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Considerada como uno de los símbolos de la Navidad, la flor de nochebuena ha sufrido varios cambios genéticos que han derivado en las plantas que actualmente se venden en los mercados de flores e invernaderos.
El cultivo de la flor de nochebuena en México, cuyo nombre científico es euphorbia pulcherrima, esconde varios secretos y uno de los más graves es que 94 de cada 100 plantas son clonadas o “piratas”, factor en el que están involucrados los productores que tratan de evitar el pago de regalías a la empresa que registró en Estados Unidos los cambios genéticos de esta planta originaria de México.
De los más de 30 millones de especies en maceta que se produjeron este año, como máximo dos millones de plantas o esquejes (tallo o rama de una planta madre que se introduce en tierra para reproducir otra) pagaron regalías, comenta en entrevista con ejecentral Fidel Ochoa, director general de Floraplant.
“La producción de nochebuena en maceta en México va de 30 a 35 millones de piezas, aunque la cantidad de esquejes vendidos no es igual al volumen de producción porque algunos productores reproducen el esqueje ilegal”, comenta.
Floraplant, propietaria de más de 100 hectáreas y 141 naves industriales de cultivo en Morelos, además de Viveros Internacionales son las únicas que producen plantas ornamentales, plántulas y esquejes para el mercado local e internacional, colocando entre 1.8 y dos millones con su respectivo pago de regalías.
Apropiación de la nochebuena
Según un manuscrito fechado en 1801, desde la época prehispánica las nochebuenas se cultivaban en el centro del país, mientras que en los jardines de la Nueva España ya aparecían ilustradas y con modificaciones respecto a las silvestres.
A poco más de una década de la Independencia de México, Estados Unidos designó en 1825 a Joel Roberts Poinsett como su primer embajador en el país, quien en una visita a Taxco, Guerrero, quedó enamorado de la nochebuena y se la llevó a su país, donde la registró como poinsettia, nombre con el que todavía se le conoce a la planta en Estados Unidos.
Ochenta y cuatro años después, en 1909, el empresario de origen alemán, Paul Ecke, inició la producción en Los Ángeles, California y hacia 1963 otra generación de la familia Ecke expandió la fabricación en Guatemala.
Entonces, las nochebuenas que fueron introducidas en Estados Unidos de ahí al resto del mundo han sido modificadas tanto por el manejo local, el mejoramiento genético y la biotecnología, lo que originó más de 300 grupos de plantas seleccionadas artificialmente por diversos métodos a partir de un cultivo más variable.
“De Estados Unidos y Europa viene la mayoría de modificaciones genómicas. La empresa alemana Dümmen Orange tiene una especie de monopolio de las plantas ornamentales a nivel mundial y en 2015 compró Ecke Ranch”, menciona Erick Martínez, socio de la empresa Belaplant, una cooperativa de producción de nochebuenas en Xochimilco, Ciudad de México.
La empresa que se quedó con las modificaciones genéticas, Dümmen Orange, también tiene centros de producción e investigación en China, Alemania, Italia, Taiwán, Países Bajos, Japón, España, Francia, África, Colombia y Estados Unidos.
Sin embargo, lo que parecería un robo de la cuetlaxóchitl (nombre en náhuatl de la nochebuena, usadas por los aztecas en sus ceremonias, no lo es.
“La nochebuena que conocemos, la que se vende en maceta no es la versión original, esa es es un arbusto con muchas varas. Si se deja crecer tiene la forma de un árbol”, asegura Thelma Aragón Palacios, jefa de Sanidad Vegetal en la Concentradora Nacional de Plantas Ornamentales (Conaplor), comercializadora integrada por 83 productores en Cuautla, Morelos, uno de los sitios que contribuye a la producción de esta flor en México.
El producto original es diferente a las plantas que se venden en la actualidad. Esto se logra a través de la mutagénesis, procesos en los cuales las empresas invierten recursos para lograrlo.
Algunos expertos comentan que para evitar el pago de regalías a empresas extranjeras, en México se deben hacer cambios genéticos para obtener una cuetlaxóchitl o nochebuena completamente mexicana.
Para José Mejía, investigador del departamento de Fitotecnia del área de Floricultura de la Universidad Autónoma de Chapingo, sobre qué tan difícil es generar una nueva especie, advierte que 70% de las plantas que se venden en México son rojas y el resto son de colores, obtenidas a través de un proceso de hibridación o mutagénesis que va de siete a 10 años.
Pero el pago de regalías sigue siendo un tema preocupante para los productores, aunque el experto de la Universidad de Chapingo señala que “pagar no es malo, porque el compromiso del hibridador es entregar una variedad excelente para el consumidor” que lejanamente se obtendría de una planta silvestre.
Nuestra gente casi no utiliza variedades mejoradas de manera legal porque implica pagar regalías. Eso es piratería, hay gente tramposa porque se trae de contrabando variedades y aquí las reproducen”. José Mejía. Investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo
Al respecto, Erick Martínez, de la compañía Belaplant, asegura que la flor de muerto o cempasúchil que se compra en maceta también es una hibridación, pues su semilla, llamada marigol, viene del exterior.
En Estados Unidos un esqueje de nochebuena vale 10 centavos de dólar, pero en México, en el caso de Floraplant, la regalía para a la dueña de la patente a 80 centavos de peso (0.04 dólares) por esqueje por el pago de regalías a las empresas que generaron las nuevas variedades.
Y es que esta es una de las plantas de ornato de mayor importancia económica en el mundo, pues sus ventas anuales alcanzan hasta 100 millones de dólares en Estados Unidos, precisamente por ser un símbolo de la época navideña.
Aunque para Aragón, de Conaplor que en esta temporada estima vender un millón de nochebuenas, hay incertidumbre porque en el caso de no comprarla con los dos grandes comercializados (Floraplant o Viveros Internacionales) se requerirá de estudio genético para determinar si la planta producida es la registrada. Incluso comenta que habría que verificar si esa patente sigue vigente o ya fue liberada.
Ladrón que roba a ladrón
Así como Poinsett se llevó la nochebuena hace 195 años, los productores mexicanos han hecho lo mismo con otras plantas, aunque no necesariamente para innovar, sino simplemente para reproducir sin pagar regalías.
“Estamos en la lona. Nuestra gente casi no utiliza variedades mejoradas de manera legal porque implica pagar regalías. Eso es piratería, hay gente tramposa porque se trae de contrabando variedades y aquí las reproducen”, advierte Mejía.
Dice que si bien, hay empresas grandes que en promedio producen entre 10% y 30% sin pagar los derechos y hay casos de compañías que “100% de su producción es pirata porque no pagan regalías”.
Por ejemplo, a “México trajeron la gladiola que viene de Sudáfrica y nos la hemos apropiado. Desafortunadamente en la floricultura, México está considerado como país pirata. Así como algunos países nos piratean, también nosotros pirateamos”, afirma el investigador de Chapingo.
PRODUCTOR. Morelos es el estado con la mayor producción de nochebuenas, con 31.1% de la producción nacional total.
“Tenemos gerberas que son de Sudáfrica, rosas que son de China y los claveles que son muy comunes”, agrega.
El dueño de la mejora genética buscó la protección nacional a través de la Ley Federal de Variedades Vegetales y por medio de los acuerdos internacionales con la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), una organización intergubernamental con sede en Ginebra, Suiza, y de la cual México es miembro desde 1977.
Al igual que la cuetlaxóchitl , el cempasúchil y la dalia, una parte de los agaves mexicanos y el nopal ya se cultivan y comercian en Sudáfrica, Japón y China.Hasta la década de los 80 se podía hacer lo que se quisiera, como el caso de la poinsettia, pero en la actualidad “ya no está permitido ir a un país y traer ‘de contrabando’ una planta, semilla o bulbo. Ya no. Si lo hacen, eso es piratería y se castiga”.
Pero a nivel mundial, México se coloca en el cuarto lugar en cuanto a superficie cultivada con más de 248 hectáreas dedicadas de nochebuena, la gran mayoría en invernadero, según cifras del portal de internet de Agroasemex, institución del gobierno federal de seguros dirigida a la protección del patrimonio y la capacidad productiva del sector rural. Para una variedad silvestre se debe cumplir con una reglamentación que se retribuye al país de origen con un porcentaje de las ganancias obtenidas.
En el caso de la piratería en México, los dueños de las patentes recaudan entre 72 mil y 80 dólares, cifra muy por debajo del 1.2 a 1.4 millones de dólares que podrían recolectar de 30 a 35 millones de plantas, y de acuerdo con cifras de la empresa Floraplant, el mercado de nochebuenas tiene un valor de entre 840 y 980 millones de pesos.