Aunque por razones estratégicas la maestra Elba Esther Gordillo no levanta la cabeza –no vaya a ser que alguien se enoje por los rumbos del Zócalo–, se mantiene activa tratando de evitar que su movimiento que ambiciona un nuevo partido, estalle antes de nacer.
Dicen los que saben que el martes reunió en su casa de Galileo a su yerno, Fernando González, a quien le encargó construir el andamiaje del partido mientras estaba ella en la cárcel, con varios líderes magisteriales que aún le son leales, para restablecer la relación con él, pues explican los que saben, lo lastimó en el proceso de selección de candidatos y estaban pensando en abandonar la causa de la maestra, que en los últimos meses, por cierto, ha ido perdiendo poder en el magisterio.