La Comuna del 68 | La Gráfica, expresión del malestar (III)

25 de Diciembre de 2024

La Comuna del 68 | La Gráfica, expresión del malestar (III)

Carteles y caricaturas fueron la válvula de escape de la molestia social en sindicatos, partidos políticos marginados y en jóvenes

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México vivía en una paz lapidaria. El Estado controló todos los organismos legales y fácticos para impedir que los movimientos sociales cobraran fuerza en una sociedad aparentemente democrática y en paz. Fue la expresión gráfica, el cartel y la caricatura la válvula de escape, el grito en el silencio ante la falta de libertad.

Aunque la política internacional del gobierno mexicano era la autodeterminación de los pueblos y la tolerancia, en el territorio todo lo que tuviese relación con los derechos civiles y la diversidad, como la izquierda, era denostado y ridiculizado.

Elemental. La bayoneta calada, la paloma ensangrentada y el gorila fueron los principales símbolos de la lucha estudiantil.

Los caricaturistas anteriores a 1920 se ajustaban a la línea editorial, pero hacia 1968, el clima de polarización política era notorio en la Iglesia, la iniciativa privada y en los medios de comunicación que satanizaron la presencia de ideas de izquierda. Las caricaturas exacerbaban la influencia de Stalin, Kruchov, Fidel Castro y los inicios de Salvador Allende.

La imagen que se quería imponer en el imaginario era la de una juventud rebelde, drogadicta y desalineada, ignorando la influencia social de los previos ferrocarrileros, magisteriales y médicos.

Técnicas. En la impresión de carteles se utilizó el grabado en linóleo y metal para prensa plana, además de la serigrafía.

En la primera mitad del siglo XX se instauró la versión oficial, el boletín, y la Proveedora e Importadora de Papel (PIPSA), que garantizaba a la prensa suministros baratos de este insumo. La paraestatal se convirtió en uno de los principales instrumentos de coerción de tácitos o abiertos contra las editoras de periódicos y revistas.

Pero el movimiento estudiantil permeó con intensidad en la literatura, la música y la fotografía, pero fue la gráfica la que expresó el malestar juvenil.

En el caso de la caricatura, la censura gubernamental la orilló a crear chistes políticos más elaborados, para superar el cerco. Los artistas plásticos comenzaron a rechazar la exhibición de la obra en galerías como forma única; se agruparon y buscaron nuevas formas de mostrarse.

Rogelio Naranjo escapó del control que Julio Scherer ejercía sobre la redacción en el viejo Excélsior. En un análisis que realicé sobre el contenido de El Universal, Novedades y Excélsior antes de 1968, sólo los cartones editoriales de este último medio coincidían con la noticia principal de su primera plana del día, por lo que había un control desde la coordinación editorial.

Mediante el cartel se expresaron universidades, sindicatos, partidos políticos marginados. El movimiento estudiantil tomó el diseño de las Olimpiadas en México desarrollado por Lance Wymann y Pedro Ramírez Vázquez, y se usó como otro elemento para reflejar la represión de forma gráfica.

Un mes después de la matanza de Tlatelolco nacieron varias revistas como La Garrapata que señalaron la responsabilidad del Estado en la represión estudiantil y que reunió a grandes caricaturistas: Rius, Helio Flores y Rogelio Naranjo que construyeron un discurso gráfico posmovimiento estudiantil.

Así, la política, el arte y la protesta se unieron en 1968, para reflejar el malestar social.

Íconos estudiantiles

los carteles eran la respuesta de los estudiantes del movimiento a las difamaciones en la prensa.

*Especialista en caricatura política, profesor de la Universidad Veracruzana.

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