La Portada | Capacidad de crecimiento de México, en riesgo
Uno de los más importantes especialistas en el país analiza para ejecentral los mejores y peores escenarios que a corto plazo podría enfrentar el país, y el resultado no es alentador, porque múltiples factores y lastres internos colocan en peligro el proyecto político y económico del gobierno
Estamos llegando al final de este año, al margen de las decenas de pronósticos de agencias públicas y privadas, puede resultar más útil pensar en los escenarios multifactoriales que ponen en riesgo la capacidad de crecimiento de la economía mexicana.
La administración del presidente Andrés Manuel López Obrador ha mantenido una estricta disciplina fiscal, aún sí con ello se recortan gastos de operación del gobierno. Como sea, los agentes económicos y los mercados internacionales se sienten cómodos con la política macroeconómica que despliega el gobierno en línea y con la política monetaria que lleva a cabo el Banco de México. Así, los dos componentes fundamentales de nuestra macroeconomía, lo monetario y lo fiscal, han mantenido orden fortaleciendo el balance de riesgos pese a las situaciones adversas producto de la larga pandemia y la falta de inversión sobre todo privada.
Lo anterior puede verse comprometido porque el gobierno encontrará serios obstáculos para mantener la disciplina fiscal con sólido crecimiento de la economía. Este riesgo requiere de la materialización de ciertos elementos que han comenzado a configurarse. Es claro que el buen manejo de las finanzas públicas blinda nuestra economía de turbulencias empero, no es suficiente para crecer y generar empleos, pues ello sólo puede lograrse con altas tasas de inversión que no existen; nos encontramos en niveles de 17.5% del PIB cuando hace tres años rondábamos en
22 por ciento.
Los elementos que indiscutiblemente pueden afectar seriamente el proyecto económico y político del gobierno son entre otros, la inminente alza de las tasas de interés en México y en el extranjero.
Tan pronto como en diciembre los ocho bancos centrales más importantes del mundo incluidos la Reserva Federal, el Banco de la Unión Europea, el Banco de Inglaterra y el Banco de México comenzarán a retirar estímulos monetarios conocidos como Q3 y tapering, con un alza de tasas de interés y fluctuaciones en los tipos de cambio.
Existe una clara e inobjetable evidencia de que los ajustes de las grandes y medianas economías vendrán acompañados de una constante inestabilidad de los mercados por lo menos en los próximos tres años, esta circunstancia pondrá en apuros al peso mexicano quizás como a ninguna otra moneda dentro de los países emergentes. Debemos recordar que el peso mexicano es una de las seis monedas que más se mercadea diariamente en el ámbito internacional, lo que la hace especialmente vulnerable a las correcciones financieras internacionales. Lo anterior llevará el costo de la deuda pública y privada a niveles más altos, alterando el acceso al crédito y presionando notablemente las finanzas públicas en tal medida, que si los incrementos en tasas son rápidos y profundos afectarán la disciplina fiscal desplegada y todos sabemos lo que pasa cuando surgen desbalances fiscales inducidos desde el exterior.
Uno de los principales méritos económicos del Presidente ha sido que, contra viento y marea, se ha sostenido en su política de mantener una disciplina fiscal, pero un proceso de restricciones monetarias mal calibrado, no obstante, aniquilaría el balance fiscal tanto vía tasas de interés como por fluctuaciones del tipo de cambio. Todo esto pondría en riesgo los amplios programas sociales, la culminación de las obras de infraestructura en construcción y el constante flujo de dinero que el gobierno viene orientando a las empresas Pemex y CFE.
Otro elemento que impactaría negativamente la recuperación es la aprobación de la reforma energética, de darse el caso, atraerá simpatías del electorado a pesar de que, por el lado de los inversionistas, se generaría un ambiente nada propicio para mantener y atraer nuevas inversiones.
En este orden de ideas, se configuran otros dos efectos sumamente delicados para el crecimiento económico, como son la incertidumbre y falta de estado de derecho que francamente han ido a la baja en estos tres años de gobierno, por lo que es posible que cosechemos lo sembrado en detrimento de una mayor capacidad económica para consolidarse. La aprobación de la reforma energética en sus términos acabaría mermándolos notablemente, al grado de no recuperarlos en lo que resta del sexenio.
En este sentido, lo mejor que podría pasar para anclar el proyecto político del Presidente, sin afectar profundamente la economía es que la reforma energética transite en su aprobación con los cambios suficientes para dejar cómodos a los grandes inversionistas y nuestros socios comerciales, dejando en claro que la nueva ley contemplaría, como punto de partida, el freno total de los abusos hasta ahora cometidos. Con esto se afianza la agenda política del régimen sin afectar el clima para la inversión, en caso contrario, avanzaría fuertemente la agenda político–electoral, pero a costa del desempeño de la economía. En materia eléctrica, la determinación del gobierno es inamovible, por lo que lo más plausible será su aprobación con los cambios suficientes para no frenar inversiones.
El camino inseguro
El clima para la inversión es la clave para aumentar el flujo de recursos necesarios para crecer, crear empleos y encaminarse al desarrollo económico. Bajo esta lógica podemos afirmar que no necesariamente la agenda de gobierno considera aparejar el tema económico con el político.
Como apuntábamos poco se ha hecho para incrementar los niveles de inversión y, por tanto, para crecer. Pese a ello, la base electoral de Morena mantiene esperanza de que las cosas irán en general mejor, teniendo certeza de que nuestro Presidente está literalmente luchando de manera abierta con fuertes intereses creados en los ambientes político, económico y social. Pese a ello, el gobierno puede anclar su proyecto político sin afectaciones económicas serias.
Además de tomar en cuenta las restricciones monetarias que se avecinan, el ruido que ya ha causado la propuesta energética y, el continuo deterioro del estado de derecho, así como la falta de certidumbre; el actual gobierno debe estar muy atento al aumento de la inseguridad que ya se ha convertido en la principal fuente de preocupación de los mexicanos y al ambiente de polarización que puede irse incrementando conforme avancen los meses rumbo a las elecciones federales, todo esto afecta el desempeño económico.
Nuestra recuperación económica no está asegurada entre otras cosas porque ha venido dependiendo de las exportaciones a Estados Unidos, las remesas del exterior y del consumo impulsado, en alguna medida, por los apoyos sociales. Sin embargo, no hemos avanzado en el mercado interno, el crecimiento del crédito, la logística y la inversión. Con tan escaso soporte, nuestra recuperación económica presenta incógnitas, las cuales notoriamente se agudizan por la falta de seguridad, el creciente aumento de la polarización, la baja sustancial en el cumplimiento del Estado de Derecho y la incertidumbre a lo que se sumará la corrección de los mercados internacionales con su inevitable instabilidad financiera.
De no haber mermado el Estado de Derecho y la certidumbre para los negocios y, no haber avanzado de manera importante en el freno a la inseguridad; así como no haber evitado en un corte de caja, la cada vez mayor tendencia a la división entre los mexicanos no habría duda de que el pronóstico para nuestra economía en la era pos pandemia, sería consistente con perspectiva a la alza. De haber sido así, sólo estaríamos preocupados por el entorno internacional, pero con fuertes bases endógenas como la mayoría de los países del bloque occidental. En cambio México, es el país que más incógnitas despierta en materia económica en Latinoamérica, lo que pone en trance el futuro de la llamada 4T.
Finalmente podemos concluir que las razones multifactoriales no directamente vinculadas a los temas económicos y que no fueron atendidas de manera oportuna ahora representan un lastre para generar una sólida recuperación económica.