Si hemos de creerle a La Biblia, era de día, probablemente en la mañana. “El sol había salido sobre la tierra cuando Lot entró en Zoar. Entonces el Señor hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte del Señor desde los cielos. Y derribó aquellas ciudades y toda la llanura, y todos los habitantes de las ciudades, y lo que crecía sobre la tierra”, se cuenta en el capítulo 19 del Génesis.
Ahora se sabe que mientras los habitantes de una antigua ciudad del Medio Oriente realizaban sus actividades cotidianas, un día cualquiera de hace unos tres mil 600 años, un meteorito helado se acercó a una velocidad de aproximadamente 61 mil kilómetros por hora.
El meteorito no llegó a impactar en la tierra, pero generó una explosión en el aire más de mil veces más poderosa que la bomba atómica de Hiroshima. Arrasó por completo con el que entonces era el centro urbano más importante del área, una ciudad amurallada ubicada en el sur del Valle del Jordán, al noreste del Mar Muerto, llamada Tall el-Hammam.
Que haya ocurrido o no esta destrucción por acción divina es una cuestión de fe. Pero las evidencias de que efectivamente ocurrió la explosión aérea son muchas, como la alfarería fundida y una serie de nano diamantes del tamaño del virus de la influenza indican que las temperaturas excedieron dos mil grados centígrados y quizá llegaron hasta cuatro mil, algo que en aquella Edad del Bronce era imposible hasta en los hornos de fundición, o como la elevada presencia en la zona de paladio, iridio y otros elementos característicos de los meteoritos y raros en la Tierra.
La explosión demolió un palacio que tenía entre cuatro y cinco pisos, una enorme muralla de adobe de cuatro metros de espesor y fragmentó los esqueletos de los humanos hasta el punto que, salvo por restos esqueléticos de poco más de una docena de personas, no es posible saber con certeza si los muchos pequeños fragmentos de hueso que se han encontrado son de humanos o animales.
El área aledaña quedó tan impregnada de sales que durante unos 600 años no fue posible cultivar nada en un radio de más de 25 kilómetros en torno a la ciudad, y alrededor de 120 asentamientos regionales fueron abandonados y no pudieron volver a ser ocupados hasta que las escasas lluvias de la zona la fueron limpiando.
Después de 15 años de excavaciones, un grupo de arqueólogos y otros expertos en diversas materias, acumularon las evidencias necesarias para saber exactamente qué ocasionó la destrucción de Tall el-Hammam, cuenta en entrevista con ejecentral Phillip J. Silvia, director de análisis científico del proyecto de excavación.
La ciudad más importante
El Valle del Jordán es una de las áreas mejor irrigadas de todo el sur del Levante, una región generalmente árida que comprende lo que actualmente es Jordania, Israel y Palestina. Con numerosos manantiales creados por un acuífero subterráneo, el área tenía condiciones para la habitación humana análogas a las del famoso delta del Nilo, que también está bordeada por un terreno árido.
Se calcula que durante el pico de ocupación de la zona, al menos 50 mil personas ocuparon las tres ciudades principales, Tall el-Hammam, Tall Nimrin y Jericó (también conocida como Tell Es-Sultan, pues los montículos de ruinas antiguas se conocen como “tel” en hebreo y “tell” o “tall” en árabe), cabeceras de tres ciudades-estado, cada una rodeada por numerosas ciudades más pequeñas, pueblos y aldeas satélites repartidos en unos 400 kilómetros cuadrados.
Tall el-Hammam en su cénit era cuatro veces más grande que Tall Nimrin y más de cinco veces más que Jericó, “y por lo tanto, es probable que fuera el centro urbano políticamente dominante durante muchos siglos”, escriben los investigadores en un artículo publicado a finales de septiembre en la revista Scientific Reports.
Tall el-Hammam, como núcleo urbano, floreció sin parar alrededor de tres mil años durante el Período Calcolítico y la Edad del Bronce desde el 4700 antes de Cristo, hasta que fue destruida en 1650 a.C de una forma, según revelan las ruinas, distinta a casi cualquier otra que se hubiera descubierto.
Entre los patrones normales de escombros de las ciudades antiguas destruidas por guerras y terremotos, las excavaciones revelaron un estrato con materiales “muy inusuales”, describen los investigadores: Tiestos de cerámica con superficies exteriores fundidas en vidrio, algunos burbujeaban como si hubieran hervido; fragmentos de adobe fundidos y burbujeados; arcilla de techos parcialmente derretida, y yeso de construcción fundido.
Además, había fragmentos de miles de vasijas de cerámica diferentes mezclados aleatoriamente con fragmentos de adobe, objetos de vida cotidiana, piezas carbonizadas de vigas de madera, grano carbonizado, huesos y guijarros de piedra caliza quemados hasta obtener una consistencia similar a la tiza. Todo esto sugería que la destrucción de la ciudad estaba asociada con algún evento de alta temperatura.
Consistente con Sodoma
“Todas las historias en el Antiguo Testamento están arraigadas en la geografía”, explica Phillip Silvia. “Puedes seguir las pistas geográficas y encontrar los lugares”. En el capítulo 13 del Génesis “se dan más pistas geográficas de la ubicación de Sodoma que de cualquier otra ciudad en La Biblia, incluyendo a Jerusalén; cuando sigues las pistas geográficas y haces las triangulaciones, encuentras a Tall el-Hammam”.
Silvia explica que desde hace 20 años esta ha sido la base del trabajo de Steven Collins, quien es “el gran director, el fundador del proyecto de excavación de Tall el-Hammam. Ese es su tema, el mío ha sido tratar de determinar qué fue lo que causó la destrucción”.
La excavación tiene poco más de 15 años de iniciada, y Phillip Silvia se unió en el séptimo año del proyecto, en 2012; al año siguiente propuso la hipótesis de la explosión aérea y empezó a trabajar en ella en 2014, con el grupo de Allen West, que ha estudiado explosiones aéreas por todo el mundo.
En 2019, finalmente encontraron la evidencia clave para determinar la ocurrencia de una explosión aérea: los “cuarzos de choque”; sin embargo, cuando iban a analizar las muestras, en la Universidad de Oregón, empezó la pandemia de Covid-19 y el microscopio electrónico de barrido con el que iban a analizar los cuarzos se rompió. Tuvieron que pedir piezas para la reparación, mismas que no podían llegar porque la pandemia entorpeció las cadenas de suministro.
“No queríamos publicar hasta estar completamente seguros”, comenta Phillip Silvia, y de lo que sí están seguros, después de descartar otras 16 hipótesis alternativas, es de que la destrucción Tall el-Hammam fue ocasionada por un estallido aéreo. En ese sentido, “Si Tall el-Hammam fue o no Sodoma es totalmente irrelevante” para el análisis y las conclusiones.
Sin embargo, “si acaso, y digo si acaso, Tall el-Hammam es Sodoma, le da una perspectiva muy interesante desde el punto de vista humano”, agrega Phillip Silvia, ya que “sería el primer evento de este tipo que quedó registrado en la historia de la humanidad“. Y hay muchas posibilidades que esta ciudad sea la fuente de la leyenda de Sodoma.
Además de la coincidencia en la descripción geográfica, “lo que hemos documentado en nuestro artículo, es que cuando ves la evidencia y la comparas con el muy breve recuento del capítulo 19 del Génesis, en los versos 24 al 28… es altamente consistente... No estamos probando el texto bíblico, pero lo que encontramos es altamente consistente”, explica el experto.
Restos humanos
Hasta ahora, después de excavar en distintas áreas del sitio, los investigadores han encontrado alrededor de 10 esqueletos humanos parciales, de una población urbana que se calcula de unas ocho mil personas.
Los mejor conservados estaban entre el muro de fortificación defensiva y el muro exterior del palacio, son dos fragmentos de cráneos humanos, una porción de pelvis, un fragmento de hueso del brazo y dos o tres fragmentos de costillas. A un cráneo le faltaba la mandíbula y la órbita derecha estaba aplastada, del otro solo estaba la dentición superior y la mitad inferior de la órbita derecha.
“Las circunstancias y el estado de los huesos y fragmentos humanos sugieren que en el momento de la muerte, estos individuos realizaban sus actividades normales”, señalan los autores,
Además encontraron cientos de fragmentos de huesos rotos y desarticulados en cada una de las zonas donde han excavado, “pero estos eran demasiado pequeños para ser identificados de manera concluyente como humanos o animales”, señalan en el artículo. “El registro indica que la mayoría de los huesos se rompieron en pedazos pequeños y se mezclaron en una matriz de ladrillos de barro pulverizados”.
“Aproximadamente un minuto después, a 22 kilómetros al oeste de Tall el-Hammam, los vientos de la explosión golpearon la ciudad bíblica de Jericó. Los muros de Jericó se derrumbaron y la ciudad se quemó hasta los cimientos”, escribieron Christopher R. Moore, Phillip Silvia, Allen West, Ted Bunch y Malcolm LeCompte en un artículo de divulgación para el sitio The Conversation.
Epílogo de catástrofe bíblica
“Comieron y bebieron, se casaron y se entregaron en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos. Igualmente, como sucedió en los días de Lot: comían y bebían, compraban y vendían, sembraban y edificaban, pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del Hombre sea revelado”, se lee en La Biblia, una predicción que podría convertirse en realidad cualquier día de estos.
Las explosiones aéreas como la que ocurrió en Tall el-Hammam, “pueden devastar ciudades y regiones enteras, y representan un grave peligro en la actualidad”, señalan los investigadores. En este momento hay más de 26 mil asteroides cercanos a la Tierra conocidos. “Millones más permanecen sin ser detectados, y algunos pueden dirigirse ahora hacia la Tierra”.