De la Madrid: Deporte extremo es querer ser presidenciable

3 de Diciembre de 2024

De la Madrid: Deporte extremo es querer ser presidenciable

Vivió como cualquier familia de clase media, de ahí provenían sus padres y así lo educaron a él y sus hermanos; pocas veces comían en restaurantes

jonathanjnd@ejecentral.com.mx

¿Qué significó ser el hijo de en medio?

—Yo creo que es una posición muy buena, porque ya les tocó a los primeros hijos experimentar unos papás primerizos; entonces, aprendes de cómo les va a tus hermanos. Entiendes qué funciona y qué no.

¿Qué les inculcaron como familia?

—Nos dieron educación, valores, buen ejemplo y un enorme cariño por tu país; esas cosas son fundamentales. Seguramente en mi caso eso también contribuyó a acentuar una vocación de servicio público.

Al ser el único de los cinco hijos que siguió el camino de la política, ¿no lo convirtió en el favorito?

—No, no y además he aprendido que los favoritos van cambiando. Hay etapas donde puedes estar más cerca de tus papás y, claro, a mí la relación de compartir con mi papá una vocación me facilitó la relación. Tuve siempre muy buenas relaciones con mis papás, pero después también te casas, tienes hijos, los que se quedan solteros se quedan ahí. Entonces, eso de los favoritos se va moviendo a lo largo de los años.

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Pero, ¿en algún momento sí lo fue?

—Bueeeno, en alguna época corta. ¡Ja, ja, ja, ja! En alguna época corta lo fui. Pero todos han sido favoritos, lo digo en serio. En diferentes épocas todos están cerca, los papás cambian también sus épocas y ahí yo creo que todos los hijos tienen la oportunidad de tener un acercamiento.

Como hijo de una familia presidencial, ¿tuvo alguna carencia o anhelo que no se cumplió?

—Mi papá siempre trabajó muy duro, siempre nos proveyó lo mínimo necesario que es casa, vestido, educación, alimentación. Nunca fueron de lujos; a diferencia de otras familias, nunca éramos de salir los fines de semana a restaurantes. Entonces carencias nunca, sería falso que lo dijera, pero tampoco nunca excesos.

¿El recuerdo más entrañable que tiene de su papá?

—Son muchos, pero lo que siempre le agradezco es que siempre fue papá. Independientemente de su rol y de sus tareas siempre fue una persona muy cercana, siempre se dio el tiempo. Buen amigo, buen charlista, pero al mismo tiempo muy respetuoso. Algo que yo les admiro a los dos, siendo muy aterrizados, sabiendo que estas cosas del poder como vienen se van. Tienes muchos más años fuera del poder que en el poder y hay que actuar sabiendo que esto se acaba.

Cuando su papá asumió la Presidencia, ¿usted soñó con ocupar el cargo?

—No, no, al revés. Hasta yo pensaba que se me había hecho difícil tener una vida política. Pensé que la posibilidad de tener esta vocación se me iba a dificultar. He tenido suerte, pero a pesar de eso tener la oportunidad de estar aquí y en este caso muy agradecido con el presidente Peña Nieto quien me dio la oportunidad de ser secretario de Estado

En otro tema, son 28 años de matrimonio. ¿Cuál es la receta para una relación tan duradera?

—Dos cosas: obviamente un enorme cariño, un enorme amor, pero sobre todo yo creo que respeto. Respeto por la vocación de cada uno y por la forma de ser de cada uno. Yo estoy casado con una persona tremendamente inteligente y trabajadora, muy valiosa. Y eso, respeto y admiración por la otra persona son buenas claves.

Además del tenis, ¿qué otros deportes le gustan?

—A mí me gusta mucho el deporte, lo hago por disciplina, pero lo hago porque me gusta, me divierte. Eso es algo que más bien nos dio mi mamá, mi papá no era muy deportista. El tenis y creo que fue por ella, me gusta correr, me gusta la bicicleta, ya lo hago menos, pero me gusta velear y va cambiando hasta por edad y si te lastimas, entonces vas cambiando tus deportes.

¿Dónde turistea el secretario de Turismo?

—Turisteo en muchos lados y donde más lo hago evidentemente es en México. Soy muy de sol y playa. Me encanta el mar. Tradicionalmente había sido Ixtapa Zihuatanejo, pero mi esposa y yo compramos una casa en Valle de Bravo hace 20 años y entonces vamos muy seguido. Los viajes ilustran, aprendes y también aprendes lo que es tu país y lo que le falta.

¿Cómo es un día relajado?

—¿Relajado, relajadísimo totalmente? No lo hay. Pero el sábado, que sería mi día más relajado, trato de no trabajar; más bien de ponerme a leer una novela, me paro más tarde, de hacer un deporte. Antes era de hacer dos, pero ya no porque acabo muy cansado y acabo de malas; de comer en familia, platicar con amigos, salir a cenar. Ya el domingo empieza a ser un combinadito, deportes sí, pero ya algo de tarea de la chamba, estar con la familia y chamba.

¿Qué es lo más extremo que ha hecho?

—No soy un intrépido de deportes y esas cosas, más bien me he ido volviendo más intrépido en esta vida política, en decir lo que uno piensa, en ser abierto; en su momento haberle dicho al propio Presidente que tenía interés en que me considerara como una alternativa.

¿Esa valentía de ser considerado sigue vigente?

—Yo creo que todo es de circunstancia. Como diría Ortega y Gasset: “Uno es uno y su circunstancia”. En ese momento las circunstancias hacían ver que era importante que el partido al que pertenezco tuviera más opciones. Hoy no hay elecciones, hoy no es el momento de tomar esas decisiones, habrá que ver sus circunstancias. Todo a su tiempo.