Lo primero que cambiará tras la muerte de Isabel II será una parte del himno nacional británico en la frase “Dios salve a la Reina”, por “salve al Rey”. También vendrán cambios graduales, desde la moneda británica que ahora tendrá la imagen de Carlos III. Un cambio similar se verá en los uniformes de la policía de Inglaterra, las insignias militares y hasta los pasaportes británicos.
Pero eso será lo más sencillo, lo difícil es lo profundo, la imagen de la monarquía, su papel y el costo que representa para los británicos.
Desde la década de 1990 los cuestionamientos públicos a la familia real crecieron, y desde entonces han permanecido presentes. Pero el contexto político y económico, y la fuerza estabilizadora que representaba la Reina Isabel II y su popularidad, impidió que los ataques derruyeran la capacidad de la corona británica, pero obligó a su Majestad, una mujer conservadora y disciplinada, a convertirse por momentos en factor de cambio dentro de la familia real, pero no fue suficiente.
The Economist asegura que su muerte marca el fin de una era, y en el editorial de The Guardian se lee: “Isabel II deja un espacio atrás que es poco probable que se llene. La monarquía del futuro no será la misma”.
Y es que cuando ella comenzó su reinado Gran Bretaña era un imperio que aglutinaba 600 millones de personas; y ahora su país ya no es tan grande ni es la potencia económica que fue, más bien atraviesa una de las crisis más profundas de su historia. Pero adicionalmente el papel de la monarquía se ha convertido más en tareas de Estado ceremoniales.
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Los analistas aseguran que sólo queda reformar la monarquía, especialmente en las finanzas de la extensa familia real. Una tarea que tocará al parlamento y al rey Carlos III, a quien muchas columnas no encuentran ni fuerza a sus 73 años ni simpatías suficientes.
The Economist añade en sus páginas “pocos se sienten seguros de que la monarquía prosperará sin ella (la Reina). Muchos temen que Charles no esté a la altura del trabajo. Ha sido demasiado, demasiado autocompasivo: el Príncipe de los Lamentos. Pero en los últimos años él también se ha suavizado”.
“Sin duda, donde el nuevo monarca podría dejar huella es en la reforma de la imagen de la monarquía. Mientras que Isabel era fiel a la tradición, se sabe que Carlos quiere relajarse e “informalizar” el trono. Se rumorea que quiere mudarse del Palacio de Buckingham, convertirlo en un bloque de oficinas y museos reales y mantener Clarence House como su hogar en Londres. Un gesto popular sería fusionar los extensos jardines privados del palacio con Green Park y formar un corredor verde desde Whitehall hasta el Palacio de Kensington”, escribió el columnista Simon Jenkins.
El Rey Carlos puede ser transitorio, el cambio de la monarquía es inminente y no tardará mucho, sostiene The Guardian: “La monarquía, construida sobre un sistema de privilegios hereditarios, es un anacronismo en la era moderna. Sin embargo, el día del fallecimiento de la Reina no es el adecuado para una reflexión contenciosa sobre el lugar continuo, si es que lo hay, de la monarquía. Eso vendrá, y debería, llegar pronto”.
Reducción de la familia real
En los últimos años, el ahora rey Carlos III se ha preparado para asumir mayores responsabilidades. Uno de sus principales objetivos, una vez que ascienda al trono británico, reside en promulgar un “adelgazamiento” de la monarquía.
El sitio web de la familia real enumera a 22 integrantes de más alto rango de la familia real en su línea de sucesión, por lo que el Rey planea reducir el número de miembros de alto rango de la familia real a tan solo siete personas, según una nota publicada por el diario británico The Telegraph, en abril de 2021.
Al respecto, el periódico británico, The Times, advirtió que un grupo más pequeño de miembros de la realeza de alto rango ahorraría dinero a la monarquía, ya que menos personas serían financiadas por la subvención soberana, los fondos públicos que apoyan a la realeza trabajadora.
Al hacer la monarquía más pequeña, la institución tendría mayor control sobre los mensajes que se envían al público en nombre de la familia real.
En el plan de reducción también se considera a la residencia de Balmoral, donde la reina Isabel II pasaba los veranos, y la que podría convertirse en museo como tributo a ella después de su muerte, refirió nuevamente Insider.
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