La Portada | En puerta, crisis de alimentos

29 de Noviembre de 2024

La Portada | En puerta, crisis de alimentos

crisis de alimentos

Más pronto que tarde, elevar las importaciones o emitir decretos para quitar aranceles ya no será suficiente para que México eluda el problema de la falta de agua y la escasez de comida; la crisis es planetaria y los principales proveedores de cereales y granos se declaran en emergencia

Analistas y organismos financieros internacionales tienen en la mira las probabilidades de una recesión en Estados Unidos que podría arrastrar al resto del mundo, así como estimaciones de una desaceleración del crecimiento para este año.

Pero mientras el sector se preocupa por la falta de dinero o trabajo que pueda impactar a las economías, al mismo tiempo se está gestando otra crisis: una alimentaria que podría converger y hacer un panorama más negro para los hogares en el mundo por una sequía y altas temperaturas inusuales, lo que amenaza a la producción agrícola global.

El mundo está envuelto en grandes retos que debe superar, pero con la irrupción de la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, quedó en claro que cada vez es más complicado mantener una sincronía en la producción, la demanda y el consumo de los productos y mercancías.

Esa armonía se deterioró y no ha regresado a su funcionamiento prepandémico por múltiples causas, pero hoy está amenazada por los efectos de un clima desfavorable en diferentes partes del mundo.

Las disrupciones en las cadenas de suministro que quedaron dañadas por los efectos del confinamiento por la Covid-19, al parecer no serían un problema si lo que hace falta no fueran los alimentos que deben ser transportados y llevados a los hogares.

Es decir, hay un alto riesgo de una escasez a la vuelta de la esquina, lo que conllevaría a revivir la inflación, porque ante una menor oferta y una demanda creciente, los precios tenderán a aumentar y los países ricos tendrán la capacidad de comprar a productores anticipadamente y los pobres deberán pagar precios más altos por las importaciones, sí es que no merma mucho más la producción y quedan fuera del radar ante la demanda.

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Inseguridad alimentaria

La pandemia agregó 200 millones de hambrientos, lo que significó que se aumentó a 924 millones de personas, cerca del 12 % de la población global, menciona un informe de las Naciones Unidas. Si esta crisis de escasez por la falta de agua se agudiza, entonces las probabilidades de que crezca el número de seres humanos con insuficiencia alimentaria son altas.

A pesar de las medidas que tomaron las autoridades monetarias en el mundo, al aumentar las tasas de interés para despresurizar la inflación, la realidad es que los precios en los alimentos continúan siendo un desafío.

En el Dow Jones Commodity Grains, un indicador que engloba los principales granos y cereales que se negocian en el mundo —como es la soya, el maíz, el trigo, el arroz, entre otros de gran demanda y que hoy están siendo amenazados por el clima—, estos productos tienen precios 69 % por arriba de los que se tenían en el primer trimestre de 2020, un incremento muy por encima de una inflación global.

Esto significa que los productos agrícolas están casi tres veces por arriba de una inflación general, con excepción de algunos países como Turquía, Argentina o Venezuela, que presentan tasas superiores al 100 %.

Por ejemplo, el precio del maíz, el grano más consumido en el mundo, con cerca de mil 200 toneladas el año pasado, tuvo una subida de 84.5 % entre 2020 y mayo de 2023, aunque se debe mencionar que durante el estallido de la guerra llegó a aumentar casi 160 %, es decir, el doble de lo que hoy está cotizando.

Este efecto se esparce en el resto de los productos agrícolas, ya que una disminución en la producción de fertilizantes y un aumento en la demanda a escala global propiciaron que los precios se elevaran, pero también el hecho de que Ucrania, considerado uno de los proveedores más confiables en productos del campo, fallara y redujera su participación.

El trigo presenta un incremento de
22 % respecto a junio de 2020, pero con el conflicto bélico saltó hasta en un 104 %. Lo mismo ocurre con productos esenciales para las industrias y las familias, como la soya y el arroz, que han aumentado, y el riesgo de que se vean presionados de nueva cuenta es latente.

Según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), el índice de alimentos mundial se ha elevado de 98.1 a 158.4 puntos, un 61.5 % de 2020 a 2022, cuando estalló el conflicto bélico.

Y aunque el indicador ha descendido drásticamente en los meses posteriores, aún presenta un aumento de casi 30 %, y al parecer, en su último informe que corresponde a abril, se puede observar que después de 11 meses en descenso la tendencia fue cortada por un incremento de los 126.5 de marzo a una lectura de 127.2 puntos.

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El mundo, cada vez más caliente

Según un reporte de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), en lo que va de mayo se han registrado temperaturas inusualmente altas e incendios forestales, como los que se están desarrollando en Canadá.

El organismo global menciona que Lytton, al norte de Vancouver, estableció un récord diario de temperatura máxima de 36.5°C, cuando la temperatura media anual es de 3.5 °C; olas de calor que se han considerado como imposibles pero que están surgiendo y que se reproducen en otras latitudes.

El organismo meteorológico advierte que el mundo está enfrentando mayores temperaturas y en el último mes se han incrementado y extendido a un mayor territorio.

Los reportes globales del clima no son optimistas. La sequía y casi ocho mil millones de seres humanos en el planeta ponen en un grado de seriedad el hecho de que no llueva lo suficiente y se tengan cosechas en menor proporción.

Aunque algunos países como Brasil o Estados Unidos están obteniendo números récord en su producción de granos, no compensan la balanza global que sufrió un verdadero desequilibrio por los altos costos de los fertilizantes en 2021 y 2022.

Según información del Banco Mundial, los precios de los fertilizantes han disminuido; sin embargo, se encuentran aún más caros a lo que se observaba previo a la guerra de Rusia y Ucrania, un punto de inflexión en los precios que llevó al petróleo a marcar las cotizaciones más altas en los últimos 14 años en términos de dólares, pero que en monedas locales fueron precios históricos, como fue el caso de México.

El petróleo es una de las materias primas para la producción de fertilizantes y la subida de su precio se reflejó en un incremento en el costo de los químicos que ayudan a que la tierra obtenga más nutrientes para mejores rendimientos en las cosechas y al ser más caros muchos agricultores, que en su mayoría son en pequeña escala, optaran por sembrar menos ante menores rendimientos.

Tras el ataque e invasión de Rusia a tierras ucranianas, la producción agrícola del segundo país se ha visto mermada, ya que hay una menor disponibilidad de mano de obra y menor territorio para sembrar, lo que resultará en un volumen menor de productos del campo.

Por ejemplo, el área sembrada para este año será un 38.7 % inferior en el trigo, ya que gran parte del suelo que se usaba está siendo ocupado por fuerzas rusas que tienen tomado el territorio, explican las autoridades de Ucrania.

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Esperanzas deshidratadas

A pesar de que existió un reajuste de parte de la demanda global y las cadenas de suministro ante este trágico escenario bélico, la situación parece que no tiene un horizonte claro en el corto plazo.

Argentina ya presenta signos de deshidratación. Inmersa en una crisis social y económica, que ahora se aglutina con problemas climáticos, la nación sudamericana es considerada otro de los graneros del mundo y es de las que más aportan para aliviar la demanda global de soya, maíz, trigo, así como cárnicos, lo que esta en vilo por un clima nada favorable en sus regiones de cultivo y de ganado.

En 2022, Argentina tuvo un incremento importante en las exportaciones en término de dólares, ya que obtuvo un 13.5 % más que en 2021, pero que fue impulsado debido a mayores precios, los que aumentaron un 16.2 %, es decir, en términos reales, registraron una baja en el volumen de sus productos que fueron impactados por costos más altos y con ello una menor utilidad en medio de las enormes tasas de inflación que llegaron en abril al 108 % anual.

Hoy, el gobierno de Argentina anticipa que la producción agrícola nacional caerá un 27 %, para el ciclo que concluye (2022-2023), por lo que esperan 104.1 millones de toneladas de productos del campo, la menor cantidad en los últimos 11 ciclos.

De acuerdo con un informe de la Bolsa de Cereales de Argentina, una de las más importantes en el mundo por marcar el paso en los precios, el prolongamiento del fenómeno de La Niña, por tercer ciclo consecutivo, está dificultando que los agricultores siembren y que los rendimientos sean más reducidos cada vez.

El hecho no es aislado, Europa enfrenta una sequía inusual este año y cada vez se incrementa el grado de estiaje; España está teniendo problemas en la producción agrícola, principalmente de trigo y cebada, así como daño al de almendra y de olivo.

Según las autoridades españolas, la sequía ya afecta a alrededor del 60 % de las regiones de cultivo en ese país, y aunque el gobierno ha autorizado ayudas por 636 millones de euros a agricultores, esto no resarcirá el daño en las pérdidas de la producción, por lo que este fenómeno abona a una crisis de escasez de granos para producir otro tipo de alimentos.

Australia, otra región del mundo que se considera entre los mayores proveedores de productos agrícolas y que tiene autosuficiencia en ese sector, ante la crisis climática ha tenido que abrirse a las importaciones de productos agrícolas, aunque para ellos la sequía no es el problema, el fenómeno de La Niña les ha traído lluvias torrenciales que han dañado su producción y se han visto en la necesidad de importar, una mala señal que debería poner en alerta a otras naciones que dependen de su producción.

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México, sin lluvia suficiente

Nuestro país no es la excepción, también presenta graves problemas de falta de agua; no obstante, las autoridades no le dan la dimensión justa a este problema que enfrentan los agricultores del país, pues lo resuelven con mayores importaciones de alimento, con decretos para quitar aranceles y que sea más rápido el ingreso al territorio.

Pero si los productores globales ya están padeciendo las inclemencias de un clima desfavorable, entonces nuestro país no tendrá proveeduría de granos y cereales para cubrir la demanda interna que cada vez es mayor.

El año pasado, México importó la mayor cantidad de granos en la historia, y además, pagó el precio más alto por ellos, como una consecuencia del encarecimiento de los costes de producción entre los que destacan: fertilizantes, mano de obra y energéticos necesarios para equipo y maquinaria agrícola.

Este fenómeno se tradujo en un daño a los bolsillos de las familias en todo el mundo, y aunque los gobiernos lucharon por bajar las presiones inflacionarias sólo han maquillado una inflación que es más alta en la realidad en los alimentos, que es en donde se va el mayor gasto de los hogares.

Según los datos del Banco de México, las importaciones de 2022 fueron las más costosas, con un monto de 21.5 mil millones de dólares por los mayores precios que se dispararon, superior a los 18.3 mil millones en 2021.

La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló que la inflación desaceleró al menor nivel de 18 meses a una tasa de 6.24 %, pero los alimentos continuaron a una tasa de doble dígito, en 12 %, lo que revela que la presión continúa en elementos fundamentales para la subsistencia del ser humano.

“Hace como dos meses, el gobierno nos trajo fertilizante, pero no ha llovido”, menciona don Aurelio Trujano, agricultor de Tezontlalpan, en el municipio de Hueypoxtla, estado de México.

Asimismo, Luis García, campesino de Timilpan, estado de México, señala que el año pasado llegaron las lluvias tarde, pero se sembró sin fertilizante porque el costo se salió de todo presupuesto, ya que el precio de garantía no cubría todos los gastos que se generan, por lo que lo poco que se cosechó fue para consumo propio.

“Nada fue a venta porque estaría pagando porque se llevaran mi producto. Mejor para mí y mis animales, fue lo mejor. Ahora hay que esperar a que llueva, pero también hay riesgo de que se venga una lluvia fuerte y nos pudra la siembra, porque ni mucho ni poco, sino lo que la tierra necesita”, agregó.

“El agricultor siempre se la va a jugar sin contemplar panoramas económicos o ambientales”, menciona Édgar Centeno, ingeniero agrónomo y agricultor en el estado de Guanajuato.

¿Cómo les está yendo con el agua?

—Pues aquí en la zona no ha llovido, es ventaja y desventaja.

¿Por qué?

—Ventaja para productores que aún tienen cierto cultivo en piso y desventaja para productores de temporal, en este caso los agaveros, porque las plantas están estresadas.

Explica el agrónomo que él no ha visto apoyos del gobierno, aunque menciona que no los ha solicitado, pero sus colegas que sí lo han hecho no han tenido éxito con los recursos gubernamentales.

Esta situación es grave para los miles de mexicanos que se dedican al campo, pero también para los millones de ciudadanos que dependemos del alimento que brindan y que está en un riesgo debido a una mayor sequía global y a que las autoridades mexicanas desdeñan, pero ahora está en juego la seguridad alimentaria.

La escasez es un riesgo latente en medio de las altas temperaturas y la falta de lluvia en las regiones agrícolas globales y eso puede dar un coletazo a México en medio de las altas probabilidades de una recesión de Estados Unidos que afectará indudablemente a nuestro país.

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