La marea rosa inundó el Zócalo
En tres meses, la concentración creció y pasó de llenar el Monumento a la Revolución a llenar el Zócalo
Pasaban de las nueve de la mañana, en el Metro dos familias vestían de rosa y blanco. Iban hacia el Zócalo. Entre sonrisas y charlas, llevaban bajo el brazo sus carteles en cartulina blanca, y que lucían por los colores y letra estilizada que hacían resaltar sus frases en “defensa” de la democracia, del voto y en contra del “autoritarismo” del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Y así fueron llegando, en Metro, autobuses, automóviles o en camiones de transporte público rentados. Poco a poco, las gorras, playeras o mantas en tonos rosas se fueron apoderando del espacio. Y lo lograron, aumentaron el número de asistentes que hace tres meses en el Monumento a la Revolución, ahora llenaron la Plaza de la Constitución.
Horas antes, frente a un Zócalo que amanecía vacío e imponente, algunos de los organizadores que habían dormido en los hoteles de la plaza, estaban nerviosos. Creían que llenarían la plancha, pero no estaban seguros.
Luego, los chats comenzaron a retumbar, avisando entre ellos que habían tapiado “con fotos de GGL y el PAN” las calles y una gran manta en la plaza, puesta de madrugada.
Sí, esa fue la bienvenida preparada por los congresistas de Morena. Carteles repartidos en paredes y puestos en los que se veía el fondo azul, con el logo del PAN y la foto del exsecretario Genaro García Luna y las leyendas “Culpable #CalderónSíSabía”, fueron colocados en calles y avenidas y una gran manta en el edificio de las oficinas del legislativo capitalino.
Algunos optaron por ignorarlo, otros trataron de despegarlos, como los panistas Aníbal Cáñez y Raúl Torres. La gran manta, en menos de 30 minutos fue rasgada y así derribaron la provocación. La poca gente que ya estaba en la plaza, aplaudió y vitoreó. Siguieron acomodándose y esperando el comienzo de la concentración.
Incluso el precio de los hoteles en la periferia cuadriplicaron su costo, las noches previas a la concertación.
Menos de una hora
Desde temprano, los rayos del sol comenzaban a quemar, pero eran vencidos por las gorras rosas o la sombra que brindaba el ondeo de banderas donde se podía leer #AMLOSeVa #INESeQueda.
Familias completas, desde el más chico hasta el mayor, incluidas algunas mascotas, todos querían estar presente. Luego de la primera marcha, en el que la cantidad de asistentes fue minimizada por el mandatario y que las cifras no se ponían de acuerdo, ahora todos querían ser parte de la participación.
El llamado “Plan B” de López Obrador los congregó. Los cambios constitucionales en materia electoral que, a decir de pancartas y consignas, dañan y buscan acabar con la democracia y la forma de trabajar de la autoridad electoral.
Así, miles se dieron cita en el Zócalo, unían sus voces y gritaban: “¿A qué venimos? ¡A defender al INE!”, “los ministros tienen una misión, defender la Constitución”, “mi voto no se toca”, entre muchas otras arengas.
Pero no querían políticos ni apropiándose de la marcha ni usándolos, solo algunos perredistas iban con su tradicional amarillo, el resto sólo se hacía notar por sus consigna, los que apoyaban a Los panistas de Guanajuato y los que respaldaban al exgobernador Silvano Aureoles. El resto usaron el rosa y blanco.
Beatriz Pagés, directora de la revisa Siempre!, fue la primera oradora.
Le siguió el ministro en retiro José Ramón Cossío, quien mostró su confianza en que la Corte invalidará el “Plan B”.
En poco menos de una hora, el evento se daba por concluido.
Con un Himno Nacional que sonó en todos los espacios del Zócalo y sus calles aledañas, mientras algunos de los asistentes comenzaban a abandonar la concentración.
“Ya se cumplió el objetivo. Que nos cuenten y nos vean”, decían mientras se iban, el “inicio de la primavera rosa” fue calificada como un éxito.
No se sabe exactamente cuántas personas asistieron, pero lograron llenar el Zócalo que tanto los retaba el presidente López Obrador.
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