La esperanza de sembrar en tierra infértil

25 de Diciembre de 2024

La esperanza de sembrar en tierra infértil

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Su objetivo no es sólo exigirle a autoridades actuar conforme las peticiones de la ciencia, sino demostrar la capacidad organizativa ciudadana. Las juventudes están en Glasgow para llamar la atención de los líderes mundiales y lo harán con o sin la ayuda de gobiernos como el mexicano, que voltearon para otro lado cuando la esperanza se les puso enfrente

Las juventudes del mundo entero hemos volado a Reino Unido con un objetivo en común, sembrar en tierra infértil. Lo digo con optimismo y terquedad, pero también con pragmatismo, pues los activistas de Viernes por el Futuro México sabemos que para cosechar esperanza en tiempos difíciles requieres ya, desde el inicio, otro poquito de esperanza.

Pero no se confundan, nadie podría acusarnos de inocentes. Mi delegación, conformada por capitalinos, yucatecos, chiapanecos, morelenses y poblanos (todos menores de 25 años) nos encontramos aquí incluso sabiendo que la COP es generalmente un mecanismo inefectivo y poco democrático, en el que grandes empresas de la industria fósil financian grandes eventos, mientras que la gente más vulnerable y desesperada recibe poca atención dentro de las negociaciones. Tanto lo sé, que mi primera impresión fue predecible, y es que noto cómo la brumosa burocracia de la COP26 se complementa muy bien con las pálidas y frías calles de Glasgow en Escocia. La diferencia está en que Escocia es preciosa, mientras que los pasillos de la COP contagian la frustración de los miles de participantes.

Cada noche y viaje en tren mis compañeros y yo nos recordamos los unos a los otros la razón por la que hemos venido hasta aquí, y es que buscamos justicia climática, o en otras palabras, evitar el colapso ecológico global y adaptarnos a la crisis sin sacrificar a ninguna comunidad ni región del mundo. ¿Por qué estaríamos dispuestos a soñar algo así de bonito si no tuviéramos la perseverancia para llevarlo a cabo?

Es así que hemos conocido a decenas de jóvenes con nuestro mismo propósito, y pronto esas personas se han convertido en nuevas amistades con las que compartir nuestros miedos y buscar soluciones en común.

Y lo repito, todo ha sido tan predecible, porque tal como esperábamos lo más valioso de la COP ocurre alrededor de esta. Durante el sábado pasado más de 130 mil personas bailamos y gritamos durante una marcha interminable, y las consignas eran diversas, tocando temas como el género, el anti-racismo, la autonomía de los pueblos indígenas, la cancelación de la deuda para países históricamente oprimidos, y la desigualdad imperante de nuestro sistema económico.

Ha quedado claro que la creatividad política se alimenta del encuentro, y aún más en eventos como este en los que el aprendizaje viene desde las emociones más íntimas, por lo que se adhiere a nuestras formas de pensar de manera veloz y sincera.

Durante este viaje todos entendimos que, así como no es suficiente escuchar música de Rolling Stones ni The Streets para conocer genuinamente el divertido caos de las urbes de esta isla, tampoco es suficiente hablar de solidaridad internacional entre nuestras luchas locales sin efectivamente conocernos, compartir experiencias, sabernos cercanos incluso desde la lejanía, y luchar juntos. Esto importa incluso más que la mismísima COP, pues mientras la hipocresía entorpece el avance de las reformas institucionales, las soluciones de los movimientos sociales comienzan a adquirir importancia y a tomar la iniciativa.

Por ello sé que el esfuerzo de todos mis nuevos amigos mexicanos, japoneses, filipinos, venezolanos, pakistaníes, estadounidenses y kenianos serán desde ahora más potentes, pues nos hemos acercado a tejer entre todos una red solidaria infinitamente más firme. Así mismo se han logrado avances internos en nuestros mismos círculos locales, pues la discusión principal se ha centrado en reivindicar las necesidades de la comunidad MAPA (personas y áreas más afectadas por sus siglas en inglés).

Sé muy bien que de los días presentes brotarán futuros proyectos políticos innovadores, y ese fue siempre nuestro plan. Nuestro objetivo no es sólo exigirle a autoridades estatales actuar conforme las exigencias de la ciencia, sino dar un paso más allá y demostrar la capacidad organizativa de la ciudadanía.

Economistas y antropólogos como Joan Martínez Alier, Elinor Ostrom o Jason Hickel han hablado sobre cómo ante esta crisis la administración de muchos bienes necesitará revincularse con los procesos democráticos de los pueblos, por lo que la mayor parte de las soluciones para afrontar la crisis climática implicarán otorgarle poder político y social a la gente y desarticular oligarquías y mecanismos coloniales.

Justo eso es lo que hacemos hoy las juventudes en el momento en que un evento como la COP se transforma, no en una reivindicación de las mismas tradiciones institucionales, sino en una oportunidad para reinventarnos como acto de rebeldía.

Las juventudes vinimos a Glasgow a sembrar en tierra infértil, y les prometo que lo haremos; con o sin la ayuda de gobiernos como el mexicano que voltearon para otro lado cuando la esperanza se les puso enfrente.