En el siglo XV, Portugal era un pequeño reino que comenzó a expandirse a través de sus viajes por el mar. En poco tiempo el reino se extendía por todo el mundo: de Macao (China) a Labrador (Canadá) y de Goa (India) a Porto Seguro (Brasil). Lisboa es una capital que muestra la grandeza de su pasado imperial. En 1755 ocurrió un gran terremoto que destruyó la ciudad, por lo que los principales edificios históricos fueron reconstruidos.
La Lisboa actual es una ciudad hermosa con características que la hacen única: azulejos que surgen en cada pared y en cada esquina, los melancólicos fados que se escuchan en los barrios más tradicionales, y deliciosa comida de mar. Te presentamos cinco lugares que no te puedes perder:
Plaza del comercio
Este espacio era ocupado por el Palacio Real, el cual fue destruido en el terremoto de 1755. La plaza está rodeada de edificios señoriales pintados de amarillo y que actualmente están destinadas a oficinas de gobierno. Desde la plaza se accede al centro histórico por el imponente arco da Rua Augusta. En la parte superior del arco se puede apreciar un conjunto escultórico llamado la Gloria que recompensa al valor y el genio. En la plaza se puede tomar uno de los icónicos tranvías lisboetas, que te llevará a recorrer la ciudad.
Castillo de São Jorge
El edificio fue construido por los árabes en el siglo XI y ha servido de guarnición militar, fuerte y palacio real. Conserva la mayoría de las murallas por las cuales los turistas pueden caminar. El castillo tiene las mejores vistas de toda la ciudad. A su alrededor se pueden visitar los barrios más tradicionales de Lisboa, como el de Alfama.
Monasterio de los jerónimos de Belém
Es el monumento más famoso y visitado de Lisboa. Fue construido en 1502 con estilo gótico. En el monasterio se puede visitar la iglesia de Santa María, la cual alberga las tumbas del explorador Vasco de Gama y del poeta Fernando Pessoa. El claustro es la atracción más asombrosa del monasterio: sus columnas están ricamente ornamentadas con motivos vegetales, marinos y cruces. Al lado del monasterio se construyó un edificio que aloja el Museo Nacional de Arqueología y el de la Marina. Si estás en el barrio no puedes perderte comer uno de los famosos pasteles de Belém, elaborados con una receta secreta.
Torre de Belém y monumento a los descubridores
Uno de los lugares más emblemáticos de Lisboa es la torre de Belem. Se construyó en el siglo XVI como fortaleza para proteger la entrada al puerto. La decoración exterior incluye galerías y torres de vigilancia, almenas en forma de escudos y elementos naturalistas alusivos a las nuevas colonias. A pocos metros se llega al monumento a los descubridores. Esta es una cruz de 52 metros construida en 1960 para celebrar los 500 años de la muerte del príncipe Enrique el Navegante. El monumento tiene forma de carabela e incluye a 33 personalidades de la Era de los Descubrimientos que miran hacia el río Tajo.
Elevador de Santa Justa y convento do Carmo
Esta estructura metálica de 45 metros conecta la Baixa con el barrio bohemio del Chiado. Se terminó de construir en 1902 y tiene un estilo neogótico. La salida del elevador está junto al convento do Carmo, que son las ruinas del templo gótico destruido por el terremoto de 1755.
Si cuentas con tiempo suficiente, puedes hacer una visita a lugares cercanos como el palacio da Pena y el Palacio Nacional en Sintra, la ciudad turística de Cascais y el Cabo de Roca.
› La capital portuguesa tiene tantos secretos como riqueza cultural, donde sus barrios históricos esconden curiosidades casi desconocidas. Aquí te revelaremos algunas de ellas.
El dato. Tras el terremoto de 1755, que marcó la historia de la ciudad, el Marqués de Pombal ordenó reusar los escombros y asfaltar las aceras con los mismos. De ahí provino la base del popular empedrado portugués.