Los recientes acontecimientos relacionados con la estrategia de seguridad que comanda el Presidente Andrés Manuel López Obrador no han dejado de llenar los titulares y polarizar las opiniones de propios y extraños; me refiero específicamente al decreto mediante el cual se va a entregar el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional a la SEDENA.
El primer detalle es cómo sucede esto, el Gobierno de la República parece que negoció con el Presidente Nacional del PRI Alejandro Moreno Cárdenas y con ello “aceitó” que los diputados priistas apoyaran la iniciativa presidencial; sin escuchar expertos o una profunda discusión, el documento fue enviado al Senado de la República para su aprobación.
Para muchos no fue sorpresa la actitud de Alejandro Moreno al negociar su propio destino, pues la ola de señalamientos por corrupción y enriquecimiento lo rondaban desde hace meses y tarde o temprano la coacción del Estado, rendiría sus frutos, “Alito” dio su brazo a toser y con ello tosió la alianza.
Poco o nada pudo hacer la alianza opositora por frenar lo que han calificado como “la militarización del país”; los acuerdos hechos como coalición de dos procesos electorales, se fue por la borda por lo que PAN y PRD decidieron poner en “pausa” su alianza con el partido tricolor.
La aprobación de dicha reforma despertó distintas voces como la de Claudia Ruiz Massieu, Miguel Ángel Osorio Chong o el mismo Javier Lozano, quienes fueron críticos con la medida adoptada, con todo y el coraje y los señalamientos la Guardia Nacional quedará en control de la SEDENA a partir del fin de semana pasado.
A la alianza no solo quedan pocos recursos para detener este embate constitucional, sino que esto una vez más les da una cubetada de realidad: Basta con que el gobierno logre negociar con uno para que todos los demás queden desarmados.
Panistas, perredistas y hasta los priistas, vieron que sus sueños de coalición se hacen polvo de cara a la sucesión presidencial, el 2024 ahora les queda mucho más lejos y no se ve en la escena política un liderazgo u organización que pueda sacarlos adelante. Bien dicen que la traición pesa y lo que sucedió la semana pasada es un duro golpe para Va por México.
Que es lo que harán los priistas que no están de acuerdo con su dirigente nacional está aún por verse, pues pareciera que Moreno Cárdenas tiene secuestrado a su partido y pretende hacer con él lo que le venga en gana.
Si bien es cierto que sus acciones ya tenían debilitado y fracturado al revolucionario institucional, su reciente negociación lo deja en mitad de la calle cuando están muy próximos los procesos electorales de Coahuila y el Estado de México.
Como todo en la vida esto se trata de perspectivas, para algunos la alianza se fue a la basura; para otros el PRI perdió a sus aliados; y para otros tantos la coalición por fin se deshizo de Alejandro Moreno y “su priismo”.
La política viene y va, eso ya lo sabemos, lo que sí se mantiene es un territorio nacional violento, hostil e inseguro, que en la práctica ya estaba militarizado con muy pobres resultados. Quien maneje, administre y comande la Guardia Nacional resulta un tema secundario cuando seguimos siendo un país de miles de muertos y desaparecidos, en el que no se vislumbra una estrategia de seguridad que pueda dar resultados en el mediano plazo.