido al interior del Servicio Exterior, y del maltrato de Ebrard, a quien cuestiona por la falta de sincronía con el gobierno de López Obrador; reta a la embajadora Martha Bárcena, y expone anomalías desde la oficina del estrecho del Bósforo
ESTAMBUL, Turquía. Isabel Arvide es una mujer que siempre ha estado rodeada de controversia, de conflicto y enfrentamientos. Su voz y su pluma la han metido en problemas en ocasiones, pero también cuenta con una palabra extrovertida, seca, hiriente a veces, polémica siempre. Periodista de toda la vida, ahora ocupa un cargo diplomático como cónsul general en Turquía, a donde llegó por decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, algo que, deja entrever Arvide, no gustó.
Me encontré con Arvide en Estambul, una ciudad llena de aromas y colores, caótica, con un tráfico insoportable, llena de luces y cargada de historia, sede del consulado, para cenar comida oaxaqueña en el Hotel Fairmont, donde organizó la cónsul una semana gastronómica mexicana. Fue una charla de dos horas, en la que hizo honor a su historia de no guardarse nada que le moleste, de demostrar una indignación, así como poner el dedo en la llaga de temas y situaciones. Y a un año dos meses de haber llegado a su nuevo cargo, hay mucho que la ha agraviado. Fuimos, en ese recorrido, de Marcelo Ebrard a Martha Bárcena, de Carlos Loret a Martha Anaya, del embajador en Turquía al segundo de abordo en el Consulado, por quienes se siente agraviada y humillada.
Recientemente fue motivo de crítica y escarnio por haber gritado “¡Viva López Obrador!” el día de El Grito, que motivó a la exembajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena, muy cercana al presidente, a señalar que “la permanencia de Isabel Arvide al frente del Consulado en Estambul era una afrenta a los mexicanos”. Aunque la propia cancillería por medio del subsecretario para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes, aseguró que no violó norma alguna porque se refiere al jefe del Estado Mexicano, la cónsul Isabel Arvide explicó que no lo comparó con los héroes patrios. “Lo mencioné después de ellos”, dijo, “porque estoy orgullosa de mi Presidente”.
Y empezó a carburar. Empezaría a decir que la diplomacia es de la fregada.
“Cuando Martha Bárcena dice, y lo quiero decir con todas sus letras, que es una afrenta para los mexicanos que yo esté aquí, le contesto, ¿qué es una afrenta? Que tantos años en el servicio exterior de embajadora, nunca haya hecho nada por el bienestar de los empleados cuyo estado es paupérrimo”, afirma. “Aquí ganan un sueldo mínimo de 300 a 350 euros al mes. Los que hablan español son universitarios, trabajan horas extras que no se les pagan, tenemos prohibido pagarlas. Esto debió cambiarlo Bárcena; debió cambiar sueldos y condiciones de vida. Debió hacer algo para que se respetara a los empleados locales”. No suelta a la embajadora emérita. “Tantos años pasas por ahí y no hiciste nada, tantos años en el servicio exterior y no cambiaste nada. Para Bárcena que desperdicio de vida ¿no?”, criticó.
Bárcena fue embajadora de México en Turquía, pero Arvide no tiene respeto por ella. La molestia con la embajadora retirada, pese a todo, no alcanza los niveles que siente con su jefe superior, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, con quien hace tiempo tuvo momentos memorables en el campo personal, y hoy se han convertido en pesadilla y maltrato constante, incluso, aseguró, de género.
Con Ebrard, Arvide fue muy dura y explotó. Recordó que escribió un libro a petición suya cuando quería ser Presidente, que nunca le pagó. Volvió a recrear el momento en que abatido en la casa de la entonces periodista, le pidió quedarse con él y pasaron una noche de pasión en la cama. Hoy, como un toque lleno de veneno, dice que contar ese episodio le debería beneficiar, por la percepción de “homosexual” que se tiene de él.Así ha sido siempre Arvide, que mezcla lo político con lo personal, lo íntimo con lo público, y que decidió destapar sus agravios porque no tiene otra forma de procesarlos.
¿Cómo empezó su travesía diplomática?
Arvide recordó ese momento. “Yo estaba en una mañanera y el Presidente a quien le tengo muchísimo afecto y respeto, me mandó llamar. Me abrazó y me dijo, ‘te quiero mandar de embajadora o de cónsul para que estés bien, pero quiero saber antes de que te busque Marcelo, qué te parece’. Me quedé absolutamente helada. Contesté: ‘¡señor, lo que usted ordene!’.
Vayámonos al origen, le pregunté. Me gustaría saber qué la hizo tomar la decisión de aventurarse en esta travesía.
“Acepté porque es la institución, el problema más grande que tenemos en esta confrontación de mexicanos espantosa que vivimos es la falta de respeto a la institución presidencial. Ese es el enojo que tiene la gente por el grito de ‘¡Viva López Obrador!’. Él ha permitido intencionalmente, y en un sentido hay que reconocérselo y agradecérselo de la manera más grande, una extrema libertad de expresión y en esa extrema lo insultan todos los días. Hay un sector social que de veras se lo toma en serio. Cree (ese sector) que es una porquería, que es lo peor de lo peor, cree en los insultos a él y es un circo. El dilema de fondo es el respeto a la institución”.
Arvide, que había estado fuera de los reflectores durante varios años, reapareció en la sociedad mediática en enero del año pasado, cuando en una mañanera captó la atención de todos, cuando le pidió publicidad para su medio digital. No le dieron publicidad, pero el presidente terminó dándole trabajo. Hacia aquel momento regresó Arvide en la conversación, entre platillos oaxaqueños, que transcurrió de forma fluida. “Tengo un hijo y dos nietos”, recordó los minutos después de que le abriera la puerta a un empleo diplomático. “Saliendo de la mañanera fui a verlo y le comenté lo que pasó. ¿Qué hago? Yo estaba en shock. Su respuesta fue clara, ‘dices sí señor, gracias señor, lo que usted ordene señor’. Bueno eso ya se lo dije, le contesté, ‘pues eso haz’. Fue enfático”.
Pasaron los meses, casi un año, dijo, y Ebrard no la llamó. “Cuando lo hizo,
me reclamó. ‘¡A mí no me habías dicho que querías ser cónsul!’.
Pues a mí me dijo el Presidente, yo no lo pedí. ¡Bueno, pues lo voy a ver!”, recordó con sorpresa y molestia su reencuentro con el canciller, un viejo amigo y cercano. Pero no avanzó su nombramiento. “Siguió pasando el tiempo. Fui a otra mañanera. Me vio el presidente y me cuestionó qué hacía ahí. ‘Yo estoy esperando’, contesté. Creo que había mucha reticencia dentro, a diferencia de otros sexenios. Un nombramiento presidencial es un estigma para mi asombro. Tengo 45 años de periodista, he visto de (Luis) Echeverría para acá a todos los presidentes y, antes, un nombramiento presidencial era algo que te daba un gran respeto; ahora es al revés”. Después de esa mañanera, su situación avanzó, pero, por como lo narró, llena de obstáculos.
A remar contracorriente
“Nadie me dijo nunca cuál era el trabajo, nadie me mandó siquiera la Ley del Servicio Exterior”, dijo. “Lo único que recibí de Marcelo, cuando habló una vez conmigo, fue un cambio. ‘Ya lo pensé mejor, te voy a mandar a Estambul, está bonito Estambul’. Originalmente me había dicho iría a Shanghái”.
Así siguió el año. Volvió a ir a otra mañanera, pero el presidente ya no la llamó. Ese mismo día recibió una llamada de Relaciones Exteriores para informarle que ya estaba su nombramiento como cónsul en Estambul. “El nombramiento me lo dio la Dirección de Personal”, precisó. “Estaba desde marzo, y me notificaron en julio. ‘¿Y cuándo te quieres ir?’, me preguntaron, ‘tienes 60 días para hacerlo’. No es necesario, ‘estoy lista y me voy en 15’. Y no me hablaba nadie”
Después de eso, sólo recibió silencio. “Pedí ver a Marcelo y me mandaron
con el subsecretario Julián Ventura, quien me entregó una monografía como la de las papelerías, de Turquía, y nada más. Así llegué a Estambul, con una monografía. Yo no tenía idea de que sucedía en un consulado. Tenía la responsabilidad encima”.
Isabel Arvide se indigna en ocasiones. Es vehemente, aunque a veces parece enojada. Está sorprendida de las cosas que le han sucedido y de las que vendrían más adelante, sobre todo por una vieja relación con Ebrard que pensaba estaba, por encima de todas las cosas.
“No me hacen caso adentro (refiriéndose a la cancillería)”, retomó la charla. “Fue por mí al aeropuerto el encargado del Consulado y me dijo, ‘son días de descanso eh, así que nos vemos el lunes’. Llegué a la oficina, donde el consulado estuvo acéfalo durante un año. El Cónsul adjunto, qué es mi segundo ahora, era el que se hacía cargo de todo. Pero hacerse cargo de todo, era no hacer nada.
“Cuándo pregunté respecto de las actividades y cómo trabajaríamos, me contestó, ‘hay que dar su firma, porque aquí la costumbre es que des la firma y nosotros vemos las cosas’. Imposible dar la firma, en la vida lo haría. Como respuesta empecé a meterme en todos los procesos”.
Vio los presupuestos, el estado administrativo del consulado, y la respuesta siempre es que no había dinero, y que ya llegaría. “Aquí no puedes cambiar nada. Alquilan cosas que salen mucho más caras y no son óptimas. Por ejemplo el lugar en el que está el Consulado, es una casa en un rumbo de ricos, tiene 14 o 15 años ahí y se renta por 12 mil dólares mensuales. El precio de entonces tiene hoy un 35% de devaluación, además tiene 300 metros de sótano, para qué sirve tenerlo,
y los muebles están muy viejos.
“Mi oficina es un pedacito muy pequeño de la casa. No hay en dónde atender a las personas que solicitan visa y tienen que estar en el jardín sin condiciones para esperar tanto tiempo (tuvo que comprar con su salario sillas para ponerlas para atender a las personas, ya que el cargo tampoco lo autorizó la Secretaría de Relaciones Exteriores). Se me hizo fácil pedir que le avisaran al dueño que cancelaríamos el contrato, presenté una propuesta a México de un lugar que costaba la mitad y además se reducía al personal de mantenimiento, todo acorde con la política de austeridad de este gobierno. Me lo pararon en México. Me contestaron que es la norma avisar con ocho meses de anticipación y enviar tres propuestas en las que tenga el contrato hecho. Esto fue en abril, para que pueda cambiarme en enero”.
La casa que correspondía a la titular del consulado la tiene el cónsul adjunto. Es un piso completo con una terraza, dentro del consulado, que decidió tomarla durante los meses que duró acéfala la titularidad del consulado. En su habitación sólo cabe una cama individual, no tiene clóset y cuelga su ropa en las puertas y en el baño. Esa casa se encuentra muy cerca de Gálata, un barrio histórico del Siglo XIV cerca del Bósforo, donde se dividen Europa y Asia.
La situación en la que vive es anómala para los estándares no sólo mexicanos, sino del resto de países, y la precariedad en la que vive tiene consecuencias en su trabajo. Por ejemplo, no puede hacer eventos ni recepciones con sus pares, lo que con el paso del tiempo ha tenido consecuencias: ya no la invitan a recepciones ni eventos en otros consulados.
El elefante reumático
La cónsul Isabel Arvide no ahorra críticas contra la burocracia en la cancillería. “El auto que está para el Consulado es un Jetta de 2014 rentado que no se puede cambiar, aunque el valor de la renta no corresponde al del auto. Es ridículo”. El día que nos vimos había comprado 10 sillas para quienes realizan los trámites de visas, que tampoco son autorizadas. “Las compré de mi bolsa”, precisó. “No puedo tener a la gente sentada en el suelo para su trámite”.
Continuó: “No sé si yo deba o no decirlo, pero esta es mi realidad y quisiera que la gente entendiera que ser Cónsul no es como que ya llegaste a un palacio, por lo menos no en mi caso”.
¿Por qué el adjunto tiene mejores condiciones que usted?, pregunté.
Pues porque él era el jefe, y además es hombre, me contestó.
¿Es un tema de género?, interrumpí.
Sí así son las cosas. Él me dijo en donde me tocaba vivir y cuál era mi oficina. Por supuesto no tengo y estoy lejos de las mismas condiciones.
Tampoco, aseguró, la apoya la Secretaría de Relaciones Exteriores.
“Te voy a comentar algo que ocurrió en enero. Recibí un caso de dos señoras mayores de 82 y 83 años que estaban aquí de viaje. Una iba sola y la otra con su hijo, dieron positivo a Covid, y las pusieron en cuarentena en el hotel. Las señoras se agravaron, las internaron en el hospital y estuvieron en terapia intensiva. Nosotros tramitábamos con su seguro las autorizaciones por día de los pagos, conseguimos una tarifa especial de mil 350 dólares por día y no se les podía cambiar a un hospital estatal, porque perdían el seguro.
“En todo momento solicité al personal que estuvieran a disposición de ellos para traducir con los médicos. La respuesta de la gente fue que a las cinco terminaba su turno y se iban porque ya no era hora de trabajo. ¿Te imaginas la desesperación y rabia que tenía? Claro, ganan poco dinero y además estaban acostumbrados a no trabajar, no tener vinculación ni la camiseta puesta. No les interesa qué pasa. Las dos señoras
se agravaron, una falleció y me informaron que la otra en cualquier momento perdería la vida”.
Para poder recuperar el cadáver, existen trámites, de por sí difíciles en países con culturas y sistemas similares, más aún en un país musulmán donde no está permitida la cremación. “Le hablé al adjunto y pedí el protocolo de actuación ¿qué vamos a hacer?, se nos van a morir. La respuesta fue que habláramos a México y ellos nos dirían qué hacer. Envié cartas y cartas a la cancillería, la respuesta fue ‘no hay presupuesto, utilice sus buenos oficios’.
“Ese es el Servicio Exterior, es el elefante reumático del que habla el presidente”, remató.
La mal querida
La descripción de los prolegómenos de su nombramiento y su estadía en Estambul lleva a suponer que la corta vida diplomática de Isabel Arvide ha sido una pesadilla. “El maltrato es incluso desde la Embajada”, dijo. “El embajador José Luis Martínez y Hernández el otro día me quitó de una foto”.
¿Cómo fue?
-“Fuimos a recibir a la secretaria de Energía, Rocío Nahle. Me avisó el embajador que debía ir, ya que venía a Estambul. Fuimos por ella al avión, hicimos el protocolo, la gente del embajador tomó una foto y la subió a sus redes sociales. Me cortaron en esa foto. Me quejé, porque esto es un tema de género, no me contestaron en cancillería”.
La relación con la cancillería es compleja.
“Tengo un problema en la columna, me tengo que operar y no me lo autorizan tampoco, porque son dos meses o me opero aquí. El seguro de gastos médicos que tienen los cónsules y embajadores pagan sólo el 40% de la operación, así que mejor voy a México y para ello necesito un permiso. Para ir a ver al doctor tuve que pedir dos meses antes el permiso por cartas y cartas. Nunca pensé que Marcelo pudiera hacer eso conmigo, nunca. Me lastima mucho porque es peor que ser el ayudante del ayudante.
¿Qué pasó con el canciller? ¿por qué cambió tanto con usted?
Cuando Marcelo quería ser candidato, me pidió que le hiciera un libro sobre él, libro que tengo hecho de 134 cuartillas de entrevistas, porque estudios que le habían hecho decían que su imagen era muy difusa. Ahí aparece quién era Marcelo, su historia, que por cierto, cuando se casó tuvimos que cambiar todo ese capítulo. Fue su petición y nunca me lo pagó. Cuando no fue el candidato a la Presidencia fue terrible.
“Él se fue, yo tomé la decisión y me sentí en la obligación de decir cómo era este sistema político mexicano. Entonces escribí un libro que se llama ‘Entre Villanos y Políticos’, y cuenta mi relación con Marcelo. ¿Por qué la cuento?, porque define al político mexicano joven. Tenía una relación muy cercana a él.
“Tan cercana que una vez (Carlos) Salinas, como Presidente, me pidió ir a verlo. Llegó Marcelo (Ebrard) a mi casa y me dijo que no fuera, era 5 de mayo, jamás se me olvida, estaba celebrando, abriendo una botella de champaña. ‘No vayas, quédate conmigo’, me pidió Marcelo. Ese tipo de decisiones son las que uno toma enloquecida de pasión, de amor, de querencia, de calentura, no pueden ser de otra. Y era el reflejo de alguien que quería sentir que estaba por encima del Presidente. En esa coyuntura de una tarde le dije: ‘decidí dejar plantado al Presidente, porque tú me lo estás pidiendo’“. Y esa misma gente, te deja un libro sin pagar. En el libro lo platico. Creo que le hice un favor porque tiene tantos rumores de homosexualidad que tendría que sentirse muy halagado. Al final de cuentas yo no creo haberle fallado en nada, no digo mentiras y sostengo lo que escribo”.
¿Usted cree que justo todo lo que pasó en esa ocasión y lo del libro sea algo que siga derivando en esta relación y maltrato actual en lugar de tomarla como una aliada?
No lo sé. A mí me nombró el Presidente y parece que eso no le gustó. No me contesta las cartas que le envío pidiendo con urgencia apoyo, como el de las señoras que se iban a morir.
¿Y el Presidente qué le dice a usted al respecto?
Yo no hablo con el Presidente, y tampoco con el señor secretario Marcelo Ebrard tan conocido en la vida.
Me mandó a decir que yo no tenía nivel para hablar con él; me lo dijo su secretaria Elba, que la conozco hace 30 años. Que mi nivel era dirigirme a la subsecretaría. Muy triste.
Su gasto en el Consulado…
Carlos Loret dijo estúpidamente que gasté 13% más en festejos, mismos que no puedo gastar por cierto, porque tengo el dinero etiquetado y no llega un centavo más. Hay una caja chica de cinco mil euros para todo el año que incluye hojas, tóner, artículos de limpieza. Es más, mi café y mi cafetera me la compré yo, lo cual es terrible porque por las condiciones en las que estamos no tenemos el nivel del resto de los consulados.
“Gasté mil 500 euros para los eventos culturales; nueve mil para el 15 de septiembre. El año pasado ahorré dos mil euros, y mil 800 de la cena. Pedí autorización a México e hice el evento del Día de los Muertos y la tamalera; el chef que no me cobró nada.
Esos son los eventos que Carlos Loret dice ‘se gastó todo el dinero en tres eventos’, y ese es todo el dinero de este año, terrible”.
Y después de todo esto ¿qué perspectiva tiene?
Esto para mí es un reto. Podría estar haciendo entrevistas, no estar preocupada, no trabajar, no llegar; y todos los días a las 9 en punto estoy en mi oficina. Tengo el compromiso de hacer bien las cosas y creo que he sido excelente, lo digo sin pudor por el auxilio que he hecho a los mexicanos, nadie me ha llamado que no haya atendido personalmente.
Los diplomáticos contra el Presidente
“Es tiempo de definiciones”, aseguró la cónsul Isabel Arvide.
“En el Servicio Exterior parece que viven en un mundo aparte, en una burbuja que pareciera no tienen nada que ver con el gobierno. ¿Estás en contra de este proyecto de nación?, pues vete pero no puedes estar en esa tibieza y no estar con López Obrador, no decir nunca una palaba en su favor. Tu convicción tiene que ser estar con él, en privado están en contra. Por ejemplo, cómo pones a Brenda Lozano como agregada cultural en España sin ver la forma en la que se había opuesto al presidente.
“Martha Anaya acababa de escribir, obviamente se lo dictó Martha Bárcena, el gran descontento de todo el servicio exterior y de todos los embajadores del mundo por el nombramiento de Quirino Ordaz como embajador de España. Él ya se pronunció, está a favor de López Obrador y dijo ‘yo no vengo por partido sino vengo por proyecto’. La gente debe definirse como él lo hizo.
“¿Qué embajador a dicho ‘creo en este proyecto’?, ¿cómo representas a México, cómo vendes a México, cómo dices cómo es México?
La ley dice que la primera obligación es proteger a los mexicanos en el exterior; la segunda, divulgar la realidad de México. Cómo la divulgas si tú no crees en ese presidente, si tú no crees en ese gobierno. Revisa lo institucional de todas las embajadas y no hay el mensaje de López Obrador o del gobierno en ningún lado, ni en Twitter ni en el Facebook, ni en ningún lado.
“Mejor que se busquen otro trabajo, porque en éste ni siquiera pagan tan bien y tampoco te puedes jubilar bien”, aseveró. Arvide se muestra dolida, lastimada, pese a que, como sostuvo, “nadie ha dicho que hago mal las cosas”.
❝Todo mundo dice que qué mérito tenía para ser cónsul. He sido periodista 40 años, alguien es enfermera 40 años y tiene un gran mérito, alguien es maestro 40 años y tiene mérito. ¿Por qué un periodista no va a tener un mérito? No haber estado en las listas de todo lo que cobraron el sexenio pasado también tiene mérito, somos muy pocos los que no estamos❞, aseveró.
Arvide no fue bien tratada por la prensa. Cuando la nombraron y hubo numerosas críticas por su designación. “Considero que un nombramiento como el suyo perpetúa el uso político de la diplomacia”, escribió en Twitter la académica y conductora del programa radial Así las Cosas. María Scherer, hija de Julio Scherer García, señaló: “¿Qué nos hicieron los turcos?”. Los dolores en el alma de la cónsul, como platicó, no son producto de sus fantasías.