La historia no contada de Acteal

28 de Enero de 2025

La historia no contada de Acteal

Reportes internos confirman como principal responsable político de la masacre a Emilio Chuayffet

Acteal
Acteal Luto en Chiapas. El 22 de diciembre de 1997, indígenas tsotsiles de la organización Las Abejas, que se encontraban orando en el interior de una pequeña iglesia cristiana, fueron atacados por paramilitares. El saldo fue de 45 muertos, entre ellos 15 niños. Foto: Cuartoscuro

María Idalia Gómez y Jonathan Nácar

Era diciembre de 1997. Corría apenas la tercera semana del mes. El presidente Ernesto Zedillo afinaba los últimos detalles para irse de vacaciones. Pero antes debía estar seguro de que el país estuviera en calma, después de un año agitado. Había convocado a todo el Gabinete de Seguridad en Los Pinos.

El director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), Jorge Tello Peón, y los secretarios de la Defensa Nacional y de la Armada, Enrique Cervantes Aguirre y José Ramón Lorenzo Franco, respectivamente, presentaron un reporte de la situación en el país. El panorama en general era de tranquilidad.

Al general Cervantes Aguirre sólo le preocupaba Chiapas. Así lo expuso en el salón en donde había unos 15 funcionarios. Con un tono seco y directo, mostró un mapa del estado, explicó a detalle el número de efectivos, casi tres mil, que en los últimos tres años habían desplazado en pequeños puestos militares de vigilancia y reacción desde San Cristóbal de las Casas hasta la zona del norte y Los Altos, como en Rancho Nuevo, Los Chorros, Chimix, Pequichil o Xoyep, por ejemplo.

Pero había un punto en específico, que justo era en los linderos de Chenalhó, donde no tenían presencia militar suficiente que les permitiera reaccionar, por tratarse de una zona montañosa, por lo que debían colocar uno o dos puestos militares más, explicó con su característica voz grave.

El Presidente escuchó los reportes y tras meditar un poco soltó: “Hagan lo que tengan que hacer, pero no quiero sorpresas”.

En el salón estaba Emilio Chuayffet, era entonces secretario de Gobernación, y para él fue dirigida la indicación de Zedillo, pues quedaría como cabeza responsable.

Desde el alzamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) el primero de enero de 1994, Chiapas se había convertido en el centro de atención del gobierno y del mundo. Aunque existía la Ley de Amnistía y los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, que mantenía la paz entre los zapatistas y el gobierno, a tres años de distancia eran otros los problemas que habían surgido: conflictos religiosos, ideológicos y económicos entre comunidades.

Y había un fenómeno más grave, los caciques y terratenientes, que habían resultado los más dañados por la movilización zapatista, habían creado sus propias guardias de seguridad para “defenderse”, que en realidad eran “grupos civiles armados, de corte paramilitar”, como lo documentaría la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) tiempo después en las zonas norte y Altos de Chiapas.

Los conflictos para mediados de 1997 ya habían provocado el desplazamiento de por lo menos mil 200 indígenas, por las amenazas y presiones intercomunitarias.

Desde los primeros meses de 1997, en la región de Chenalhó se habían registrado asesinatos, detenciones y conflictos violentos. Para la mitad del año, los zapatistas, el obispo Samuel Ruiz y organizaciones civiles alertaban de cómo se estaba deteriorando la situación en la zona. Por eso los militares habían reforzado su presencia, pero la selva impedía un desplazamiento rápido y el dominar grandes extensiones.

Así había corrido el año, con un Chiapas inestable. Ya era diciembre. Chuayffet era la cabeza responsable del gobierno. Era la víspera de Navidad y en una reunión para evaluar de nuevo la seguridad en el país, el general Cervantes insistió. Solicitó al titular de Gobernación su autorización para desplazar más efectivos en la zona de Chenalhó. El entonces secretario respondió, según recuerdan tres testigos de ese encuentro, “no lo considero necesario”.

Lunes 22 de diciembre. De noche. En total 45 indígenas son asesinados con enorme brutalidad. En total 21 eran mujeres, cuatro de ellas embarazadas a quienes abrieron con machetes los vientres. Había también 15 niños, los nueve restantes eran adultos. Los responsables “civiles fuertemente armados”, concluyeron tiempo después las investigaciones de la CNDH.

Al conocerse la noticia Zedillo suspendió sus vacaciones y tras conocer el parte militar y del Cisen, citó en privado a Chuayffet, quien llegó muy temprano de mañana y esperaba en una silla sentado afuera de la oficina del Presidente. Quienes lo vieron lo recuerdan con la cabeza sumida, la mirada fija en el piso, moviendo los pies y esperando cerca de una hora a ser recibido por Zedillo. Hablaron en privado. Al salir Chuayffet había sido despedido, por haber tomado la decisión equivocada.