Según el estudio Global Burden of Disease de 2019, alrededor de 24 millones de personas en el mundo padecen trastorno por consumo de cannabis; es decir, no pueden dejar la mariguana a pesar de que les causa problemas sociales y de salud. La mayor parte de ellos son hombres y viven en países de altos ingresos.
Un argumento usual en las discusiones sobre la legalización de la mariguana, es que el uso de la misma se relaciona con menos complicaciones físicas que el tabaquismo y que las físicas y emocionales del alcoholismo, lo cual es cierto; sin embargo, esto no significa que el uso de la mariguana esté exento de riesgos que los usuarios deberían conocer, y más desde el 20 de septiembre, cuando el uso recreativo se despenalizó en México.
Los beneficios en la salud
Por un lado, los medicamentos basados en la mariguana o sus compuestos activos, han demostrado ser eficaces en tratamientos para personas con epilepsia, esclerosis múltiple, dolor crónico, enfermedad inflamatoria intestinal, problemas de salud mental y en cuidados paliativos.
Un estudio publicado el 6 de septiembre de 2023 en la revista PLOS ONE, en Australia, donde desde 2016 se aprobó la mariguana medicinal para pacientes con problemas de salud que no responden a otros tratamientos, encontró que pacientes con dolor crónico, ansiedad y ansiedad junto con depresión, reportaron mejoras en sus síntomas y en su calidad de vida.
Curiosamente, los reportes de los dos mil 327 pacientes que participaron en el estudio y las mediciones clínicas no incluyeron mejoras en los problemas de insomnio; además, no se midieron efectos adversos como parte del estudio, aunque 30 pacientes se retiraron formalmente del estudio debido a “efectos secundarios no deseados”.
›Pero no sólo la mariguana medicinal y sus sustancias activas tienen beneficios para la salud, también la recreativa o por lo menos eso se vio en un estudio en Estados Unidos. Según la investigación hecha por un equipo de las universidades de Pittsburgh y de Cornell, en los 21 estados donde se permite el uso recreativo de la cannabis hay una reducción en la demanda de codeína recetada.
Esa reducción en la distribución de codeína en las farmacias es del 26% en un principio, y llega a ser de hasta el 37% después de que las leyes sobre el cannabis recreativo hayan estado en vigor durante cuatro años.
Aunque sea recetada, la codeína es un opioide con un alto potencial de uso indebido y que, además, puede conducir a la gente a otros opioides, por lo que el equipo de la investigación, publicada a mediados de enero pasado en la revista Health Economics, considera que la mariguana podría ayudar a tener políticas de salud pública en Estados Unidos para combatir el uso indebido de opioides recetados, que anualmente contribuye a más de 10 mil muertes por sobredosis.
Si bien el cannabis y los opioides pueden usarse para minimizar los síntomas del dolor crónico, no son equivalentes en su impacto sobre la salud. “El consumo de cannabis es menos perjudicial para la salud que el uso no médico de opioides recetados”, señaló Johanna Catherine Maclean, de la Universidad George Mason en un comunicado de prensa.
Pero sí hay riesgos
Después de revisar 101 metanálisis publicados entre 2002 y 2022 sobre cannabis y salud, un equipo de expertos recomendó el 30 de agosto en The British Medical Journal (The BMJ) evitar en general el consumo de mariguana durante la adolescencia y la edad adulta temprana, y en particular deberían evitarla las personas con trastornos de salud mental o propensas a ellos, las embarazadas y antes y durante la conducción de un vehículo.
Esta última precaución coincide con la observación de que en Ontario, Canadá, se ha observado que desde la comercialización del mercado legal de la mariguana las visitas al departamento de emergencias por lesiones relacionadas con accidentes de tráfico aumentaron significativamente.
Pero quizá el mayor riesgo que se detectó en la revisión fue el desarrollo de psicosis, específicamente, con la psicosis en adolescentes, cuando todavía se está desarrollando el cerebro, y con las recaídas que tuvieron las personas con un trastorno psicótico; es decir, el consumo de mariguana aumenta el riesgo de trastorno psicótico, cuando éste no se ha producido antes, y empeora los resultados clínicos para quienes ya lo han padecido.
De hecho, un estudio hecho con datos de más de seis millones de daneses, y publicado el 15 de junio de este año, encontró que quienes padecen trastorno por consumo de mariguana tienen el doble del riesgo de depresión, el triple del riesgo de trastorno bipolar y el cuádruple riesgo de trastorno bipolar psicótico que quienes no consumen cannabis.
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Los autores del estudio señalan que descubrieron una “asociación” y no una “causalidad”; es decir, sus resultados no indican que la mariguana provoca los aumentos en los riesgos, y podría suceder que tanto el trastorno por consumo de la droga como la mayor propensión a los problemas de salud mental tengan una tercera causa subyacente, o que sea la propensión la que conduzca a las personas al consumo excesivo de mariguana.
También hay que destacar que el estudio, el más grande de su tipo que se ha hecho, se basó en personas que, por padecer trastorno por consumo de mariguana, han buscado ayuda en el sistema de salud de Dinamarca, donde desde 2018 los médicos generales pueden recetar medicamentos a base de cannabis, y no necesariamente aplica para quienes consumen de manera casual y son capaces de dejar de consumir si lo desean.
Aun así, “deberíamos investigar más a fondo si hay personas para las que el cannabis es especialmente perjudicial. Esto podría reforzar las medidas preventivas”, dice Oskar Hougaard Jefsen, estudiante de posgrado en la Universidad Aarhus y primer autor del estudio, en un comunicado de prensa.
De manera similar, otro estudio descubrió que los adultos canadienses con trastorno por consumo de cannabis parecen tener un riesgo aproximadamente un 60% mayor de sufrir su primer ataque cardíaco, accidente cerebrovascular u otro evento cardiovascular importante que quienes no padecen el trastorno.
En otras palabras, el estudio, publicado a finales de septiembre en la revista Addiction y hecho con datos de casi 60 mil personas, encontró que el 2.4 % de las personas con trastorno por consumo de cannabis experimentó un evento de enfermedad cardiovascular por primera vez en el tiempo que duró el estudio (enero de 2012 a diciembre de 2019), en comparación con el 1.5 % en el grupo no expuesto.
›Curiosamente, el riesgo fue mayor para las personas con trastorno por consumo de cannabis que no tenían enfermedades y que menos habían visitado los servicios de salud en los últimos seis meses, aproximadamente 1.4 veces mayor que para el resto del grupo con trastorno por consumo de cannabis, no se puede explicar porque esas personas se consideraban sanas y quizá no hayan actuado o siquiera notado las señales de advertencia de un ataque cardíaco, un derrame cerebral u otro evento cardiovascular importante.
Anees Bahji, autora principal del estudio, también señaló que éste “no proporciona suficiente información para decir que el trastorno por consumo de cannabis causa eventos adversos de enfermedad cardiovascular”, pero sí que el riesgo de padecerlos es mayor.
Cómo funciona en el cerebro
El 12 de septiembre de este año, se publicó una investigación que encontró que los mamíferos, que tenemos en el cerebro nuestras propias moléculas cannabinoides, las liberamos para calmarnos en situaciones de estrés, y activan los mismos receptores cerebrales que el tetrahidrocannabinol (THC), una de las principales sustancias activas de las plantas de mariguana.
El estudio, hecho con ratones en la Universidad de Northwestern y publicado en Cell Reports, descubrió que el centro emocional del cerebro, la amígdala, libera los cannabinoides endógenos ante el estrés, y estas moléculas amortiguan la alarma en el hipocampo, un área de procesamiento de la memoria y la emoción en el cerebro.
Que los cannabinoides endógenos sean parte de la respuesta natural del cuerpo para afrontar el estrés, puede dar pistas sobre cómo manejarlo, ya que el estrés aumenta el riesgo de desarrollo o empeoramiento de diversos problemas físicos y trastornos psiquiátricos, desde ansiedad generalizada y depresión mayor hasta trastorno de estrés postraumático.
Epílogo de predisposición
Una investigación, dirigida por la psicóloga de la Universidad de Bath Lindsey Hines, analizó los resultados de más de cinco mil participantes y encontró que los jóvenes que están expuestos a experiencias adversas entre las edades de cero a 12 años, tienen mayor riesgo de desarrollar un consumo problemático de mariguana en la adolescencia.
Esas experiencias infantiles adversas pueden ser abuso físico, emocional y sexual, negligencia emocional, intimidación, uso de sustancias por parte de los padres, violencia entre padres, problemas de salud mental de los padres y un padre condenado a prisión.
Quienes habían tenido cuatro o más de esas experiencias tenían más del doble de probabilidades de consumir cannabis regularmente en la adolescencia, en comparación con aquellos que tuvieron menos experiencias o de niveles más bajos.
Además, los adolescentes que habían crecido con padres que habían abusado de las drogas o el alcohol o que tenían padres con problemas de salud mental, tenían mayor riesgo de consumir mariguana con regularidad.
Hines dice, en un comunicado, que un “creciente conjunto de investigaciones destaca los desafíos que plantea el consumo regular de cannabis, en particular para la salud mental a largo plazo de los jóvenes. Con este estudio queríamos centrarnos en los factores que subyacen al consumo de cannabis, con la esperanza de informar intervenciones más específicas que en el futuro puedan ayudar a los jóvenes y sus familias”.
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