La Portada | 2024, la escasez que viene
La importación de una mayor cantidad de granos ha sido hasta ahora el freno a la carestía, pero los países productores, al igual que México, prevén temperaturas elevadas, además de la falta de agua, por lo que el panorama futuro se anuncia crítico
En el escenario económico mundial, la sombra de la crisis climática se proyecta más que nunca. Naciones Unidas ha lanzado su informe anual, en el que las predicciones para 2024 pintan un cuadro complicado: desastres climáticos, altos precios de los alimentos y condiciones extremas se ciernen sobre la producción agrícola y generan inquietudes que van más allá de las cifras.
Las consecuencias del cambio climático podrían resultar, para este año, en una baja producción agrícola global y en riesgos sobre la alimentación.
›Esto no es ajeno para México, al contrario, el daño es severo, tanto que autoridades y especialistas ya plantean una reconfiguración de cultivos y de la ganadería que debe discutirse, pues los efectos ya se sienten y, en este año, podrían significar problemas en el abasto y por consecuencia altos precios en la base alimentaria de los hogares. Y sólo sería el comienzo.
México se calienta más rápido que el resto del planeta, con periodos más largos de sequía y mayores precipitaciones, aseveró el jueves pasado Francisco Estrada Porrúa, doctor en Economía Ambiental por la Universidad Libre de Ámsterdam. A pesar de que hay más lluvia, añadió, ésta no está cayendo en los lugares y en el momento adecuados para producir.
“¿Qué es lo que sabemos en México? Que se calienta más rápido que el promedio del planeta. La temperatura promedio (global) ha subido alrededor de 1.2-1.3 °C durante los últimos 150 años; en cambio, en México ha aumentado 1.7 grados”, detalló.
En el último reporte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), las cifras muestran una mejoría. Las personas que se encontraban en situación de pobreza en 2020 eran 43.9%, y en la más reciente entrega, la cifra descendió a 36.3 por ciento.
Pero salir de dicha condición pende de un hilo, de continuar una escalada inflacionaria en alimentos debido a la reducción de la oferta, por los problemas del campo y la elevación de costos.
Rosario Enríquez Morán, presidenta de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR), advierte y al hacerlo resuena con preocupación, que ante la falta de agua se espera este 2024 una nueva caída en los niveles de producción, especialmente en las regiones central y norte del país, las que mayor producción aportan a las mesas de las familias mexicanas.
Es urgente, lanza, que se garantice el abasto para la seguridad alimentaria en México, aunque lamenta, en un año electoral en el horizonte –donde el agro mexicano jugará un papel determinante en los votos—, la ausencia de propuestas concretas de los principales equipos políticos.
Los primeros datos
En la pasada COP28, la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) presentó un informe que proyecta sombras sobre el planeta. Retrato global de la sequía, un documento gestado con la Alianza Internacional para la Resiliencia a la Sequía (IDRA), revela una emergencia sin precedentes que se extiende.
La sequía, lejos de las cámaras y titulares, se posiciona como uno de los mayores peligros planetarios. Datos recientes, alimentados por investigaciones de la ONU de los últimos dos años, dejan entrever impactos masivos que apenas asoman su rostro:
“La sequía no solo quita vidas, sino que también desencadena pérdidas económicas y afecta a múltiples sectores”, advierte el documento.
En el aspecto económico, en México, el aumento de precios de productos básicos como el jitomate y las tortillas no es un efecto inflacionario por el alza del salario mínimo, sino una consecuencia directa de la disponibilidad de alimentos en el país. La política estadounidense de aumentar el abasto para controlar la inflación se destaca como un camino que México debería seguir, aunque eso requiere un fuerte respaldo al campo y medidas concretas para impulsar la producción nacional.
Enríquez Morán insta a la denuncia y a la toma de medidas concretas para revertir la situación. La seguridad alimentaria y la estabilidad económica del país dependen en gran medida de las decisiones y acciones que se tomen en los próximos meses, sostiene. La realidad es clara: la sequía, los otros ajustes que trae consigo el cambio climático y la falta de apoyo estructural amenazan a la mesa y al bolsillo de los mexicanos.
Desde diciembre, ejecentral visitó varios centros de autoservicio y mercados en la Ciudad de México y observó que hay una presencia limitada de frijol. Los anaqueles tienen producto, pero es menor comparado con meses atrás, y los precios se han elevado.
El fantasma de la inflación
En 2023, la inflación global comenzó a desacelerar tras haber alcanzado en 2021 y 2022 las tasas más altas entre dos y cuatro décadas en el mundo. Para México fue la más alta en los últimos 20 años.
Esta situación podría repetirse especialmente en los alimentos por la falta de agua en el territorio mexicano y en países productores como Estados Unidos (EU), cuyo Departamento de Agricultura alertó que podría enfrentarse una situación de este tipo en al menos la mitad de las regiones de cultivo. El vecino del norte es uno de los mayores productores de granos en el mundo y proveedor de muchas naciones, incluida la nuestra.
Aquí, el fantasma de la sequía vuelve a tomar la mayor parte del territorio, especialmente del centro al norte, situación que se vivió en 2023 y que llevó a que no produjera un gran número de agricultores, escenario que amenaza con repetirse con un agravante: una menor disponibilidad de productos del campo a escala global, que significaría no poder cubrir la demanda interna.
Hasta el momento, esta última se ha podido satisfacer con importaciones de productos como maíz, frijol, trigo u otros, a los que el gobierno instruyó no aplicarles tarifas arancelarias para no generar presiones inflacionarias y hacer más expedita su entrada al país.
Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), precios de productos como frijol (11.48%), maíz (6.93%), cebolla (62.75%), tomate (74.3%), papa (11.43%), limón (23.03%) y aguacate (11.85%), entre muchos otros, se encarecieron más durante 2023, cuando la inflación general tendió a desacelerarse.
De acuerdo con datos del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, durante 2023 se batió el récord de importación de frijol y maíz, con 31.3 y 19.7 millones de toneladas, esto es, 27.2% y 13.9% más que el año previo, respectivamente. Un síntoma de la falta de producción en nuestro país que al ser cubierta con importaciones no se ha notado.
Expertos señalan que esta práctica representa una salida de divisas innecesaria, al tener un extenso campo que debería ser apoyado con programas gubernamentales.
En reciente entrevista, el presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, Cuauhtémoc Rivera, arroja luces sobre la crítica situación que enfrenta el sector alimentario nacional.
Destaca que la inflación alimentaria superó el doble de la inflación general, alcanzando 9.67% en el último año. Este aumento se atribuye a la combinación de sequía y factores estacionales.
Las importaciones, para los expertos, son un paliativo debido a que, al no incentivar al campo, podrían tener efectos colaterales: el abandono de las tierras de cultivo podría incidir en baja productividad, pero también en un efecto de migración de trabajadores que no verían una razón para continuar produciendo.
¡Qué calor!
Los mapas de calor de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) revelan que la sequía, apaciguada un poco por las lluvias de noviembre, otra vez se esparce por el territorio y retoma importancia. Preocupa que el fenómeno viene desde 2018 y el daño ha sido acumulativo en cada ciclo. Según el monitor de sequía, México está con 54% de su territorio en esa condición.
La crisis climática, etiquetada como tal en el informe Situación y Perspectivas de la Economía Mundial 2024, se revela como un factor que puede exacerbar una perspectiva económica ya sombría.
El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, advirtió hace unas semanas que la inversión en este rubro y en desarrollo sostenible se está quedando corta, mientras el hambre y la pobreza crecen, y las divisiones entre países impiden respuestas eficaces.
La Secretaría de Hacienda, a cargo de Rogelio Ramírez de la O, en varios de sus informes ha señalado que la economía va expandiéndose a un ritmo vigoroso, pero reconoce también que esto podría cambiar por efectos meteorológicos.
El fenómeno de El Niño se alza como protagonista del drama climático, anticipando alteraciones en los patrones de precipitación que afectarán la producción agrícola global. Con la sequía extendiéndose en América Central, el sur de Asia, el sudeste asiático, el sur de África y el Sahel, las condiciones para la seguridad alimentaria se tornan críticas y en México las medidas no son vistas como suficientes.
El escenario refleja un impacto directo en millones de personas. Europa enfrenta su peor sequía en 500 años por el cambio climático, mientras que en el Cuerno de África, cinco años de sequía, olas de calor y lluvias impredecibles dejaron a 1.2 millones de personas dependiendo de ayuda alimentaria. Además, las proyecciones económicas son sombrías, con Argentina en una de las mayores caídas en la producción de soya desde 1988-89 hasta la fecha.
En la esfera social, el informe destaca que 85% de las personas afectadas por las sequías viven en países de bajos y medianos ingresos. Las migraciones forzadas se incrementan, también los conflictos violentos por el agua, mientras la base ecológica de la vida en la Tierra se desvanece de forma acelerada.
El informe de Naciones Unidad aboga por soluciones basadas en la naturaleza, en las cuales destaca la restauración del suelo, la gestión sostenible de tierras y prácticas agrícolas respetuosas con la naturaleza como elementos críticos para aumentar la resiliencia global ante la sequía. Además, enfatiza la necesidad de una gestión eficiente del agua, preparación ante desastres y sistemas de alerta temprana.
Incluso va más allá de las predicciones, al evidenciar la urgente necesidad de mayor financiamiento climático.
Según el documento, la inversión actual está por debajo de lo necesario para cumplir con el límite de 1.5 °C del Acuerdo de París. Así, plantea la cifra de 150 billones de dólares hasta 2050 para la transición a energías limpias, un urgente llamado a la acción.
Los efectos en el cambio climático van más allá de la agricultura y obligan a realizar cambios. El director de sustentabilidad de Danone, Diego Durazo, en entrevista con ejecentral destacó la necesidad y premura de que el campo sea tecnificado. Cerca de 80% del agua que se consume “es por la agricultura y la tecnificación dará ahorros de entre 40 y 50% de su uso”, señaló.
El ejecutivo de una de las marcas más importantes del mundo indicó que tomar esas medidas ayuda al planeta y al campo, lo que garantiza el abasto de los productos provenientes de la agricultura.
Enríquez Morán señala con inquietud que el consumidor será quien termine pagando las consecuencias. La política actual, orientada a favorecer la importación de alimentos básicos sin un control sanitario tan cercano como el nacional, no aborda de manera efectiva la estructuración de un sólido respaldo para el agro mexicano. Además, la falta de reflejo presupuestal para enfrentar la sequía actual, que se prevé hasta el 2025, es motivo de alarma.
En este escenario, la aplicación inmediata de programas como el uso de minerales para retener humedad en el suelo y el bombardeo de nubes se vislumbran como opciones cruciales. Sin embargo, la limitación de recursos y apoyo operacional ha afectado la efectividad de estos programas.
A pesar de algunos éxitos en Tamaulipas y Sinaloa, la falta de respaldo impide su implementación generalizada.
En cuanto a soluciones inmediatas, la titular de la CNPR propone asignaciones presupuestales extraordinarias para las instancias gubernamentales involucradas, especialmente la Comisión Nacional de Zonas Áridas, ante la necesidad de programas que reduzcan el requerimiento de agua en los cultivos, por ejemplo.
La producción agrícola se encuentra amenazada por fuerzas que trascienden las fronteras. El informe de Naciones Unidas aclara que la cooperación internacional efectiva es clave para que los países en desarrollo, entre ellos los más vulnerables, enfrenten la catástrofe climática.
En este escenario, asegura, la seguridad alimentaria global pende de un hilo, y las decisiones y acciones de hoy moldearán nuestro futuro colectivo. El tiempo para la complacencia se ha agotado, advierte, es hora de unir esfuerzos y tomar medidas concretas ante el desafío que el cambio climático plantea a nuestras mesas y campos.
Reconfiguración ganadera
La sequía que azota al país, a decir de los científicos, será mayor en los próximos años y esto empujará a que producciones agrícolas y ganaderas deban migrar al sur de país.
El director general de Autosuficiencia Alimentaria de la Secretaría de Agricultura, Rolando Ernesto Herrera y Saldaña, expuso: “Vamos a ver que la ganadería intensiva se cambie de lugar. Sí, que sea movida. Esto va a ser un golpe muy fuerte porque las inversiones que tienen los ganaderos en estas zonas del occidente, norte del país y también del centro, (...) pero tenemos que buscar decisiones y estrategias inteligentes para que sigamos produciendo el alimento que se necesita, con las nuevas condiciones que impone este cambio climático”.
Errores de modelos agrícolas, inversiones costosas en sistemas ganaderos modernos y la degradación de suelos, son los factores críticos, aseguró Herrera y Saldaña, “que hoy acarrean graves problemas a la producción”.
El funcionario expuso: “¿Cómo ha contribuido México (al cambio climático)?, partimos de un modelo equivocado desde hace muchos años desmontando selvas o también bosques, quemándolos para luego sembrar pastos en un monocultivo”, lo que ha resultado “en la degradación de los suelos y también la disminución en la producción”.
Así, existe una urgencia de adaptarse a la menor disponibilidad de agua, sea de lluvia o almacenada en las presas, anticipándose a la sequía en 2024, alertó.
¿Y el crimen?
La baja productividad mexicana no sólo es asediada por el mal clima, los bajos precios y una nula tecnificación, también por el crimen organizado.
La extorsión a la producción agrícola y al traslado de mercancías, así como el peaje carretero ilegal en el transporte de carga federal, afectan a los pequeños jornaleros agrícolas.
Este escenario de amenazas y desafíos se traduce en una disminución de la producción y de los ingresos y las ganancias de estos pequeños actores, lo que se refleja en aumentos de precios y escasez en los mercados finales, señala Cuauhtémoc Rivera de la ANPEC.
La travesía por carreteras mexicanas es ahora un desafío marcado por la inseguridad. Un mal que no sólo impacta a los transportistas, sino que se filtra en los hogares a través de la inflación y la mengua del poder adquisitivo.
José Abugaber Andonie, presidente de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin), lo subrayó en su informe ante el Consejo Directivo:
“La inseguridad en autopistas y carreteras persiste como un cáncer en la nación, resonando en asaltos violentos que nadie debería tolerar”.
Abugaber hizo un llamado apremiante a las autoridades federales, estatales y municipales para que refuercen las medidas de seguridad y devuelvan la certeza a aquellos que transitan por el país.
Los números revelados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) indican que los delitos de robo hacia transportistas aumentaron 9.4% en el periodo enero-septiembre de 2023, alcanzando la cifra de 10 mil 555 casos.
En el lapso de 2018 a 2023, al menos cinco entidades federativas se han llevado la mayor carga de este flagelo: estado de México, Puebla, Guanajuato, Michoacán y Jalisco, con 71.2% de lo que representa el total nacional.
Errores en modelos agrícolas, inversiones costosas en sistemas ganaderos modernos y la degradación de suelos son factores que tienen al campo en emergencia.
Discordancias de precios
En el fascinante universo de los datos económicos, el Inegi y el Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados (SNIIM) parecen estar jugando al escondite con las variaciones de precios. En este curioso duelo de cifras, ejecentral identificó las discrepancias que nos hacen cuestionar si estamos calculando inflación o si estamos participando en un juego de adivinanzas.
Los chiles secos, por ejemplo, se debaten entre 40.3% planteado por el SNIIM y el modesto 9.19% del Inegi. ¡Parece que los chiles están más picantes en las estadísticas que en la cocina!
El tomate verde no se queda atrás en esta competencia de números sazonados. Mientras la oficina ligada a Economía nos indica un aumento de 36.8%, el Inegi nos sorprende con 74.3%. ¿Es acaso el tomate verde el protagonista de un drama estadístico?
La papa también se une a la fiesta de desacuerdos, marcando 20% para uno y 11.43% para el otro. ¿Será que las papas están jugando al escondite con los porcentajes?
Pero la estrella de esta confusión numérica son los nopales. Para el Inegi, hubo 9.35% de aumento, mientras que el SNIIM planteó 101.2 por ciento.
A partir de este análisis sobre las discrepancias en los precios, se abre la incógnita de quién tiene la razón: ¿el Inegi con su calculadora de inflación de genéricos o el SNIIM con su enfoque en el comportamiento de los precios de los productos agrícolas?
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