Sofia recuerda que desde pequeña fue violentada, especialmente durante la adolescencia, cuando su padre le decía que la quería temprano en casa, ya que su imagen como mujer daba “mal aspecto” después de las 8 de la noche; años después, el patrón se repitió cuando tuvo una familia, pero ahora su esposo era quien la criticaba y le daba órdenes.
Laura narra que desde que era niña le tocó atestiguar cómo su padre golpeaba a su madre, no la dejaba trabajar y tampoco hablar con las personas; agrega que esos recuerdos han repercutido en su vida adulta, ya que con su pareja sufrió violencia y siempre tuvo la incertidumbre de si ella misma era la causa de los malos tratos.
En el marco del Día Internacional de la Mujer, que se conmemora el 8 de marzo, organizaciones sociales lanzaron la campaña “Aisladas, pero no solas”, que pretende visibilizar la violencia que sufrieron las mujeres que están en la cárcel o que viven en refugios, agresiones que en muchas ocasiones las llevaron a vivir privadas de la libertad.
Para conocer sus historias, las organizaciones Reinserta, La Cana y Red Nacional de Refugios acudieron al penal femenil de Chiconautla, en Ecatepec, estado de México, para conversar con las mujeres detenidas.
“Lo que estamos buscando es posicionar y entender que la justicia no es sinónimo de venganza. Las acciones que tomamos en la vida también son circunstanciales al entorno en el cual nos movemos. Hemos estado en muchas prisiones, escuchado muchas historias de mujeres en ellas, y todas tienen un común denominador: la normalización de la violencia en su vida”, señaló Saskia Niño de Rivera, presidenta y cofundadora de Reinserta, una de las organizaciones que lanzó la campaña.
Al respecto, Mercedes Becker, cofundadora y directora de Salud Mental de la organización La Cana, llamó a entender y vivir la sororidad para romper con los patrones de violencia que enfrentan las mujeres en la sociedad. Agregó que las personas privadas de la libertad que compartieron sus historias coinciden en que a lo largo de su vida fueron víctimas de violencia, destacando la ejercida por sus parejas sentimentales y familia nuclear.
Carolina comparte la versión de Sofia, y señala que desde pequeña se sufre violencia de género, cuando a la figura de autoridad se centra en el padre, quien, a su vez, desde niño fue educado para someter a la mujer. Señaló que los mismos patrones y acciones se repitieron cuando tuvo pareja y aclara que ella percibe la violencia como un acontecimiento que inicia desde casa.
Las mujeres que compartieron sus experiencias mencionaron que la violencia de género les provocó depresión y baja autoestima, aunque nunca pudieron buscar ayuda psicológica, pues sus familiares no apoyaron esa decisión, argumentando que ellas tenían actividades “más importantes” en la casa.
Después de recoger los testimonios de las mujeres del penal de Chiconautla, Reinserta, La Cana y la Red Nacional de Refugios convocaron a las mujeres del país a unirse en colectivo e inundar las redes sociales usando el hashtag #Aisladasperonosolas este 8 de marzo, en el marco del Día Internacional de la Mujer, con el objetivo de propiciar la igualdad sustantiva y que se retomen los círculos de apoyo entre mujeres.
“Voces desde el encierro”
Al igual que las mujeres que salen a las calles en cada manifestación a gritar las consignas, las mujeres privadas de la libertad también tienen diferentes mensajes. Las siguientes frases forman parte de entrevistas realizadas por Reinserta, La Cana y Red Nacional de Refugios.
“Me di cuenta por parte de mi paraje, que al momento de conocerlo, me comenzaba a decir que no enseñará tanto las partes de mi cuerpo porque me veía mal”.
“La gente me lo decía, mi esposo me pegaba por llegar tarde al trabajo”
“Me comenzaba a decir que no me maquillará tanto porque parecía prostituta”.
“La violencia que yo sufrí fue porque me pegaron por llegar tarde del trabajo”
“Decía que si me veían bajar de la combi y del camión era porque andaba en malos pasos”.
“No permitía que fuera a visitar a mis hijos a la casa de mis papas, ya que fue mi segunda pareja; no me dejaba ir a la tienda sola, ni me permitía tener teléfono celular”.
“Cuando me voy a vivir con él, comienza a aumentar el tipo de comentarios violentos y luego aumentó los golpes físicos”.
“Me arrastraron y pegaron, y decidí que era la última vez que me pegaban”.
Todas ellas relatan la manera en que pusieron un límite a la violencia en sus vidas, buscando ayuda y saliendo de sus vidas de agresión y maltrato, tanto verbal como físico.
Las presas que dieron su testimonio pidieron a las mujeres del país que sufren algún tipo de violencia de género abrir los ojos y quererse a sí mismas para evitar ser violentadas.
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