La Portada | El agotamiento

Este jueves se cumplen 252 días desde que se instalo Covid-19 en México, y justo ahora el país se ubica en los albores de una nueva ola de contagios que se extiende rápidamente. Este rebrote podría agravarse ante el agotamiento que padece gran parte del personal de salud, que sufre del síndrome de Burnout.

“Después de tantos meses ya hay varios datos, por un lado, del personal de salud que ha presentado este síndrome de fatiga conocido como el burnout –‘síndrome del trabajador quemado’-, que justamente es un estrés acumulado que les predispone a otras cosas como son malestares generales, trastornos de ansiedad, dolor crónico, depresión, insomnio, incluso incremento en el consumo de alcohol u alguna otra sustancia”, sostuvo el doctor Mauricio Rodríguez Álvarez, profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Al mismo tiempo, la población enfrenta una serie de fenómenos que están van en aumento, según lo advierten los especialistas: trastornos de ansiedad, depresión, adicciones, episodios de violencia, agotamiento y hasta discriminación.

“Se ha pasado de tener mucha precaución, de estarse protegiendo en apego a los protocolos y estar pendientes de la información; a una etapa de fatiga en la que se comienza a bajar la guardia, la gente empieza a confiarse porque ya les dio la enfermedad, o a otros no les ha dado y piensan que no les va a dar y han perdido el interés e incluso el miedo, y están haciendo actividades de mayor riesgo”, advierte el también vocero de la Comisión de la UNAM para Covid-19.

Sobre las secuelas que se han ido manifestando con el transcurrir del virus del SARS-Cov-2, Rodríguez Álvarez señaló que son varias y muchas de ellas aún resultan poco claras, como es el caso de las consecuencias físicas por los daños físicos en los pulmones, en el sistema óseo-muscular, en el corazón, etc., que a largo plazo presentarían pacientes de Covid crónico; además del daño que se está generando por las otras enfermedades que no se están previniendo, diagnosticando, ni atendiendo oportunamente por culpa en la irrupción que ha tenido el virus en los servicios de salud.

“Algo que estamos esperando y ya está comenzando es una ola de enfermedad mental, que es justamente todo lo acumulado de trastornos de ansiedad, de depresión, adicciones, violencia que eso cada vez se ha reportado más. A través del servicio telefónico que la UNAM tiene en la Facultad de Psicología de atención para la sociedad se ha reportado un incremento de estos casos de ansiedad, depresión, de gente que la están pasando mal después de tanto tiempo”, explica.

Bajo la advertencia de que “esto no se ha terminado porque la epidemia está instalada sobre todo en las ciudades grandes, y ahí se puede quedar rebotando en la comunidad con contagios y más contagios”, el médico reiteró la importancia de mantener y respetar las medidas de prevención y cuidado, que a nivel personal debemos seguir con el uso de cubrebocas, la higiene de manos y la sana distancia para detener los contagios en la comunidad; así como la identificación y atención oportuna de los contagios.

Pero, tomando en cuenta el contexto al que hemos llegado a más de ocho meses de que se declaró el primer caso en el país, dijo:

“Que le quede claro a la gente que el personal de salud está agotado; que debemos cuidarnos para no acabar en un hospital con el personal fatigado, los recursos agotados porque entonces la situación se hace más compleja. Y al personal de salud, hay recordarles que no están solos, que hay equipos y
opciones de ayuda en caso de que lo necesiten, que no se esperen a estar mal, a tener problemas laborales, con su familia, hay que atenderlo oportunamente para que el impacto sea menor. Recordarles que los necesitamos enteros y que se agradece y valora su trabajo y esfuerzo”

ejecentral platicó con niños y niñas, profesores, personal de salud, microempresarios y especialistas y, en sus propias palabras, muestran esta suma de pérdidas, de cambios físicos y emocionales, los ajustes culturales y hasta las nuevas formas de estigmatización que se han instalado tras ocho meses de Covid.

La apatía, la desesperanza y una desmotivación creciente por protegerse o informarse sobre la Covid-19 son los principales efectos que genera la fatiga pandémica.

Así, en más de 250 días ya es mal visto ser un enfermo recuperado de coronavirus, y ahora se le puede llamar “covidoso”, o cómo las diferentes infancias han incorporado a su vida nuevos miedos, pérdidas y lenguajes. Cómo se diluye la educación, y el personal de hospitales se sienten aún más abandonado. Mutaciones aceleradas, que parecen sutiles, pero que pueden ser cambios profundos.

›Para los especialistas, el mayor de los problemas son los trastornos mentales que ya se asoman con diferentes rostros, algunos imperceptibles y otros demasiado visibles. Mayela Padrón Ramírez, maestra en psicología, sostiene que, en esta etapa, con la suma de agotamiento y estrés, también han salido a relucir los problemas personales y emocionales que se tenían previo a la emergencia sanitaria.

“Al principio todos hablaban de Covid, tengo miedo, por qué me toca hacer esto, mucho miedo y enojo muy enfocados a la enfermedad. Tras los meses empiezan a salir los padecimientos que estaban ahí antes de la pandemia, por ejemplo, los problemas de pareja, familiares, económicos, la toma de decisiones importantes, cosas que parecían haber quedado en pausa”, advierte.

En el caso del personal de salud, el problema es más grave, porque hay “un agotamiento muy grande, un desgaste porque no ha habido tiempo de descanso, muchos de ellos no han podido tomar vacaciones”. Y es precisamente esta condición lo que agravó, recientemente, el rebrote de Covid-19 en Europa, y en México no se ha diagnosticado aún.

En ese sentido, señala la psicóloga, ese miedo generalizado entre el personal de salud de contagiarse y contagiar a su vez a su familia, los ha obligado a tener un mayor autocuidado y ser más conscientes de las prevenciones, pero ha ido evolucionando a un cansancio, y “esa ansiedad disminuyó porque con el tiempo vieron qué sí y qué no de la enfermedad; generaron nuevos aprendizajes, sobre todo las áreas que no eran propias de Covid y que tuvieron que sumarse por la falta de personal”.

Sin embargo, la adscrita al área de salud mental del Hospital Juárez de México quien aseguró que los servicios de consulta externa y de hospitalizados tuvieron que redirigirse íntegramente al personal del hospital, a través de la atención con sesiones grupales y sesiones por especialidad, sostuvo que lo que persiste entre médicos y compañeros de enfermería es “un agotamiento muy grande, un desgaste porque no ha habido tiempo de descanso, muchos de ellos no han podido tomar vacaciones, o a veces toman un par de días, peor cuando regresan el trabajo es muy intenso, mucho más de lo que tenían antes”.

Preguntas como ‘¿Cuándo va a terminar esto? ¿Cuándo voy a retomar la especialidad en la que yo me estaba enfocando, o cuándo volveré a ver a los pacientes que veía habitualmente?’ se han vuelto recurrentes. Porque además, señala la también especialista en terapia psicoanalítica, “hubo un momento en que la ocupación hospitalaria bajó, y el personal decía, bueno, a lo mejor ya va a bajar, se está controlando, pero a la semana siguiente ya estaba otra vez alto.

Entonces eso implicó un sube y baja de emociones. Era una sensación de respiro, y de repente llegan más pacientes”. Y subrayó, “ahora que vienen fechas como Navidad, que casi todos celebran, que la pasan en familia,
viene mucho esta tristeza, de celebrar o no, ¿Qué esta primero la familia o la salud? Son factores emocionales que es importante darle continuidad a la salud mental porque se estima que todas las crisis en salud mental van a ser la segunda pandemia”.

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