La llegada masiva de migrantes haitianos a México

15 de Noviembre de 2024

La llegada masiva de migrantes haitianos a México

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El coordinador de la COMAR insiste: el organismo está al borde del colapso ante el aumento de solicitudes que colocan a México como el tercer país con más peticiones de asilo. Aunque la mayoría de los haitianos no cumplen los requisitos para ser considerados como refugiados, la terrible situación obliga a las autoridades mexicanas a buscar alternativas migratorias para que permanezcan en el país

La primera vez que tuve relación con los haitianos, fue cuando la Oficina Regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR) en México, me envió de misión a Cuba en septiembre de 1994, en el marco de la crisis de los balseros cubanos. Aquella ocasión, aproveché para visitar Punta Maisí, pequeño poblado situado en la punta oriental de la provincia de Guantánamo, a donde habían llegado de manera involuntaria cientos de refugiados haitianos quienes habían huido de su país como parte de los desplazados por el conflicto y la cruenta represión que se había originado tras el golpe de estado de 1991 contra Jean-Bertrand Aristide, primer presidente democráticamente electo del país.

›Los despavoridos haitianos, habían salido en balsas precarias de su país por el peligrosísimo “paso de los vientos” estrecho que separa la isla de La Española donde comparten territorio Haití y República Dominicana de la isla de Cuba. Los balseros haitianos empujados por los fuertes vientos del estrecho, llegaron a territorio cubano donde eran atendidos por la Cruz Roja de la isla.

Casi 10 años después, en febrero de 2004, tras el segundo golpe de estado perpetrado contra Aristide, el Buró de las Américas del ACNUR, me encargó coordinar el plan de contingencia regional para atender los potenciales nuevos flujos de refugiados haitianos que huirían del país.

El plan, diseñado en consulta con los países de la región, preveía la posible salida de miles de haitianos en rutas marítimas con destino a varias naciones del Caribe y Estados Unidos. Ni México, ni Brasil ni ningún país sudamericano se contemplaba como posible destino dentro del plan.

Como resultado del golpe de estado, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas estableció la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH, por sus siglas en inglés) en junio de ese año para apoyar al gobierno de transición al establecer un “entorno seguro y estable”, reformar la policía nacional, colaborar en programas de desmovilización y desarme, protección de civiles, apoyar en la organización de elecciones libres y democráticas, promover y proteger los derechos humanos. Desde que inició la MINUSTAH, Brasil tuvo a su cargo el Force Commander y llegó a desplegar casi 37 mil efectivos militares y desempeñó funciones clave en la policía de la ONU (UNPOL). MINUSTAH estuvo en Haití hasta 2017.

Justo cuando la situación de Haití parecía tener alguna mejoría en materia de estabilidad y seguridad —aunque los logros todavía se consideraban frágiles como lo destacó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su informe anual de 2009 sobre los derechos humanos en Haití— el 12 de enero de 2010 un terremoto de 7.2 grados en la escala Richter devastó el país ocasionando la muerte de más de 230 mil personas, colapsó la infraestructura de la capital y de los gobiernos locales, produjo medio millón de desplazados internos y detonó la salida de varias decenas de miles de personas del país.

El 29 de enero de 2010, dos semanas después del terremoto, llegué a Brasilia, como Representante del ACNUR en Brasil. A los pocos días me reuní con la hermana Rosita Milessi, directora del Instituto de Migraciones y Derechos Humanos de Brasil, quien profundamente preocupada, me expresó que el principal desafío con el que me iba a encontrar, eran los haitianos, quienes estaban llegando masivamente a causa del reciente terremoto. El Instituto coordinaba el trabajo operativo de 53 pastorales sociales estratégicamente distribuidas en todo el país. La información de la hermana era oportuna y correcta. Los haitianos estaban entrando por el estado de Acre frontera con Bolivia y por Tabatinga, Brasil, justo en la triple frontera donde convergían Leticia, Colombia, y Santa Rosa, Perú, de donde provenían.

Tuve oportunidad de hablar del tema pocos días después con el canciller Celso Amorim. La primera sesión de la Comisión Nacional de Refugiados (CONARE) en la que participé con derecho a voz, pero sin voto como lo especifica la Ley, abordó el asunto y unánimemente decidió que no se trataba de refugiados, porque la causa de su salida del país de origen no se encuadraba dentro de la definición de refugiados contenida en la ley brasileña, pero también fue enfática en destacar que no se les podía regresar a Haití, porque el país se encontraba devastado por lo que canalizó los casos a la Dirección de Migración y Extranjería, la que emitió visas humanitarias a los haitianos con lo que pudieron regularizar su condición migratoria que les autorizaba trabajar legalmente en el país. Pronto se percataron los empresarios brasileños que los haitianos eran excelentes trabajadores y organizaban vuelos charters para trasladarlos desde Manaus a varios sitios del sur del país para trabajar. Más de cien mil haitianos llegaron a Brasil en los años subsiguientes atraídos por el crecimiento económico de Brasil, su imagen como líder de MINUSTAH, y los diversos magnos eventos deportivos que se avecinaban como la Copa confederaciones, la Copa del Mundo y las Olimpiadas que tenían a Brasil como sede. Mientras tanto, en ese mismo año la Secretaría de Gobernación en México a través del Instituto Nacional de Migración (INM) autorizó calidades migratorias, tales como “no inmigrante” por razones humanitarias, con autorización para que dichas personas realizaran actividades lucrativas.

En 2016, tras la salida forzosa de la presidenta Dilma Roussef, miles de haitianos abandonaron Brasil hacia diversos destinos, entre ellos Estados Unidos y Chile. En septiembre de ese año, el INM reportó, que al menos 15 mil migrantes ingresaron a Tapachula, de ellos, la mitad habrían ingresado a Estados Unidos para solicitar asilo y tres mil 400 permanecieron y regularizaron su situación migratoria con el Instituto, sin solicitar la condición de refugiado en el estado de Baja California, 75% de ellos en Tijuana y 25% en Mexicali. En diciembre, más del 80% de los migrantes eran haitianos. Nueve de cada 10, había residido en Brasil, mientras que el resto venia de Chile, Venezuela y de otros países sudamericanos.

En ese entonces, desde Panamá donde estaba asignado como Representante Regional del ACNUR, me tocó ver los grandes flujos de migrantes haitianos que pasaban por el próspero país canalero en tránsito hacia el norte, vía Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala antes de cruzar por el Suchiate vía Tapachula hasta llegar a Tijuana. En 2016, sin embargo, muy pocos haitianos solicitaron la condición de refugiado en México. De hecho, en los tres años de 2013 a 2015, sólo 18 haitianos en promedio anual pidieron la condición de refugiado en el país.

En 2016 aumentó la cifra, pero apenas llegó a 47 solicitantes. En 2017 el número se incrementó significativamente para llegar a 436. Pero el año siguiente, la cantidad de haitianos registrados en la COMAR como solicitantes de la condición de refugiado cayó a 76.

El número de haitianos experimentó un crecimiento notable en 2019, justo al inicio de la gestión actual de la COMAR que tengo el honor de encabezar. Al cierre del año, cinco mil 539 haitianos habían solicitado la condición de refugiado, es decir 802% más que todos los solicitantes haitianos de 2013 a 2018, posicionándose los nacionales de Haití en el quinto lugar dentro de las principales nacionalidades de solicitantes. Estaba claro que algo diferente estaba pasando. La situación económica de Brasil y de Chile se deterioraba sobre todo en este último, donde arreciaron las protestas sociales.

En 2020, año de la pandemia, en que muchos países centroamericanos cerraron fronteras, el número de personas buscando protección internacional en el país cayó. Sin embargo, los haitianos aumentaron a cinco mil 954 con lo que se colocaron en el segundo lugar de los Top 5 y los chilenos prácticamente todos hijos de haitianos, también aumentaron. Mucho más descomunal ha sido el incremento en 2021, los haitianos al cierre de septiembre llegaron a 26,007, lo que representa un incremento de 337% respecto de la marca del año anterior, los chilenos (hijos de haitianos) subieron a tres mil 591 en el mismo periodo; es decir tuvieron un aumento del 347% y los brasileños (hijos de haitianos) alcanzaron la cifra de mil 691, lo que significa un crecimiento de 360 por ciento. Además del tema económico, muchos haitianos fueron manipulados por traficantes, quienes utilizaron el señuelo del Estatuto de Protección Temporal (TPS) en Estados Unidos, prometiéndoles qué, si llegaban a ese país, podrían acogerse al mismo.

El 22 de mayo, el Secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, anunció una nueva designación de Haití del TPS por 18 meses, del 3 de agosto de 2021 al 3 de febrero de 2023. Esta designación permite a nacionales haitianos e individuos sin nacionalidad, pero que habitualmente residían en Haití, que han vivido en Estados Unidos desde julio de 2021 y que han estado presentes físicamente en ese país desde agosto de este año para aplicar por el TPS, lógico que esto fue un acicate, pero ciertamente los que arribaron a México a partir de agosto tenían pocas probabilidades de llegar a tiempo, pero sobre eso no les hablaron los traficantes. A lo largo de septiembre y en lo que va de octubre siguen llegando en grandes números a este país y es claro que no calificarán para el TPS.

El caso de los niños, niñas y adolescentes es tan notable que este año los chilenos, haitianos y brasileños se ubican en el segundo, tercer y cuarto lugar entre las principales nacionalidades de solicitantes menores de edad.

La llegada masiva de haitianos casi todos provenientes de Brasil y de Chile está poniendo en jaque el sistema de asilo. Hay que tener en cuenta que la gran mayoría de ellos no reúne las características propias para ser reconocido como refugiado, de acuerdo a la definición de refugiado claramente establecida en la Ley para refugiados, protección complementaria y asilo político en México, pero al no encontrar alternativas migratorias en el país optan por acudir a la COMAR para no ser deportados y tramitar la tarjeta de visitante por razones humanitarias. Sin embargo, de acuerdo a la Ley mexicana, las personas solicitantes de la condición de refugiado, tienen que permanecer en la entidad federativa donde hicieron su solicitud, de no ser el caso se considera abandono. Así y todo, es claro que los traficantes de personas manipulan la información a la gente, la engañan y medran inescrupulosamente a costa del sufrimiento, la desesperación y la esperanza de un pueblo que parece cubrirse en el manto del estoicismo, tras haber soportado un drama humano ya demasiado prolongado.

Como quedó evidenciado al aparecer miles de haitianos recientemente en Ciudad Acuña, Coahuila y alrededor de 14 mil en Del Río, Texas, los migrantes haitianos, han enfrentado y superado enormes riesgos, con o sin documentos, tras un periplo de varios miles de kilómetros viajando con niños y con mujeres embarazadas atravesando densas selvas y escalando escarpadas montañas, cruzando caudalosos ríos y el peligroso tapón del Darien.

Los migrantes haitianos, no se arredran ante las inclemencias del tiempo ni ante el mal trato de autoridades y amenazas, violaciones y vejaciones de delincuentes de los múltiples países por los que transitaron. Sin embargo, a estas alturas y ante las deportaciones masivas de que han sido objeto por las autoridades estadounidenses, no necesariamente, al menos una significativa parte de ellos, están casados con la idea de ir a Estados Unidos.

Un estudio reciente de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) en Panamá, revela que 40% de haitianos encuestados manifestó su interés no por ir a la Unión Americana, sino a México.

El punto clave, parece radicar en la obtención de empleos, que en varias regiones del país, más allá de Chiapas, los hay en abundancia. La COMAR desde 2019 ha trabajado intensamente en simplificar, agilizar y acortar los tiempos de sus procedimientos, de hecho, este año en tan solo nueve meses, ha resuelto muchos más casos que en cualquiera de los años anteriores completos con un presupuesto casi igual que en años anteriores.

En los dos años y 10 meses transcurridos desde que inició la presente administración, ha resuelto cerca de 80% del total de resoluciones emitidas por la COMAR en los ocho años nueve meses que van de 2013 a la fecha, pero aun así, la avalancha de solicitudes sobre todo de haitianos de este año, está colocando a la COMAR al borde del colapso.

En la Conferencia Nacional para las Migraciones organizada por el INM, manifesté con toda claridad que la gran mayoría de los haitianos no son refugiados, que dada la terrible situación que vive el país tras el colapso del parlamento, el magnicidio presidencial, un nuevo terremoto y un huracán, no hay condiciones para devolverlos a su país, que había que buscar alternativas migratorias que les autorice una regular estancia, lo que les permitiría trabajar y no necesariamente apiñados en la cada vez más saturada Tapachula donde se avecinan muchas llegadas de migrantes. El informe de las estadísticas del medio año del ACNUR hace notar, que México es ya el tercer país en el mundo en lo relativo a nuevas solicitudes de asilo en 2021.