Después de mil 142 días de alerta sanitaria, 7.5 millones de personas contagiadas y 339 mil 961 personas muertas a causa del virus SARS-Cov-2 —según cifras oficiales— México decretó este martes el fin de la emergencia por la pandemia de Covid-19, una crisis que dejó a un México más enfermo.
Antes de la pandemia, México tenía una esperanza de vida de 74 años, lo que colocaba al país en la posición 12 entre las naciones de América Latina, y a seis años de distancia de la expectativa de vida de Dinamarca (81 años), país que el presidente Andrés Manuel López Obrador ve como modelo a seguir en su proyecto de salud.
Tres años después, México cayó a la posición 23 de América Latina, con una esperanza de vida de 70.2 años, superado por naciones que antes tenían peores condiciones de salud, tales como Nicaragua (73.8 años), El Salvador (70.7), Venezuela (70.6), Belice (70.5), Paraguay (70.3) y Surinam (70.3).
Asimismo, la brecha con Dinamarca creció a más de una década, pues el país europeo no sólo mantuvo sus expectativas de vida, sino que creció un poco, para colocarse en 81.4 años.
Otro indicador que refleja el desempeño de México ante la pandemia fue la muerte materna, donde se esperaban 29.5 fallecimientos por cada 100 mil nacidos vivos para 2020, pero la tasa observada fue de 42.4, una de las más altas junto con la India.
“El Presidente ha firmado un decreto que pone fin a la vigencia del decreto original del 23 de marzo de 2020, en el que se estableció la situación de emergencia sanitaria asociada a Covid-19”, dijo esta mañana el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell.
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El funcionario agregó que con esta decisión se pone fin a los distintos acuerdos que en su momento emitió el Consejo de Salubridad General y el secretario de Salud para instruir las acciones extraordinarias; también se asume que la Covid-19 pasa a ser considerada una enfermedad endémica para la que se deberán diseñar campañas permanentes de vacunación.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, el exceso de muertes entre 2020 y 2022 asciende a 650 mil 602 decesos adicionales a los esperados (según el INEGI podrían ser hasta 794 mil); de ellos, 505 mil 746 fallecimientos son catalogados como asociados a Covid-19 (ya sea por efecto directo del virus o por una complicación de enfermedades preexistentes).
En tanto, la base de datos de la dependencia refiere que en esos tres años hubo 144 mil 856 muertes adicionales (22.3%) no asociadas a Covid-19, lo que puede deberse a falta de atención médica o escasez de medicamentos.
Por otra parte, el subsecretario dio a conocer brevemente los siete puntos de un plan de gestión a largo plazo para Covid-19 que, aunque coincide con las recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer la semana pasada, menciona factores que hasta ahora no se han cubierto, como la atención a la salud mental y a las secuelas de Covid-19 (también llamada Covid larga o persistente), o que se han reducido drásticamente, como la vigilancia genómica, que en abril fue más de 10 veces menor a la de principios de este año.
Otro tema que no mencionaron ni el subsecretario ni la OMS fue la atención a los huérfanos que generó pandemia, un aspecto en que destacan (a nivel mundial y no sólo de América Latina) Perú y México, como países de ingresos relativamente altos en los que Covid-19 dejó una gran cantidad de huérfanos de uno o ambos padres.
En Perú, según un estudio publicado en septiembre del año pasado, se calcula que el coronavirus SARS-CoV-2 dejó alrededor de 1.1 huérfanos por cada muerte por Covid-19, y es el sexto país del continente en términos del producto interno bruto (PIB) per cápita. México, el segundo país de mayor renta de la región después de Brasil, generó 0.7 huérfanos por cada muerte, más que en los más pobres, como Ecuador, Honduras y Nicaragua.
Tomando como base las cifras de la Secretaría de Salud, son alrededor de 35 mil niños para los que no parece que vaya a haber un plan concreto de ayuda.
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