La persistencia rinde, el Nobel a las vacunas de ARNm

22 de Noviembre de 2024

La persistencia rinde, el Nobel a las vacunas de ARNm

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Kaitlin Karikó y Andrew Weisman obtuvieron el premio en Fisiología y Medicina después de perder las patentes y, en el caso de ella, hasta el trabajo

Hace una década, Kaitlin Karikó estaba desempleada y en la misma ciudad donde esta mañana recibió una llamada para comunicarle que, junto con su colega Drew Weisman, había ganado el premio Nobel de Fisiología y Medicina 2023 “por sus descubrimientos sobre modificaciones de bases de nucleósidos que permitieron el desarrollo de vacunas de ARNm eficaces contra la Covid-19”.

La científica de origen húngaro había sido obligada de jubilarse de la Universidad de Pennsylvania, incluso después de que ella y Drew Weisman habían obtenido las primeras patentes de lo que eventualmente se convertiría en las vacunas de ARN mensajero más eficaces y adaptables para combatir la Covid-19, y que prometen revolucionar el mundo de la medicina.

El problema entonces fue que mientras Weisman y Karikó fundaron la empresa RNARx, a fin de comercializar su invención, la universidad vendió las licencias en exclusiva a otra empresa, RiboTherapeutics. Karikó se fue a trabajar a Alemania, a BioNTech, donde estaba haciendo vacunas experimentales para la influenza cuando apareció el coronavirus SARS-CoV-2.

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Al principio, “hice todos los experimentos con mis propias manos”, le comentó Karikó esta mañana por teléfono a Adam Smith, el representante de la fundación Nobel. “Tenía 58 años, todavía estaba cultivando plásmidos y alimentando células”, labores que, de haber seguido en la universidad habría hecho algún becario.

Karikó cuenta que su madre, que falleció en 2018, “siempre escuchaba el anuncio de quién recibe el Premio Nobel porque me decía: ‘Oh, la semana que viene lo anunciarán, tal vez lo consigas’... (Yo) ni siquiera era profesora, ni tenía equipo, y le dije a mi mamá, no escuches, y ella dijo: ‘Sí, pero ya sabes, trabajas muy duro’. Y le dije que todos los científicos trabajan muy duro”.

Aunque quizá no todos tengan un colega como Weisman, quien dijo que “ambos tenemos trastornos del sueño, por lo que normalmente entre las tres y las cinco de la mañana nos enviábamos correos electrónicos con nuevas ideas. Siempre era estimulante; siempre hablábamos de ciencia.

Por su parte, Weisman ha “iniciado un nuevo grupo… para combatir las dudas y la desinformación sobre las vacunas. Porque por muy importante que sea la vacuna, si no la pones, no funciona”.

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