Hoy, en el Día Mundial de la Salud Mental, la Organización Mundial de la Salud (OMS) llamó la atención sobre el hecho de que la salud mental de las personas migrantes y las refugiadas, debido a su situación y los problemas que enfrentan, es particularmente vulnerable.
Además, junto con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, publicaron la guía Salud mental, derechos humanos y legislación: orientación y práctica, para apoyar a los países a reformar sus leyes “a fin de poner fin a los abusos contra los derechos humanos y aumentar el acceso a una atención de salud mental de calidad”.
El informe Salud mental de refugiados y migrantes: factores de riesgo y protección y acceso a la atención, el quinto de su tipo, describe cinco temas clave que deben abordarse para mejorar su acceso a la atención de salud mental.
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El apoyo comunitario es el primer tema, y se señala que “la evidencia muestra que ser parte de una comunidad con antecedentes compartidos y asistir a la escuela se asocia con tasas más bajas de trastornos mentales”.
También se menciona que la falta de cobertura de las necesidades básicas y la inseguridad (por ejemplo, de su estatus legal) pueden contribuir a una mala salud mental.
El estigma, las experiencias de racismo y discriminación que suelen padecer; la adversidad y el trauma asociados, por ejemplo, a una detención prolongada y la falta de acceso a los servicios de salud en general y de salud mental agravan considerablemente la condición de estas personas.
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