La fe sobrevivió a la pandemia

11 de Febrero de 2025

La fe sobrevivió a la pandemia

En los últimos cuatro días, se contabilizan al menos 11 millones de peregrinos que han visitado a la virgen morena

Virgen de Guadalupe

Tres años pasaron para que volvieran con fe y peticiones. De todos los rincones del país, en vehículos, en bicicleta, caminando y hasta de rodillas, millones de peregrinos llegaron hasta el cerro del Tepeyac para celebrar en su día a la Virgen de Guadalupe.

La fe no conocía de edades; desde los más pequeños que vestían como la virgen, jóvenes, adultos y hasta abuelitos y abuelitas que portaban camisetas impresas, cargaban imágenes, cuadros, bultos, todo lo que pudiera llegar hasta la Basílica de Guadalupe y ser bendecido por los sacerdotes.

La pandemia los obligó a quedarse en casa los años anteriores. Altares, velas y celebraciones con cohetes, se realizaron en privado, entre familias o colonias, buscando no estar entre multitudes para evitar los contagios de Covid-19. Pero hoy, la sana distancia no existió, se olvidó.

Por las carreteras, miles de feligreses eran vistos por los automovilistas en su peregrinar. A muchos, la distancia no les importó. Caminando en ratos, o montados en camiones de redilas, se turnaban para aguantar las horas —incluso días—, que duraron para llegar hasta la Villa, la casa de la Virgen de Guadalupe.

Los alrededores del recinto, en la alcaldía Gustavo A. Madero, se llenaron desde días antes de camiones, casas de campaña, tendidos y lugares donde la gente buscaba refugiarse y acampar mientras llegaba la noche de la celebración.

La noche del domingo, la ciudad y el país entero se unieron en una sola celebración. Desde Baja California hasta Yucatán, las mañanitas a la Virgen sonaron en cada una de las iglesias. Cohetes, aquí y allá, tronaban, no sin evitar el susto de alguno que otro despistado. “¿Qué se celebra, por qué están tirando cohetes?”, cuestionaban los desinformados.

Las mascotas asustadas buscaban a sus amos o un espacio donde refugiarse. Pero la celebración amerita los cohetes, toda la noche. A media madrugada, alguna que otra persona pegaba un brinco, sobre todo luego del sismo ocurrido la mañana del mismo domingo.

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Celebración oscurecida

Pero no todo ha sido celebración. El uso de cohetes y los viajes de largas distancias hacia la Ciudad de México, no siempre terminan bien y empañan la fiesta de los feligreses.

En Nopaltepec, estado de México, el uso de pirotecnia causó una fuerte explosión que dejó heridas en al menos 26 personas, entre ellos menores de edad. El estallido fue tan intenso que generó una onda expansiva que inició en una patrulla y alcanzó varios vehículos más.

En Veracruz, el festejo se convirtió en velorio. Un pequeño de siete años que viajaba junto a su familia para la celebración religiosa, sacó su cabeza del autobús y se golpeó con un poste. El golpe tan fuerte lo sacó del camión y murió al instante.

Pese a este y otros incidentes, dicen que la fe mueve montañas y así lo demuestran los cerca de 11 millones de peregrinos que han visitado la Basílica de Guadalupe en los últimos cuatro días, lo que ya se registra como récord de visitantes, según las autoridades de la Ciudad de México.

La celebración se extiende por todo el país. La pandemia ha quedado atrás, la fe y la esperanza han dado un nuevo motivo para reunirse y festejar. Se cumplen 491 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego en el Cerro del Tepeyac, y ahí es el punto de reunión.

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