“La regla táctica, según la cual se debe actuar con las masas para el ataque y en orden disperso para la retirada, confirma, sin querer, la verdad de que la fuerza de un ejército depende de su moral”, escribió León Tolstoi en su obra cumbre: Guerra y Paz. En 1865, el escritor ruso reinventó el género bélico al publicar una crítica abierta a los conflictos armados en esta novela, en donde retrata los efectos de las embestidas napoleónicas en la sociedad de su país.
A más de 150 años de lanzarse el libro, la realidad parece burlarse del artista, quien actualmente forma parte de una campaña cultural del Kremlin en su búsqueda por afianzar aliados.
En febrero, el gobierno de Vladimir Putin decidió iniciar una campaña militar contra Ucrania con el fin de frenar los avances de la Unión Europea y de Estados Unidos, en un área de gran relevancia estratégica para Moscú: la región del Donbass.
La operación ha resultado difícil para Rusia. Al país se le han cerrado miles de puertas. Actualmente, Rusia no sólo es el país más sancionado del mundo, sino que con la prolongación de la guerra está perdiendo aliados valiosos, desde países hasta corporativos y grupos de interés, como turistas.
›Para hacer frente a lo que el Kremlin denomina la “rusofobia”, Moscú ha dado inicio a un plan de reivindicación y reformulación de su imagen, la cual se ha visto profundamente deteriorada en los poco más de seis meses que lleva la guerra.
La reputación rusa a nivel internacional está en los suelos. La población mundial tiene, en general 86%, una visión negativa de Rusia, de acuerdo con una encuesta del centro de inteligencia estadounidense, Pew Research Center. Esta es la peor perspectiva que se tiene del país desde 2007, según los últimos datos disponibles publicados en junio.
Para la mayoría de la comunidad internacional, la postura contra Rusia, es clara. En marzo, en una votación histórica, el 73% de los miembros de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) se pronunció a favor de Ucrania y en contra de las acciones del Kremlin.
Y es que, al iniciar la invasión de un país independiente, Rusia violo tratados internacionales y se convirtió en una amenaza para la estabilidad y seguridad de las naciones.
Debido a la falta de capacitación y de orden de las fuerzas armadas rusas, en contraste con la organización que sí ha demostrado tener Occidente a favor de Ucrania, el conflicto armado ha puesto en entredicho el poder militar y político del país, una imagen que Putin se había empeñado en construir.
Rusia no sólo no ha podido ganar la guerra, sino que su ejército está siendo acusado de violentar derechos humanos y ha perdido la representación en organismos internacionales como en la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU o más recientemente, y por voluntad propia tras fuertes presiones, en la Organización Mundial del Turismo.
En términos económicos, el país también está en sus peores niveles. En 2021, el Producto Interno Bruto (PIB) reportó una recuperación del 4.7%, luego de caer 2.7% en 2020 debido a la pandemia; sin embargo, con las sanciones impuestas por la invasión, se espera que la economía del país se contraiga 2.9% este año, según pronósticos del Ministerio de Finanzas, su peor nivel desde la crisis del 2009.
Política humanitaria rusa
Al iniciar una operación militar hacia Ucrania, el Kremlin puso en su contra a los vecinos y principales socios, afectando la vida económica, social y política del país, lo que ha forzado a Moscú a crear estrategias para mantener a sus aliados y sustituir sus importaciones y exportaciones, sus flujos turísticos y hasta sus alianzas políticas con nuevos actores clave.
En lo que va del conflicto, el país ha propuesto, desde la conformación de nuevos bloques geopolíticos como la de un nuevo Grupo de los Ocho (G8) —en donde se incluyó a México—, hasta campañas en redes sociales para invitar a la población mundial a vivir en Rusia.
El problema es que la imagen del país está muy dañada y son pocos gobiernos los que están dispuestos en asumir el costo que supone apoyar a Putin.
La población general, opina lo contrario. Una encuesta publicada el 6 de septiembre por Eurobarometer, un organismo de la Unión Europea de opinión pública, exhibió los elevados niveles de aprobación de la población a favor de Ucrania. A pesar de ser una región dividida en temas migratorios, el 90% de los europeos dijo apoyar el refugio de ucranianos en la Unión Europea (90%). Y con todo y la profunda devaluación del euro, el 78% dijo apoyar las sanciones económicas impuestas desde Bruselas contra de Moscú.
Con la extensión del conflicto, el gobierno de Putin parece ya haber entendido la dinámica y está dispuesto a jugar todas sus cartas para evitar la implosión de su imperio. El pasado 5 de septiembre, la Duma rusa —el congreso nacional— emitió una doctrina que establece los lineamientos del país en materia de “política humanitaria en el exterior”.
El documento contiene una serie de disposiciones destinadas a expandir la cultura rusa por el mundo, una estrategia que busca la supremacía ideológica sobre Occidente.
El poder la zanahoria
En Relaciones Internacionales existe una teoría vulgarmente llamada del “garrote y la zanahoria”, la cual hace referencia a las tácticas empleadas por actores políticos, como Estados, para ejercer su poder mediante dos formas, una suave y otra fuerte. La primera implica el uso de recursos diplomáticos, culturales o sociales para construir lazos, alcanzar objetivos de interés nacional y resolver conflictos, en tanto que la segunda involucra el uso de la fuerza bruta de un Estado, generalmente militar, amenazas, sanciones y la ruptura de relaciones para lograr objetivos determinados.
Durante la Segunda Guerra Mundial y la consecuente Guerra Fría, la escuela política realista explotó este concepto, y hoy ante la división de la política global y el resurgir de un muro de acero en Europa, Rusia ha despertado nuevamente está estrategia en donde el garrote le ha tocado a Ucrania y, en menor medida a la Unión Europea, en tanto que la zanahoria está más dirigida a ganar y asegurar nuevas alianzas y reconfigurar la estructura del Estado exsoviético.
La nueva directriz en política humanitaria en el exterior reconoce esta premisa y establece que con el fin de formar y fortalecer una percepción “objetiva” del país en el mundo, es necesario promover la comprensión del papel y el lugar de Rusia en la historia y cultura mundial, así como los valores espirituales y morales “rusos tradicionales”.
Para ello, la doctrina propone una serie de estrategias de difusión cultural, artística, científica, deportiva y educativa, además de nuevas medidas de cooperación y de preservación del patrimonio histórico.
El documento también indica en un apartado específico que se utilizarán los “nuevos medios de comunicación”, para asegurar que Rusia sea retratada con “neutralidad” y delinea las áreas y regiones concretas en los que se enfocarán las nuevas políticas.
En América Latina el objetivo es concentrarse en países con “amplias oportunidades para desarrollar la cooperación humanitaria bilateral” como Argentina, Brasil, Chile, Cuba, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Venezuela, y por supuesto, México, a quién en más de una ocasión el Kremlin ha señalado como uno de los principales nuevos focos de atención.
Para Moscú es importante que el mundo entienda a Rusia y su valor “democrático” en el marco de una “lucha por la influencia cultural”, que continúa intensificándose en el escenario mundial.
Y es que según acusa el documento han aumentado los intentos por menospreciar la importancia del país y por imponer una interpretación distorsionada del “mundo ruso, sus tradiciones e ideales, reemplazándolos con pseudo valores”.
La doctrina firmada por Putin también asegura que en el orden mundial existente, han tenido lugar “numerosas violaciones flagrantes” de los derechos humanos y que se ha politizado el ámbito humanitario con el fin de utilizarlo como instrumento de presión sobre Estados e individuos, haciendo una clara referencia a las sanciones impuestas en su contra y a las acusaciones contra el gobierno y el ejército ruso de violar los derechos fundamentales.
Rusia constantemente ha acusado a Occidente de permitir y no denunciar y sancionar la invasión estadounidense de Irak y de los intentos por censurar a la prensa rusa. Mientras que Occidente siempre ha denunciado las políticas homofóbicas de Putin y los candados a la libertad de expresión impuestos por su gobierno. Sí, Rusia es un país rico en cultura, ciencia y arte.
El país es casa del gran poeta Alexander Pushkin, del compositor romántico Piotr Tchaikovsky, del célebre cineasta Sergei Eisenstein y del primer astronauta en viajar al espacio, Yuri Gagarin.
La gran pregunta es sí la cultura le bastará al Kremlin para conquistar la mente y el corazón de un mundo que hasta hoy no piensa apostar por su lado en este momento de la historia.
0.4 por ciento ha descendido el PIB de Rusia, de acuerdo con la oficina de estadísticas rusa, Rosstat.
2.5 billones de rublos corresponden al beneficio récord que recibió el gigante energético esta-tal Gazprom, el primer trimestre del año.
El dato. En marzo pasado, 73% de los miembros de la Asamblea General de la ONU se pronunció a favor de Ucrania y contra de las acciones del Kremlin.
Discusión mundial. Reunión de la Asamblea General de la ONU durante la sesión especial de emergencia sobre Ucrania.
Solución. Antonio Guterres, secretario general de la ONU, aseguró que “el mundo pide terminar con el sufrimiento en Ucrania”.